Nosotros.

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Por fin, los exámenes habían terminado. Una presión menos que sostener sobre los hombros, sonreí, después de tantas semanas, podía respirar. Semanas, habían pasado semanas desde que Jughead había dormido en mi cama y después de aquel día todo había sido diferente.

Cuando me desperté, aun en aquel hueco de la ventana, vi mi cama totalmente vacía. No había notas, no había mensajes, no había rastro de que todo aquello hubiera sucedido. Entendido pensé, mensaje captado Jughead Jones. Yo debía respetar sus decisiones, y hacerme a la idea de que ya no habría un nosotros.

Él no me quería en su mundo, por mucho que yo quisiera ayudarlo y aquello dolía, algunos días más que otros, pero tenia que seguir mi camino y él el suyo. No volvimos a hablar, ya no hubo más miradas de odio ni más besos. Aunque más o menos estaba recuperando, poco a poco, mi vida de antes o eso me gustaba creer, porque era cierto que cuando le veía caminar por el pasillo y su mirada se posaba en la mía, sentía otra vez los besos, las caricias, las sonrisas y dolía tanto que solo podía fingir una sonrisa mientras intentaba seguir caminando con el corazón totalmente roto. 


-B, ¿estás escuchando?- preguntó mi hermano, buscando mi mirada que andaba perdida en algún punto entre mi comida. 

-Si.- dije sobresaltada.

-Había pensado que si te parece bien, podríamos hacerlo así. 

-Claro.- le dije sonriendo. -Lo que tu quieras, es tu cumpleaños. 

Dentro de unos días celebrábamos el cumpleaños de Marcus, él estaba realmente feliz contándome todos sus planes para la fiesta y cómo había convencido a sus amigos del equipo y también a los serpientes de que asistieran, intentando, de alguna manera, unir a sus dos mundos. Una idea horrible a mi parecer, pero mi hermano solía tener más fe en los demás y siempre se las arreglaba para obtener todo lo que quería, no solía darse por vencido, no era como yo. 

-¿Podrías acompañarme esta semana a comprar todo?

-Si, la verdad es que ahora mismo no es que tenga mucho que hacer.

-¿Puedes ser más aburrida, Betty Cooper?- dijo Ryan sentándose a mi lado. Pensé que podría librarme de todo esto, pero no, estábamos sentados en la mesa de los serpientes, tarde o temprano tenían que aparecer. -No dejes que tu hermana te de ningún consejo, no tiene ni idea de fiestas. 

-Eh.- le dije fingiendo estar algo dolida por su comentario.- Yo he organizado más de una fiesta.

-¿Alguna en la que no se sirvieran tarta y refrescos?

-No.- dije sentenciando la conversación, no tenía nada más que añadir, Ryan tenía razón. 

Localicé a dos personas al final de la mesa, una que me miraba descaradamente y otra que parecía intentar no mirarme. Toni estaba sentada encima de Jughead, no era la primera vez que veía esa escena, recordé como solía darme igual, incluso me parecía algo patético pero ahora, no podía mirarlos, me ardía el pecho, apreté tanto las manos que volví a hacerme aquellas heridas en las palmas.

-B, ¿estás bien?- preguntó Marcus.

-Si.- dije mintiendo vagamente.

-¿Estas segura? Estabas apretando mucho la mandíbula. 

Entonces un pequeño chillido llamó la atención de todos los que estábamos allí sentados, todos miramos la escena entre Jughead y Toni. Ella ahora estaba sentada en la mesa, peleaban por un trozo de comida, cuando Jughead se acercó a ella para comerse el último trozo, ella retiró su mano y en su lugar plantó un beso en su boca. Se creó un silencio durante unos segundos, Jughead se giró preocupado en mi dirección, nuestras miradas se encontraron una vez más, esta vez más de lo que se había permitido mirarme desde la última vez que hablamos. Le miré seria, dolida, asqueada por lo que acababa de ver. Los demás volvieron a sus conversaciones, incluso Toni, con aquella pequeña sonrisa diabólica dibujada en su cara, agarró su móvil y comenzó a hacerse selfies, como si no hubiera ocurrido nada extraño. Sentí como si algo que ya estaba roto dentro de mi, volviera a romperse, en cachos aun más pequeños, haciendo aquello cada vez más difícil de arreglar.  

-Betty. -susurró mi hermano. Sacándonos de aquel cruce de miradas, tenso y frió. Respiré, intentando recomponerme demasiado rápido intentando que pareciera creíble.

-Me tengo que ir.- dije sin poder mirar a nadie, dejando que el pelo me tapara la cara.

-¿Donde vas?- dijo mi hermano. 

-Tengo entrenamiento en un rato y quiero pasarme antes a ver a Verónica. 

-Vale. Luego te veo.

No pude volverme a mirarle, no podía, me ardían las venas, me escocía como si en lugar de sangre corriera veneno por ellas. Quería gritar, quería llorar, quería haber pegado a Toni. ¿Cómo era posible que un gesto tan tonto como un beso pudiera encender tanta oscuridad en mi?  Nosotros no eramos nada, jamás habíamos sido nada y él me había dejado claro que no íbamos a ser nada, si era cierto, si no teníamos ningún pasado ni ningún futuro, ¿por qué sufría tanto en el presente?

-No vuelvas a hacer eso.- escuché decir a Jughead mientras me marchaba, con toda la seriedad y el malestar en su voz mientras ella reía incómoda, parecía como si fuera la primera vez que la rechazaban en público. 

-Pero, Jug. Pensé que tu y yo...

-Nunca más, ¿me has oído? -fue lo último que pude escuchar. Y no pude evitar sentirme algo mejor, dejando que mi corazón le diera otra oportunidad y confiara de nuevo en aquel nosotros que no podía ser. 



Entre luces y sombras  |  BUGHEAD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora