Bajo control.

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Cuatro gotas resbalan por mi rostro. Mi respiración está completamente descontrolada. Mis pulsaciones disparadas. Mis piernas tiemblan y mis puños aun escuecen.

Claramente, hay cosas que no puedo controlar. Pero el cuerpo humano es meticuloso y algo realmente difícil de manejar, todo lo demás, si está al alcance de Betty Cooper.

La realidad es que el control me permite tener una vida normal, o al menos, una vida parecida a la de los demás. Cuando hablo de los demás, me refiero a aquella mayoría de la que nunca sabes si formar parte es bueno o malo pero a la que todos nos aferramos cuando estamos aterrorizados por lo que pueda pensar en si, esa misma mayoría. Aunque mi dilema era otro, yo no tenía miedo de lo que pensaran los demás, tenia miedo de mi misma.

- Betty, ¿estas lista? - preguntaba mi amiga desde el otro lado de la puerta de los vestuarios.

- Si, un segundo. - Respondí con voz entrecortada mientras terminaba de atarme las zapatillas de deporte.

-¿Sabes? Sigo pensando en eso de la fiesta del sábado y...

- No, Verónica. - La respondí cortando toda posible conversación al respecto.

-Betty, tienes que desconectar. No puede ser bueno para ti pasarte el día matándote a entrenar, siendo la chica perfecta para tus padres y encima encargándote de Marcus.

-Es mi vida, me gusta. No veo cual es el problema.

-Y yo lo respeto, porque soy tu amiga, pero creo que nadie te va a devolver el tiempo, Betty.

-¿Devolverme el tiempo de qué? -pregunté sin entender.

-Olvídalo.- dijo dándome por perdida.- Pero me gustaría que dejaras de aparentar todo el día que estas estupendamente y disfrutaras un poco. ¿Te has mirado al espejo?

-No se a que te refieres.

-Betty, empiezas a tener cara de amargada. -fingí ofenderme vagamente - Sabes a lo que me refiero, yo soy tu mejor amiga, se que ni siquiera tu puedes seguir cargando con toda esa falsa perfección que te han impuesto.

-No es perfección Verónica, es control, soy organizada y me gusta que las cosas salgan como quiero que salgan.

-Dios mio, ¿te estás escuchando? Estas describiendo un trastornó obsesivo compulsivo, y detrás de toda esa obsesión solo hay...

-Vaya, ¿ahora eres mi psicóloga? - pregunté sintiéndome algo más agobiada con la conversación. -Verónica, no voy a ir, olvídalo. Ah, y no soy... - dije mientras me giraba para zanjar el asunto y despedirme de ella camino a mi taquilla, cuando noté el contacto con alguien y me gire rápidamente para no chocarme.

-Vaya, la señorita perfecta casi comente una imprudencia - dijo aquel idiota de la chaqueta de cuero mientras me miraba de arriba abajo como si eso fuera a tener algún efecto en mi, olvídalo, la imprudencia sería darte importancia Jughead Jones.

Entre luces y sombras  |  BUGHEAD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora