Desconocido.

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Eran las cinco de la mañana, y yo seguía mirando fijamente el techo de mi habitación. A solo unos metros estaba Marcus, mi hermano, el que ahora, era un completo desconocido para mi. Él había intentado hablar conmigo, pero yo necesitaba más tiempo para reorganizar mi cabeza y recuperar mi control. Una parte de mi necesitaba ayudar a Marcus, pero otra, quería mandarle a la mierda y dejar que cometiera sus propios errores, pero aún, seguía tirando de mi la parte controladora.

-¿Qué esperabas que te dijera, Betty? Tampoco es que puedan contarlo. - dijo mi amiga mientras comíamos.

-¿Que quieres decir?

-Pues eso, que a los que están en iniciación no les dejan contar nada.

-Soy su hermana, creo que tendrán excepciones para sus estúpidos códigos.

-Relájate, además, todo esto significa que a partir de ahora nadie se meterá contigo, los serpientes de protegen también a ti por un rollo de lealtad familiar.

-Ya, pero resulta que mi problema reside dentro de esa "nueva familia" a la que mi hermano nos ha arrastrado.

-Ningún serpiente te dirá nada ahora, olvidaté de Sweet Pea y de Toni.

-No pensaba precisamente en ellos. - mi amiga me observó pero no preguntó nada más ya que mi hermano se acercaba en nuestra dirección con su nueva chaqueta que lo convertía en miembro oficial de los serpientes.

-Hola chicas, Verónica, te importa si...

-Yo me voy ya si, luego hablamos.

-¿Que quieres? - le contesté cortante.

-Se que no debería haber hecho las cosas así...

-Te equivocas, no deberías haber hecho esto y punto. - le interrumpí.

-Betty, esto me hace feliz, me gusta, ellos...

-Ellos, ¿qué? ¿que te dan ellos que no te dan tus amigos del equipo?

-No lo entenderías Betty y tampoco te culpo. Eres demasiado... diferente.

-Soy demasiado, ¿qué? ¿Quizás controladora, perfeccionista? - dije clavando mis ojos en los suyos- Solo pretendía ayudarte, ser una buena hermana.

-Has intentado controlarme Betty, es mi vida, pareces mamá. -dijo subiendo el tono de la conversación y por un momento, vi también esa oscuridad en mi hermano.

-No voy a dejar que arruines tu vida Marcus.- dije golpeando la mesa y entonces me percaté de que todo el mundo nos miraba, incluso los serpientes, entre ellos Jughead que rápidamente me sostuvo la mirada durante un micro-segundo mientras dejaba escapar pequeñas cantidades de humo por su boca.

-No voy a seguir hablando esto aquí, nos vemos en casa. -Me dijo y se marchó de nuevo con su nueva familia.

Últimamente, ni siquiera conseguía sentirme mejor golpeando el saco de boxeo, me faltaba el aliento pero aun tenía energía para seguir pegando durante horas y días. Los días pasaban y cada vez me sentía mas lejos de mi hermano, ya casi no hablábamos, en casa usábamos simples formalismos para que papá y mamá no sospecharan, pero en cualquier momento se desataría la hecatombe.

Eran las cinco de la mañana del viernes cuando escuché la puerta de casa abrirse, sin duda era Marcus llegando de alguna fiesta... o alguna entrega de droga. Aquello último me dio escalofríos. Le escuché subir los escalones con sigilo hasta la puerta de su cuarto y ahí fue cuando escuche un quejido y salí disparada hacia el pasillo. Ahí estaba mi hermano intentando abrir su puerta con la mano toda ensangrentada y algunos rasguños en la cara.

-Vaya, ¿los mafiosos te han hecho pupa? -dije intentando controlar mi ser y no entrar en cólera.

-Me alegro de que al menos te divierta.

-No me divierte, de hecho, me revuelve las tripas. Pero tu prefieres que después de verte así piense que te has caído de un columpio o te has vuelto a dar con una estantería, ¿no es así?

-Betty, no tengo tiempo para sermones.

-¿Esto va a ser así siempre? ¿Hasta que un día llegues con una herida de bala?

-Estas exagerando otra vez Elisabeth. Imagino que como mucho algún navajazo. -dijo intentando bromear.

-¿Te parece divertido?- dije llena de indignación - Esta bien, se lo contaremos a papá y a mamá, a ver que piensan ellos.

Vi como prácticamente, sin poder terminar mis palabras, Marcus volaba por el pasillo para destruir la distancia que había entre nosotros, me agarró fuerte de los brazos, inmovilizandome y dejándome sin poder reaccionar.

-No harías eso, Betty. No vas a decir nada.

-¿En que te has convertido Marcus? -dije mientras se me escapaba una lágrima y él me quitaba las manos de encima.

-Lo siento- dijo sin poder mirarme - Pero, por favor, no lo hagas.

-Ya no eres mi hermano- le dije y me introduje en la oscuridad de mi cuarto y de mi ser.

Entre luces y sombras  |  BUGHEAD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora