Capítulo 27: La vida no es justa

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Como de costumbre me levanté pero Doménico ya se había ido de la habitación, me ponía muy triste verlo así tan deprimido pero no había algo que yo pudiera hacer porque todo fue culpa de Bianca, lo más sensato en esos momentos sería darle su espacio.

Como si nada baje a desayunar para encontrarme con que estaba yo solita, llegó un hombre y me sirvió una taza de café con unas galletas que me comí sin preguntar qué había pasado.

Cuando salí al horrible frio cubrí mi cara con la bufanda que llevaba, veía como algunos copos de nieve se quedaban atrapados en ella y como cada vez que parpadeaba algunos se quedaban en mis pestañas.

Cuando llegué entré al edificio como siempre hacía fui a la habitación en la que normalmente están Doménico y Lucy sentados observándome, abrí la puerta lentamente y vi a Doménico dormido en el sofá sin Lucy.

Decidí cerrar la puerta y esperar en mi oficina por Jacob. “Seguro que después Doménico se despertará” pensé.

Estuve sacando el cuaderno donde anotaba todo lo que me decía Jacob y me tope con que él había sido interrumpido por Lucy cuando iba a la mitad de su nueva treta contra el casino.

—Hola Charlotte—dijo Jacob, yo ni siquiera lo oí entrar.

—Hola señor Farrow—dije yo.

—Cuando lo dices de esa manera me haces sentir viejo—dijo Jacob con una pequeña risa.

—¿Qué no ya lo eres?—pregunté para seguir su broma.

—Tal vez pero el hecho de que seas joven no te da el derecho a recordármelo—dio él con una sonora risa.

—¿Podría contar su historia?—pregunté con una sonrisa en la cara.

—Sólo si me dices en qué me quedé—dijo él serio.

­—Estabas a punto de contarme tu forma de estafar al casino junto con tu hermana Alice—dije yo mientras esperaba.

—A claro, en esos momentos tenía planeada una forma en la que tal vez podría burlar a la seguridad. Así que el plan sería que yo estaría en la mesa jugando al blackjack esperando a que la baraja fuera positiva mientras ella estaría en las maquinas tragamonedas, su señal sería cuando mi celular sonara y yo saliera, para despistar a los del casino fingiría que estaba hablando con mi esposa quien me demandaba que ya fuera a la casa. Para que la estafa resultara tendríamos que ir a varios casinos para no levantar sospechas si hacíamos lo mismo en todas las mesas—dijo él como si fuera algo muy lógico y fácil de pensar.

—Eso creo—dije yo y seguí anotando.

—Con el dinero que no gasté de la última vez que fui a ese casino los dos nos fuimos a las Vegas, Alice estaba nerviosa pero ella siempre había confiado en mí así que no protestó ante nada del plan, ya le había enseñado a contar cartas y lo aprendió tan rápido como yo.

»Cuando ya estábamos en el casino hicimos todo al pie de la letra pero sólo olvidamos que en la mesa se pueden sentar varias personas y eso afectó mucho el juego porque como Alice era muy guapa la mesa se llenó de hombres que trataban de conquistarla—dijo él con una risa recordando eso.

—No me sorprende que eso pasara—dije yo mientras continuaba anotando.

—Sí, pero de todos modos ganamos bastante con la suerte que tenía Alice. Como ya habíamos gastado mucho decidimos que no volveríamos a casa hasta lograr nuestro propósito, así que llamamos a unos primos nuestros y les preguntamos si querían ayudarnos, para mi sorpresa dijeron que sí y en menos de un día ya estaban en la puerta del hotel, como era de esperarse tuve que enseñarles a contar cartas y después de eso al fin logré conseguir dinero—dijo él triunfante.

—No suena tan impresionante, para un final—dije yo decepcionada.

—No mi querida Charlotte, esto es solo la mitad de la historia.

Estuve un largo rato esperando pero nada salía de su boca, por un momento supuse que estaba pensando pero me equivoque.

—¿Y bien no vas a continuar?—pregunté ansiosa por el resto.

—No, de hecho quiero dejarte con la duda hasta la siguiente sesión—dijo él muy arrogante.

—Pero…pero—dije en protesta.

—Pero nada, hasta la siguiente—dijo él saliendo de la habitación.

Me quedé con la boca abierta porque yo quería saber más y él simplemente se fue sin más.

—¡Eso no es justo!—grité mientras el pasaba por el pasillo.

—¡La vida no es justa!—gritó él en respuesta.

—Pero ya no estoy viva—dije yo resignada.

Cuando salí fui al cuarto de al lado y Doménico seguía dormido, no quería despertarlo pero en verdad quería salir de ahí.

—Doménico—dije moviéndolo un poco.

—Ta to mmm—dijo incoherentemente.

—¡Doménico ya tenemos que irnos!—grité y él del susto cayó del sillón.

—¿Qué pasa?—preguntó él sobándose la espalda.

—Ya tenemos que irnos—dije yo dulcemente.

—Ahora si me hablas dulce ¿no?—dijo él levantándose.

Luego ya no dijo nada más, por lo menos el Doménico que odio y quiero estaba volviendo poco a poco. Cuando llegamos para comer Lucy si estaba sentada, creo que trama algo pero por ahora no tengo nada que me lo pruebe.

—Hola Lucy—dije yo sentándome.

—Hola Charlotte—dijo ella y me dio una mirada más terrorífica que otras veces.

—¿Sucede algo?—pregunté tratando de ocultar mi incomodidad.

—Nada—dijo ella mientras me seguía viendo—sólo me alegra verte.

—Ah—dije yo aceptando la respuesta pero todavía estaba nerviosa.

Estuve un largo rato viendo mi plato por temor a que me siguiera viendo pero cuando volteé a verla ella ya estaba comiendo sin verme.

Me sentí aliviada y luego comencé a pensar en lo que hizo Jacob y estaba segura que tal vez algunos imitarían su comportamiento, en especial Violeta porque ella ya me ha hecho algo parecido desde el principio, entonces decidí que le preguntaría a Lucy lo que me ha estado diciendo desde hace mucho tiempo.

—¿Puedo tener una sesión de dos horas con Violeta?—pregunté apresurada.

—¡Claro angelito, lo que tú quieras!—dijo ella emocionada.

—Gracias—dije yo sorprendida por lo fácil que fue.

Cuando acabamos volvimos a nuestra habitación y me decidí a que hablaría con él para que se sintiera mejor.

Pero las palabras jamás salieron.

Cae Nieve en el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora