Capítulo 33: Lo haré

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Las palabras resonaban en mi cabeza, de verdad quería salir pero ¿tenía tantas ganas como para  desaprovechar esta oportunidad?

Estuve con la mano en la manija de la puerta unos minutos pensando porque aunque quería quedarme odiaba con toda mi alma el hecho de que Lucy hiciera lo que quisiera conmigo con el simple hecho de amenazarme.

Pero todavía quedaba mucho que hacer por aquí así que di un profundo suspiro, quité la mano de la manija y me volteé para ver a Lucy.

—Eso pensé—dijo ella con una sonrisa que denotaba mucha satisfacción.

Estuve un rato viéndola esperando a que alguna tontería o pregunta saliera de su boca pero seguía dándome una mirada de arriba para abajo porque sabía que me tenía donde ella quería.

—Entonces…—dijo ella levantándose de la cama y dando vueltas por la habitación.

—¿Entonces…?—le pregunté siguiendo su recorrido por la habitación con la mirada.

—¿Porqué no quieres que tu angelito vea a Bianca? Tú sabes muy bien que ella si le diría todo—dijo ella deteniéndose en frente de mí.

—Temo que le diga algo que lo hiera—dije yo triste.

—No te preocupes por eso, sé que hizo ella y créeme que no lo dañara…tanto—dijo ella con un tono según ella consolador, pero para mí fue más como una burla.

—De todos modos no lo haré—dije molesta por la situación persuasiva que ella estaba teniendo conmigo.

—¿Temes que ella te lo quite?—me preguntó divertida.

—¡No!—grité por alguna extraña razón.

—Entonces deja que hable con ella—dijo ella viéndome a ver que respondía.

—¡Está bien, lo haré!—grité harta porque ya quería salir de esa habitación.

—¡Al fin!—gritó ella emocionada tomando mi cara entre sus manos.

—¿Qué?—pregunté con las mejillas presionadas por sus manos impidiendo que hablara bien.

—Por fin un poco de emoción en este lugar—dijo ella emocionada.

—¿Qué antes no la había?—pregunté haciendo mi cara para atrás.

—Pero no a este nivel—dijo ella viéndome.

—¿Nivel?—pregunté asustándome un poco por esa actitud curiosa que traía.

—Antes de que llegaras aquí solo me divertía “jugando” con ellos y ahora que tú preguntas que hicieron para llegar aquí simplemente abres viejas heridas, eso es lo que amo de ti, preguntas pero no buscas ayudarlos—dijo ella con una sonrisa.

—¿Y quién dice que no puedo ayudarlos?—pregunté desafiante.

—Ya sabes que pasará…—dijo ella viéndome con una enorme sonrisa.

—Lo sé—dije yo molesta.

—Bueno creo que mejor vamos a comer, sinceramente muero de hambre—dijo ella abriéndome la puerta del cuarto e indicándome que pasara.

Yo me quedé donde estaba sin mover un pie.

—¿Vienes?—me preguntó.

—No tengo hambre—dije cortante.

—Bien—dijo ella y se fue, no vi de que humor.

Me fui a mi habitación, que por suerte estaba vacía. Me tumbé en la cama y me ponía a pensar que fui una idiota por caer en su jueguito como si fuera una niña pequeña.

En algún punto de mis pensamientos quedé dormida y tuve un sueño tan raro, en él estaba con Yezca haciendo cosas que realmente no me gustaría mencionar. Fue tanto el susto que me levanté sobresaltada, miré el reloj y decía que eran las siete con cuarenta y tres minutos.

Como mi estomago estaba quejándose decidí que iría a cenar.

Fui por los pasillos un poco asustada de que Yezca pudiera aparecer, cuando entré en el comedor ahí estaban Doménico y Lucy hablando mientras comían una sopa.

—Hola—dije secamente porque tenía mucha sed.

—Hola angelito. ¿Cómo dormiste?—preguntó Lucy con una mezcla de cortesía y alegría.

—Muy bien—dije yo viéndola dudosa de que estuviera tan contenta.

—Me alegro porque mañana acabaras de preguntarle a mi muñequita Alison—dijo ella emocionada.

—¿Por qué?—pregunté impactada.

—Su historia no es muy larga a decir verdad, sólo los contratiempos hacen que no pueda acabar—dijo ella tomando un pequeño sorbo a su copa.

—Pero… ¿ya no podré hablar con ella?—pregunté todavía sorprendida.

—Sólo si quieres, pero créeme que ya no tiene nada interesante que decirte—dijo ella restando importancia a Alison.

Ya cuando tenía el plato en frente comí desesperadamente para volver a mi habitación y pensar en que razones podrían hacer que yo quisiera hablar más con Alison, claro profesionalmente hablando.

Doménico acabó junto conmigo y fuimos al cuarto, él estuvo callado en todo momento hasta entramos.

—¿Segura qué Yezca no te hizo nada?—preguntó él tratando de analizar mi reacción ante la pregunta.

—Sí—dije yo molesta porque nadie me creía.

Claro, estaba mintiendo pero eso no les da derecho de dudar lo que digo. Sé que suena estúpido pero desde mi punto de vista es lógico.

—¿Cómo estuviste al escuchar a Bianca?—pregunté sentándome en la cama.

—Bien supongo, ya calmado pero aun me cuesta creer que ella sea la Bianca de la que yo me enamoré—dijo él sentándose.

Después de eso ya no dije nada, me cambié la pijama y me fui a dormir porque al siguiente día me tocaba oír el resto de la historia de Alison, sé que suena egoísta porque la historia es triste pero me encantaría un final genial o más bien interesante para que sintiera que valdría la pena haberla escuchado.

—Buenas noches Doménico—dije yo pero él ya estaba dormido.

Cae Nieve en el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora