Kevin se marchó después de terminar y mi tía se llevó a mi madre a dar su baño y seguir su rutina habitual, la podía ver un poco ansiosa pero no me permitió acercarme y ponerla más de los nervios.
-¿Todo está bien?- Sam me preguntó cuando me quedé ahí sin decir más un poco tiempo
-Sí, vamos les mostrare la habitación
Los lleve a la única habitación libre, la de mis abuelos. Estaba limpia y aún quedaban un par de cosas de ellos, saque un par de cobertores del armario. Sam comenzó a arreglar la cama y Tim a desempacar, les avisé que iría a hacer lo mismo en mi habitación que estaba justo al frente. Sin pensarlo mucho sentía que mi cabeza se estaba comiendo a si misma, en otro momento solo le hubiera dicho que sí a Kevin si mi madre así lo hubiera querido aunque ella jamás me habría obligado, eran cosas que se hacían porque era un bien común, pero ahora lo quería a él, al chico que me estaba enseñando a quererlo a quien me estaba cautivando.
Volví a mi escritorio y desatranque ese viejo cajón con todos los escritos antiguos de los que ya no tenía ni idea, aún tenía hojas blancas sin vida, tome una y la pluma de tinta negra que estaba sobre ella.
Cuando escribía siempre era porque no podría entender mis sentimientos, porque no los sentía míos pero ahora no me sentía así, estaba segura de lo que quería. Jamás me importó lo que mi tía viera mejor para todos pero mi madre siempre me importó más que nada.
Me había quedado un tiempo hundida en mis pensamientos, eran las 10 en punto, de un salto corrí fuera de la habitación, comencé a apagar todas las luces y entre a la habitación de mi madre para darle sus pastillas pero mi tía se había adelantado, la tenía recostada y esperando a que durmiera. Le dejé un beso en su frente y me marché deseándole buenas noches a mi tía. Recordé a los chicos en la habitación más fría de la casa y fui a verlos, ambos hacían un juego para ver quién se quedaba la cama, tenían la puerta abierta así que podía verlos tal como eran, dos niños jugando.
-Está bien, conservala- Tim se rindió dejando la moneda
-No quería interrumpir pero a las diez guardamos un poco de silencio.
-Es un poco temprano
-Lo siento
-Entendemos- Tim asintió y bajó el volumen de la televisión
-¿Les falta algo más?
Sam negó pero Tim camino hacia mí cerrando la puerta tras de él para quedar ambos en el pasillo con un poco de privacidad
-¿Puedo acompañarte?
Dude un segundo pero al final acepte, lo deje entrar a mi habitación mientras yo iba por mi taza de té; en el pasillo podía sentir el aroma a lavanda, recordé esas veces que encendía esa vela de mi habitación con lágrimas en los ojos después de la partida de mi abuela, del primer rastro de dolor y de sentir que todo estaba en una oscuridad.
Al llegar vi que Tim había encendido la vela que me había regalado mi padre «Jamás tendrás oscuridad si la llevas contigo, no importa que todos estén a oscuras, tú siempre tendrás una chispa de luz» me había dicho cuando la dejo en mis manos.
Después de la partida de mi padre esa vela jamás se había vuelto a encender y ahora volvía a inundar mi habitación con recuerdos, con un nudo en la garganta me acerque a Tim, quien pasaba sus ojos por las hojas de mi escritorio. No me incomodaba que él viera todo lo privado en mi, no quería que esas cosas que ya causaban dolor causarán aún más cuando él se marchara.
Apague la vela con un soplo y quite las hojas que admiraba como lo más hermoso
«lo siento» se disculpó al verme tan alterada, negué dándole a entender que todo estaba bien.
-No pensé que escribieras, lo haces maravilloso
-Hay muchas cosas que aún son una incógnita de ambos
-Quiero descubrirlas todas- se acercó a mí y acaricio mi cabello- no quiero secretos, no quiero ocultarnos cosas o sentimientos
Cualquiera hubiera pensado que esa era la propuesta más directa para entregarnos mutuamente y ser uno solo, pero de algo que estaba segura es que ambos teníamos el mismo concepto de entregarnos y no era solo ver bajo nuestras ropas y tocar partes que muchos o pocos habían tocado, esto era más personal, exhibirnos más de lo que cualquiera podía ver, decir lo que nunca nadie se atrevía a decir en voz alta sin parecer ridículo.
-Enseñame a extrañarte cuando partas, a sentir que mi vida es incompleta si no estás tú- estaba tan cerca de mi que me sentía vulnerable
-No sería capaz de lastimarte
-¿Puedo?- me preguntó mientras veía mis labios
Muchos se cautivan por un beso robado, por la iniciativa o “valentía” que eso significaba pero yo, yo prefería esto, prefería a Tim sobre todos, el chico educado que pedía permiso y su término de valentía era declarar su amor con los dados echados.
Asentí dejándolo unir sus labios a los míos, sus manos me sostenían la espalda y me acercaba a él, cuando dicen que las chispas vuelan mientras besas a alguien especial era de alguna manera real, nunca había experimentado tal movimiento en mi interior aunque yo estuviera moviéndome tan lento que apenas se podía percibir. Los labios de Tim eran la textura más placentera que jamás pude haber sentido, lo recordaría cada que tocara mis labios, recordaría sus pronunciados y suaves labios.
Era lo que ambos necesitábamos pero no queríamos hacerlo sin estar seguros, aunque después de esta noche estaba segura que él vería más cosas de mi que nadie más y eso ya lo haría permanente en mi vida. Nos apartamos ambos y pasé las manos por su rostro, sus ojos me observaban y sonreía de una manera única, no sabía lo loca que me volvían las arrugas que se formaban a los costados de sus labios, me encantaba hasta lo más defectuoso de él. Podía observarlo toda esa noche como mío, me encantaba sus cejas oscuras sobre sus ojos avellana, al contraste de su pálida piel, hasta su nariz me gustaba por formar un perfil hecho a mano sin moldes especiales, pequeña y delicada.
Ambos a la oscuridad, quería pensar que los dos nos observamos cada detalle para el momento en el que nuestros caminos se separaran, aún podríamos cerrar los ojos y recordar nuestros rostros así de cerca.
Aquí sin testigos nuestra vida estaba arruinada, por un amor que creció de la nada sin que lo notará y que jamás sería, aunque ambos sabíamos que esto era inútil, queríamos estar aquí.
Quería saber si filosofía, lo que pensaba de la vida, lo que corría por su mente y saber más de él de lo que él mismo puede saber.
-Tal vez quieras saber lo que la musa que me visita por las noches en tu nombre me hace plasmar en las hojas.
Asentí sentándome en la cama y dejándole lugar junto a mi. Se recostó en la cama, buscando algo en su libreta, mientras que yo lo observaba.
Esta semana juntos queríamos disfrutarla sin que la realidad o las ideas sociales del amor nos afectarán, queríamos sentir que nuestras vidas se encontraban y se perdían con nosotros.
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Lost life
Teen FictionEl tiempo perdido y la rutina, esos son los más grandes enemigos de una persona y en este caso, lo único que conoce Sofía. Dedicada a una vida que ella no había tenido oportunidad de decidir, era la vida que le había tocado. Eso era todo, sin desli...