Capítulo 7: Presentaciones.

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Desperté de golpe algo aturdida y con unas irremediables ganas de vomitar, corrí hasta el baño y fui directo a la taza para sacar todo lo que mi organismo quería fuera de mi.

«Estas bien» Sam preguntó tras la puerta de mi habitación, yo no podía contestar probablemente él solo escuchaba mis arcadas; la puerta se abrió saltando el seguro y llego hasta mi en el baño, se acerco mientras yo reposaba mi cabeza sobre mi mano con la tapa abajo. Coloco mi cabello tras mi oreja y acarició mi espalda, desde el final de mi cuello hasta la mitad, un escalofrío placentero me recorrió; sentir su calor era algo que aun me sentia estar en casa lo cual era estúpido; solo habíamos convivido quince días y ya eramos algo mas que mejores amigos. Era el único hombre que una escena asquerosa la volvía romántica, me masajeo con suavidad mis hombros y me dirigió a verlo tomándome por el mentón

-¿Todo esta mejor?

Asentí sin decir nada, solo moví mi cabeza de arriba abajo cuando en realidad necesitaba volver a la cama y quejarme un poco de mi estómago hecho un desastre.

-Date una ducha y vamos a que comas algo - se incorporó ayudandome

Algo que entendía bien con el tiempo que había conocido a Sam era una cosa: Jamás se atrevería a dañar a nadie, tan dulce y amable que era un sueño. Veía lo mejor en cada persona ignorando los defectos que pudiera tener;  si tenía que enamorarme de alguien en esta vida, sería de él. Donde el dolor no tiene lugar y siempre tendría un hombro para apoyarme aunque no lo necesitara, estaría para mi y era un juicio apresurado, lo sabía, aunque todo en él me hacía sentir que podíamos confiar el uno en el otro. Al salir de la ducha él me esperaba fuera de mi habitación, era como el hombre elegido por mi madre y mi mejor amiga, un dulce sueño. Tomo mi mano para ir abajo.

Comimos algo, la noche había llegado y aún no creía que dormí tanto

-Saldré a tomar algo de aire- le indique a Sam

-Estaré en la sala por si ocupas algo

Le agradecí y salí por la puerta trasera, tenían una gran alberca cubierta por un plastico asi que me senté en una de las sillas posaderas dejándome ir hasta atrás de esta para ver el cielo. Las estrellas eran brillantes, recordando esas veces que las veía cuando niña junto a mis padres.

-¿Tienes fuego?- escuche una voz masculina tras de mi

-No- no aparte la vista del cielo, el chico se sentó junto a mi

-Linda noche ¿no?

-Cada noche tiene lo suyo, pero esta si tiene algo peculiar

-Mi abuela siempre dice que las estrellas nos cuentan historias o nos predicen cosas.

-Mi abuela pensaba lo mismo, pero yo siempre fui incrédula de esos temas

-Igual yo

Ambos nos quedamos en las sillas, viendo el cielo contemplando la maravilla de este

La noche pasó en silencio, yo volví a quedar dormida al arrullarme con las estrellas y el aire que corría.

Al despertar estaba en mi cama, sabía bien que me habia traido y me sentía apenada por eso.

-Es la norteamericana- una anciana que no tenía ni un cargo de edad, las arrugas presentes en su piel pero con más energía que yo podría tener, anunció recién bajamos las escaleras

-Sofia Ruso- extendí mi mano y ella la uso para atraerme y darme un abrazo

-Es muy linda- tomo mi mentón y me observo- un poco adormilada pero funcionara

Lost lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora