Observo profundamente tus ojos, te toco más y más cada vez. Cuando te vas, ruego para que no lo hagas. Menciono tu nombre dos o tres veces en una misma frase. Parece gracioso tratar de explicar la manera en la que me siento, mi orgullo es el único culpable. Porque no soy capaz de entender como tu amor puede lograr lo que nadie puede. Parezco una loca ahora mismo, una loca enamorada.
Eran las cinco de la mañana, me desperté agitada, sudando. Había vuelto a pasarme, era la tercera vez esta semana. Aquello era una pesadilla. Esa canción una y otra vez en mi cabeza, mientras él me tocaba, me besaba, me agitaba. Parecía tan real que no parecía un sueño y por eso era una pesadilla, porque no era real.
-Necesitaba contárselo a alguien.- dije mientras respiraba y sentía aquel dolor aliviar un poco mi pecho.
-¿Qué le pasa a ese chico?- inquirió mi amiga.
-No lo sé -dije mintiendo.
-No se como fuiste a buscarles. Estas loca.
-Te dije que estaba Marcus.- mentí otra vez.
-Betty, ten cuidado, estoy empezando a pensar que te estas involucrando demasiado.
-¿No eras tu la que siempre me decía que tenía que cambiar?
-Si, pero no así. Hace dos días lo más parecido a una fiesta que conocías era un baile de instituto y hoy te dedicas a rescatar a tíos de peleas mientras os persigue la policía. ¿Es un gran cambio, no crees?
-Solo ha sido una vez, Verónica y además sabes que haría cualquier cosa por Marcus.- dije justificándome nerviosa.- Estoy harta de que jamas esteis contentos con lo que hago, siempre es poco o demasiado, nunca estáis satisfechos. -le dije y me marché enfadada.
Pero no estaba enfadada con Verónica, estaba enfadada conmigo misma. Pensé que contarle a Verónica mi encuentro con los serpientes sería buena idea, pero claro, evité contarle que primero besé a Jughead, después le menosprecié y por último fui a buscarle mientras se peleaba a muerte con unos idiotas. Quizás eso hubiera cambiado la percepción de Verónica, pero no me atrevía a contarle nada aún, ni a ella ni a nadie. Aunque guardar todo eso me estaba volviendo loca.
-¡Betty! -escuché por tercera vez . -¿Puedes intentar sincronizar tu culo con la música, por favor?
-Perdona Cheryl, lo estoy intentando.- dije nerviosa, sudando y totalmente desconcentrada. Tenerle en la cabeza ya era suficiente castigo, pero encima, tenerle en frente, suponía perder el control absolutamente. Después de todo lo que había pasado, de todo lo que habíamos vivido en apenas unos días, la agonía aumentaba. Le veía en sueños, le veía en mis pensamientos y también tenía que verle todos los días, en el instituto. Jamás me había importado que los serpientes estuvieran cerca mientras entrenábamos, siempre se reunían debajo de las gradas por lo que solían estar siempre en el otro lado del campo.
-¡Parad!- volvió a gritar Cheryl.- Esto es un verdadero desastre, os ponéis las pilas u os largáis de la competición y eso significa que os del equipo. ¿Entendido? -dijo mirándome. Cogí aire, cerré los ojos, pero de nada servía, podía ver los suyos cada vez que cerraba los míos. Esos ojos llenos de miedo, de rabia, de odio, de oscuridad, incluso en ocasiones, de luz. La angustia crecía por momentos.
-¡Betty Cooper!- volvió a gritar Cheryl.- Se acabó, te he dado mil oportunidades, pero claro, ahora que te has unido a esa panda de psicópatas asesinos en serie no tienes tiempo para dedicarle a tu equipo, ¿verdad?- apreté mis puños y cerré los ojos.- Siempre supe que tu hermano acabaría en ese grupito.- dijo acercándose tanto a mi que pude sentir el odio con el que escupía cada palabra- Siempre fue un bicho raro.- y entonces perdí el control, como ya venía pasando desde hace un tiempo, pero esta, fue peor que las anteriores.
-Si vuelves a hablar así de mi hermano, te juro, que te mataré. -dije lentamente, susurrando cada palabra. Su cara palideció, se tensó completamente. Dirigí mi mirada hacía mi mano derecha la cual estaba apretando la muñeca de Cheryl, tan fuerte, que cuando la solté vi como una marca roja se extendía por ella. Pestañeé varias veces, intentando despertar de aquella pesadilla, intentar volver el tiempo atrás, pero era imposible, vi como me miraban todas mis compañeras del equipo, mis amigas. Tenían miedo, me tenían miedo. ¿Por qué no me despertaba? ¿Por qué no acababa este maldito sueño? Quizás, porque esta vez, si era real.
Salí corriendo hacia el pasillo que llevaba a los vestuarios, pero no conseguí llegar, me apoyé en la pared hasta caer al suelo. Comencé a sollozar, las lagrimas caían por mis mejillas y me quemaban, mostrándome la cruda realidad. Cada vez perdía más y más el control, cada vez más y más, el monstruo ganaba a la niña perfecta.
-Toma.- escuché que decía alguien. Levanté la mirada y lo vi, un rayo de luz alumbraba el pasillo y lo alumbraba también a él, haciéndolo todavía más odioso y deseable.
-Gracias.- dije agarrando aquel cuaderno que sostenía entre sus manos.
-Se te ha caído mientras, ya sabes, huías. -dijo remarcando la última palabra.
-No estaba huyendo.- dije nerviosa, lo último que quería era que él supiera lo que acababa de pasar.
-Cuando antes lo aceptes, menos dolerá. -me dijo apartando el cigarrillo de su boca y sosteniéndolo entre sus dedos.
-No entiendes nada.- le dije furiosa, otra vez, conmigo misma.
-¿No puedes por una vez aceptar un puto consejo? Por mucho que venga de alguien que no es nadie para ti. - dijo lleno de rencor. Aquello me dolió, pero me lo merecía. Tiró el cigarrillo al suelo y le vi perderse entre la luz.
-¿Por qué me ayudas? -dije pensando que no podría oírme.
-Te debía un favor, por ya sabes, la pelea. Me gusta pagar mis deudas, pero tranquila, estamos en paz. -y volvió a desaparecer, dejándome sola y rota. Jughead tenía razón, otra maldita vez, él tenía razón. Tenía que aceptar que había otra parte de mi, me gustase o no. Luchar contra esa parte solo me había dado malos resultados, había sido como golpearme con una pared una y otra vez. Que fuéramos tan diferentes y a la vez tan parecidos, era una realidad y que Jughead Jones me hubiera ayudado, también había sido real.
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Entre luces y sombras | BUGHEAD.
FanficAnte la luz, todo es perfección. Entre las sombras, aparecen las debilidades. He perdido el control de mi mundo y todo es culpa tuya, Jughead Jones.