Capítulo 13: Peor compañía.

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Después del desayuno salí al jardín donde Margot y sus hijos revisaban las cosechas. Me senté en las sillas de jardín y coloque los audífonos para no parecer que estaba ahí por querer meterme en sus pláticas, comencé a pensar y divagar en mi cabeza; era algo que casi nunca hacía pero tenía tiempo ¿Me había dolido lo de Sam? No o si, realmente no tenía aún una respuesta de que es lo que sentía por él, estaba metiéndome en temas que yo no conocía, el amor no era mi tema favorito. Por impulso había tomado la medallita que abuela me había regalado en mi adolescencia tras un viaje a un pueblo. «Y esto es para ti» había dicho antes de entregarla, sabía que la había comprado pensando en mí.

La echaba de menos más que nada ahora, más que cualquier cosa y no había podido llorar su partida. Tal vez me aferraba demasiado a las personas, aún guardaba el oso de peluche que me había regalado mi abuelo a los 6 años, el último peluche que mi padre me había regalado.

-¿Estás rezando?- Margot se sentó frente a mí quitándose los guantes de jardinería.

Negué soltando la medallita a la cual ni siquiera era devota

-No, es un regalo, eso hago cuando extraño mi casa  

-¿Puedo?- extendió la mano y yo la dejé que la tomara, halago el material y los detalles, pero después sus hijos se unieron a nosotros.

-¿Si me voy será muy obvio?- Timmy le preguntó a su madre

-No, puedes irte antes de que llegue, llévate a Sam

-No, no. Tengo algo que hacer- lo había dicho nervioso, como si no quisiera que le preguntarán qué haría- lleva a Sofía, necesita salir un poco

-¿Tú crees?- lo mire odiandolo por decir eso

-¿Vamos?- Timmy me pregunto pero por primera vez veía ese gesto en su cara, ese gesto de súplica y entendí que realmente no quería estar aquí cuando Melody llegará. Terminé aceptando por el simple hecho de que también me quería alejar de este habiente, él no era mi mejor opción pero si era la única.

Un camino en coche silencioso con música a un volumen bajo solo de fondo, las ventanas arriba y el clima del coche. Los prados pasaban con rapidez por la ventana, capas verdes y probablemente dejaban un aroma delicioso a naturaleza pero solo podía imaginarlo; Tim y yo éramos tan distintos, yo probablemente conduciría a varios kilómetros más que él, con las ventanillas abajo y dejando que el aire jugará con mi cabello, la música a un volumen tan alto que la sentiría cualquiera que pasara junto a mi.  

Entramos a un tienda de trajes, más elegante de lo que esperaba; pero si podia imaginar a Tim entrando a estas tiendas en las grandes ciudades. Camine entre los aparadores viendo los trajes y los accesorios que usaban en estos.

-¿Que opinas?- Salió del vestidor con un traje clásico tono oscuro y corbata roja

-¿No te gusta más esto?- le mostré una camisa en rosa pálido y una corbata a juego con el saco

-¿Rosa?- se acercó a ella y la tomó de mis manos

-Creo que es un maravilloso color, puro pero con un romanticismo sin malas intenciones

-Dices mucho para que solo sea un color- sonrio y entro al vestidor, la camisa le ajustaba a la perfección, no lo hacía ver nada diferente; siempre traía camisas a botones y pantalones oscuros.

-Lo ves- le ajusté la corbata al cuello- te luce mejor

-Estoy de acuerdo, me lo llevaré

Pasamos a tomar un café después de sus compras, todo el tiempo había sido tan cortés; sus atenciones solo eran de un caballero. Me abría la puerta de las tiendas, me daba la mano al bajar del coche y cerraba la puerta de este después de que subiera, me dejó sentarme primero a la mesa y después él, eran esos tipos de detalles que eran muy improbable vivirlas en este siglo.

-¿En qué piensas?- dejó su café frente a él y me miró

-Nada en particular

-Dudo que no tengas nada de qué hablar- entendía que tal vez yo era su peor opción a compañía, que siempre sería tan directo pero algo en mi pensaba poder dar este viaje sin hablar.

-Te sorprendería, prefiero solo quedarme en silencio

-Sam dice que sueles callarte cuando sientes que las personas se están acercando mucho a ti

-¿Cómo podría aplicar eso contigo?

-Bueno entonces cuéntame tu traiga historia- su tono incrédulo siempre lograba ponerme de malas

-¿Por qué crees que tengo una?

-Todo el mundo la tiene, más de tu tipo que no les importa nada y convierten su corazón en una clase de caja de Pandora

-¿De mi tipo?- odiaba seguirle su juego cuando se ponía de sabelotodo pero me indigna a que quiera aplicarlo conmigo

-No es un secreto que escapas de tus sentimientos, que los mantienes a un margen que puedes controlar.

-No sabia que tu entretenimiento diario era deducirme

-Es natural, cuando alguien oculta algo necesitas saberlo

-Pero no escondí nada  

-Eso dices tú

-¿Y qué me dices tú? ¿Por qué evitar a Melody?

-Todos caemos ante un rostro bonito, hasta tu y yo. Pero aún no estaba tan carente de mi sentido común y me aleje.

Aún no sabía cómo alguien se interesaría en Melody, era una niña mimada, nada más que eso.

-¿Porque mi hermano? Si jamás te has enamorado porque lo que no sentiste en 20 años lo sentiste por un chico que conociste en quince días

-Sam es un sueño, sería tonta si no lo aprovechaba

Una conjetura fue fácil y solo eso bastó para que todo en mi se volviera confuso, incrustado sus dudas sobre mi en mi. ¿Todo esto lo haces por ti? ¿La decisión tan apresurada de amar fue por ti o solo porque Bruce y Lizzie los emparejaron? O tal vez hay algo más que no se, no eres de las que teme por la soledad.

Mi contestación fue una risa y un simple jamás dejaría que vivan por mi.

¿Pero eso era una respuesta real o solo mis ganas de no darle la razón? Después de ello nos fuimos a casa, aún con pensamientos revoloteando en mi cabeza él se había dedicado a abrir la caja de Pandora poco a poco, para crear una destrucción en mi vida de la cual no sería presente.

Me marché para no verlo lo que restaba de día.

Lost lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora