La inauguración terminó, recibimos más críticas buenas que malas y los bocadillos se habían desaparecido de las bandejas, la venta había sido más de la esperada y los tres estábamos tan felices por los resultados.
-¡Huy! ¿Serán de alguno de sus galanes?- mi madre nos miró a ambos al ver un ramo de peonias rosas junto a la caja registradora, honestamente dudaba que Finn y yo tuviéramos ese tipo de relación cuando jamás le indique otras intenciones
-Tiene tarjeta
Sam leyó para quien y me miró dándome la tarjeta en color rosa
-Para ti
Mi corazón se detuvo, no pude evitar leer eso sin escuchar su voz en mi cabeza
“Se cuanto el otoño carece de vida pero siempre sables florecer aun en los inviernos más crudos. ¡Felicidades!
Con amor Timmy”
-¿Quien las envió?
Ambos parecían curiosos pero la sonrisa en mi rostro decía mucho más de lo que quería, vi las flores rosas y hermosas como me gustaba, lo recordaría siempre sin importar las décadas, aún sentía sus labios en los míos o su aroma en mi cama.
-Las envío Tim- comenté y ambos sonrieron como si sintieran mi nostalgia
Esa noche en casa junto a ese ramo de flores volvi a abrir la libreta que estaba bajo mi almohada, solo había leído dos hojas del diario de Tim, esta vez fui a la última y con temor quería saber lo que pasó por su cabeza esa última noche
“Algo de lo que estaba seguro es que no estaba realmente listo para ser encontrado, aun quiero algo mas afuera, no puedo con la vida que llevaba o que me esperaba solo quedarme en esta pequeña ciudad, pero ella me hizo dudarlo, ella me hizo sentir que podríamos construir grandes torres de sueños y futuro juntos.
Los momentos de cerrar capítulo siempre te hacen pensar en las cosas vividas y aun podía sentir tan cercano cuando no era de su agrado cuando me sentía torpe por no saber como acercarme a ella. (...)”
De mis ojos habían brotado lágrimas, no podía estar molesta con él jamás, aun cuando no me lo decía, me entregaba su vida. Las flores en mi mesa de noche me indican que aún piensa en mi, a tanta distancia podía recordar lo tanto que me gustaban las flores o los toques de esperanza en la oscuridad, los recordatorios de que un cuando todo muere puede haber vida.
De nuevo fue lo último en quien pensé esa noche y lo primero al ver las flores.
Tim siempre me hacía sentir emociones que había creído perdidas, aún sin estar, con su solo recuerdo siempre sentía nostalgia, aún me reprimía en pensar que tal vez con él estaría viviendo más feliz, aquí también lo era y él tal vez pudo haberlo intentado un poco más.
Llevamos una semana consecutiva en la repostería, nada era tan fácil al inicio pero sabíamos salir adelante, habíamos invertido tanto como para dejarlo a la primera, más si tenía a Lucas cada día por la mañana comprando donas de chocolate y fresa, era curioso como Sam no se daba el suficiente crédito para decir que efectivamente Lucas recorría media ciudad para comprar donas solo para verlo a él, era tierno como se sonreían y sin duda indicando que algo más había ahí. Sam siempre decía que Finn llegaba junto a Lucas y me buscaba con la mirada aunque jamás preguntará por mi, pero yo le había dado mil evasivas
Sam entró a la cocina corriendo, lo regañe al casi tropezar y me miró con su clásico gesto de que no rompía ni un plato
-Nos invitaron a una tocada
-¿Una tocada?
-Sí, esas presentaciones que tienen las bandas pequeñas
-¿Nos invitaron?- me cerciore de haber escuchado bien, él asintió y yo me encogí de hombros, negando por completo el querer ir.
-Vamos, solo quiero compañía y no tienes siquiera porque escucharlos es un restaurante bar, hacen presentaciones y prometo no es un lugar de mala muerte
Había hablado tan rápido y con un tono de suplica que no podía soportar, acepte, no veía nada de malo visitar uno de esos lugares mas si habría más presentaciones que esa. Aparte de que debía admitir que después de haberme sentido tan acechada por el fantasma del recuerdo de Tim, me hacía falta un respiro, sentir que no estaba perdida o que lo extrañaba de tal manera.
ESTÁS LEYENDO
Lost life
Teen FictionEl tiempo perdido y la rutina, esos son los más grandes enemigos de una persona y en este caso, lo único que conoce Sofía. Dedicada a una vida que ella no había tenido oportunidad de decidir, era la vida que le había tocado. Eso era todo, sin desli...