Capítulo 12: Piezas del rompecabezas (Editado)

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Esa mañana me desperté todavía pensando en qué podría haber sido Violeta, como para llegar al infierno. Empecé a formular teorías tontas, algo muy típico en mí, que no me llevaban a algún lado. La más estúpida fue que pudo ser una peleadora de artes marciales mixtas que mató a una de sus contrincantes a golpes, pero era absurdo. Ella era muy delgada para pelear.

Todavía con dudas me alisté y luego fui al comedor, como de costumbre.

Mi otra vida se había vuelto rutinaria y no me molestaba.

En medio del desayuno Lucy se dirigió a mí, seria.

-¿Te conté que sólo ibas a entrevistar cuatro juguetes?-me preguntó mientras un hombre le traía una tostada.

-No, pero me parece que tiene lógica-contesté mientras daba un sorbo al jugo de naranja, que un esclavo me habían traído.

-¿Por?-No sonaba tan curiosa por la respuesta pero igual contesté.

-Era obvio que dejarías a tu juguete favorito al final.

-Muy lista-concluyó.

El resto del desayuno continuó con en silencio. Era prueba de que de nuevo Lucifer estaba molesta, pero no conmigo. La llamada de ayer había logrado traer una Lucifer antipática. Esas llamadas me intrigaban más pero no podía preguntarle, me habría mandado por un tubo con su humor de "mírame y no me toques".

~*~

Acabamos rápido y fuimos en camino la caja de juguetes, aún sin dirigirnos la palabra.

Por simple curiosidad miré a Doménico. Él estaba distraído quitando unos copos de nieve de su cabello. Hacía bastante que no hablábamos pero no se veía que estuviera molesto, el chico era algo serio. Después de observarlo me vino a la mente Alison.

No sé por qué razón mi cerebro lo relacionó con ella. Creo que quería dejar de pensar en él y terminé concentrándome en algo, no quería comenzar con pensamientos paranoicos acerca de que podría estar molesto conmigo.

En camino por el farol frente a La caja de juguetes, sólo rogaba que ese día la chica sí cooperara para poder avanzar.

Egoístamente, esperaba que las correcciones de Lucy hubieran servido. Por otro lado, me atemorizaba que éstas trajeran todo lo contrario. Podría pasar que ella se cerrara completamente para vengarse de Lucy y de mí. De Lucy por castigarla y de mí por haberla metido en esa situación poco favorable.

Doménico me sacó de mis pensamientos cuando nos abrió la puerta de la entrada, le agradecí con una sonrisa que se borró al entrar al pasillo. El lugar estaba callado, extrañamente silencioso. Cualquiera pensaría que eso me daría buena espina, pero no. Era un silencio incomodo, como si algo hubiera pasado. No era casualidad este suceso si lo combinabas con la llamada telefónica durante la cena y el humor de Lucy durante el desayuno.

Reuní el valor para poder preguntarle a Lucy sobre el tema, pero ella me abrió la puerta de mi oficina para apresurar la entrevista.

Entré sin ninguna palabra de agradecimiento, me senté en la cómoda silla y esperé por la llegada de Alison.

Anhelaba que ocurriera algo interesante esa sesión y no fui decepcionada.

Alison entró medio tambaleándose a mi oficina, ahora sin ser acompañada por los dos hombres. Al analizar con más detalle su apariencia pude notar las mismas marcas en las muñecas que tenía Violeta cuando la vi por primera vez. Pero esas parecían simples rasguños al ser comparadas con el ojo morado que portaba la chica con vergüenza.

Se sentó con la cabeza gacha para ocultar, inútilmente, el cardenal que alguien le había dejado marcado en el párpado izquierdo.

Tampoco hacía falta magia para darme cuenta que estaba agotada, respiraba con pesadez y su parpado ojeroso amenazaba con cerrarse en cualquier momento. Y ni hablar de su estómago, comenzaba a rugir en protesta por el hambre que estaba pasando.

Cae Nieve en el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora