Juego.

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¿Era posible seguir sintiendo aquel dolor después de tres semanas? La respuesta era sencilla, si. Desde aquel día nada había vuelto a ser igual. No había podido recuperarme de aquel golpe. El tiempo lo cura todo, si, pero al parecer era mucho pedir que ese dolor se fuera de mi pecho después de 21 días. Llevaba tiempo luchando con la idea de averiguar que era lo que más me había herido; ¿su pensamiento sobre mi?, ¿el hecho de no volver a sentirle cerca mía?, ¿no conocer en absoluto sus motivos para todo aquello? Seguramente era una mezcla de todo, y todo se hacía más difícil teniendo que vernos todos los días.

Fue a mitad de la segunda semana cuando tuve que contarle a mi amiga toda la historia, esta vez la real, con todo lujo de detalles y sin reservarme mis sentimientos. Me dio igual sentirme juzgada o incomprendida. Después de haberle visto juguetear con Toni cerca del baño de las chicas, riéndose y rodeando con su brazo la cadera de esta mientras intentaba quitarle el teléfono y discutían amigablemente, lo único que pude sentir fue sentí ira, dolor y oscuridad. Había jugado conmigo. Me había dicho todas aquellas cosas para que yo me sintiera mal, pero yo jamás le había obligado a participar en aquel juego. 

-Sabía que tenía que ser fuerte, pero debo reconocer que esto es incluso más fuerte de lo que esperaba.- dijo mi amiga con los ojos muy abiertos mirando a un punto fijo mientras yo secaba algunas lágrimas de mi cara.

-Siento no haberte dicho nada antes. Necesitaba creérmelo y asimilarlo yo primero.

-Te entiendo.- dijo girándose a mirarme y agarrando mi mano mientras sonreía.- Todo pasa B, cuando menos te lo esperes te habrás olvidado de toda esta historia, tienes suerte de haber salido pronto de ahí, podría haber sido peor.- me imaginé por un momento un millón de situaciones de lo que podía haber sucedido entre nosotros y luego volví a la realidad, era yo la que hace dos meses no quería que su hermano se acercara a él y a su grupo. 

-Chicas, ¿venís?- escuché que alguien gritaba desde el campo llamando nuestra atención en las gradas. 

-Claro.- dijo mi amiga sonriendo ampliamente a Archie y a Reggie, aceptando su invitación. 


Las siguientes semanas pasaron más amenas. Teníamos exámenes y debo reconocer que aquello me tuvo algo más distraída. Archie me pidió ayuda con algunas asignaturas y accedí a regañadientes, aunque Verónica estaba más entusiasmada que yo, diciéndome que aquello me ayudaría y me haría sentir mejor. Pero no fue así, no sentía absolutamente nada parecido por Archie, no sentía nada parecido por ningún chico.  Lo sabía porque por mucho que Archie se riera o se acercara a mi, incluso cuando sutilmente intentaba coquetear conmigo, no conseguía sentir nada, ni ver nada en sus ojos que me hiciera conectar con él, quizás porque era un chico totalmente trasparente y lo que me había llamado la atención de Jughead es que era como yo, algo oscuro. 

-Archie, tienes que intentar poner algo más de empeño. Sino suspenderás álgebra. -dije intentado explicarle del modo menos doloroso que era realmente negado para aquella asignatura.

-Lo intento.- me dijo con cara de pena y apoyando su codo en la mesa y la cabeza en su mano y mirándome cual animal enjaulado.

 -No lo intentas.- le dije riendo.- Te pasas el día entrenando y después en el POPs. ¿Crees que no te he visto?

-Creo que el problema es otro.- rió.- Tu me distraes.

-Ya, es fácil cargarle con el problema a otro.- dije esquivando su jugada. 

-Vale, es posible que no le haya dedicado suficiente tiempo, pero es que esta semana ha sido imposible con todos los entrenamientos, creo que voy a necesitar alguna clase extra. 

-Claro, te dije que te ayudaría, esta semana podemos quedar el jueves otra vez. ¿Te parece? 

-Fenomenal.- me dijo Archie sonriendo.- Pero esta semana termino muy tarde de entrenar, tendrá que ser en tu casa o en la mía. 

Me asusté. Pero no por el hecho de lo que me acaba de proponer Archie, sino por el estruendo que se escuchó dos estanterías detrás de la mesa en la que nos encontrábamos. Cuando me giré a mirar, la estantería de libros aún se movía y todos los libros de una de las baldas estaban en el suelo, no había rastro de nadie cerca de allí. Lo último que me faltaba era tener que lidiar también con fantasmas. 

-¿Qué ha sido eso? -le pregunté a Archie aun desconcertada.

-No lo sé, pero tranquila, estas a salvo.- dijo acariciando mi espalda y acercándose a mí. Me tensé y tomé distancia, volviendo a la conversación que acabábamos de tener. 

-Escucha Archie, no me parece que el mejor sitio sea ir a tu casa o a la mía. Si la biblioteca está cerrada siempre podemos ir al POPs. 

-Esta bien.- dijo Archie algo cansado, imagino que por mis continuos rechazos.


Archie Andrews era un chico normal, era listo, guapo y jugaba en el equipo. ¿Por qué no podía ser una chica normal y enamorarme de alguien como él? No, yo me había tenido que ir a fijar en un chico que sacaba malas notas, que buscaba problemas con todos y que encima, era el idiota más guapo del planeta. Su recuerdo quemaba en mi cabeza, en mis ojos, en mi piel. Jughead Jones mirándome mientras el flequillo le tapaba parte de la cara, Jughead Jones bajando de su moto, Jughead Jones acariciando mi mejilla, Jughead Jones confiando en mí y dándome la mano para que le sacara de aquella pelea, Jughead Jones poniendo sus labios sobre los míos, tocando mi cuello, mis hombros, mi espalda, mi... BASTA  me grité a mi misma en mi mente. Con tanto pensamiento no conseguía abrir mi taquilla, tuve que concentrarme para recordar el último número, cuando por fin la abrí, dejé mis libros y agarré mi uniforme del equipo, en ese momento, algo cayó al suelo. Una hoja de papel, doblada por la mitad, que para mi sorpresa, solo parecía traerme más quebraderos de cabeza. Contenía tres palabras que sacarían a Jughead y a cualquier otro pensamiento fuera de mi mente. ALÉJATE DE ARCHIE. Decían aquellas letras escritas en color rojo sangre.  

Miré para todos los lados angustiada, alguien me acababa de mandar una amenaza y no una cualquiera, sino que me alejara de un chico que me estaba pidiendo ayuda para sus estudios, por el cual no sentía nada pero todo indicaba que alguien pensaba lo contrario. Cerré la taquilla y me fui mirando fijamente aquella nota mientras andaba por los pasillos. Parecía ser verdad, cuando piensas que tienes un problema tan grande que nada puede ir a peor, en realidad, sólo es el principio de la partida, así que preparate Betty pensé,  aún queda todo el juego. 

Entre luces y sombras  |  BUGHEAD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora