Explicación.

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Tiré de su pelo mientras besaba mi cuello y maldije, porque había encontrado mi sitio favorito en el mundo, su regazo, sus piernas, su cuerpo. No podía parar de moverme, mi cuerpo subía, bajaba, trepaba por el suyo. Aquella era mezcla explosiva, la rabia, la ira, el odio, en resumen, el fuego, no dejaba de consumirnos mientras aquel WC se quedaba pequeño para tanto movimiento. Quizás el mundo se había detenido, al menos así paso para mi. No recordaba a nadie, no escuchaba a nadie, solo eramos él y yo, con nuestras heridas, nuestras cicatrices pero sobre todo, con nuestro deseo

-Estoy seguro de que eso hace más efecto que el hielo.- dijo alguien sacándonos tan brutalmente de nuestro momento que caí al suelo.- No, no, seguid pero yo que vosotros elegiría un lugar más limpio. -dijo Ryan divertido apoyándose en el marco de la puerta. 

-No-no. -tartamudeé muerta de vergüenza. -Me voy a... -dije sin poder mirar a Ryan, carraspeando mi garganta y arreglándome el vestido. Salí de allí tan rápido que me mareé. No pude mirar a Ryan y menos, a Jughead. 


No pude dejar de sonreír en toda la noche. Intenté pensar en otras cosas, pero cuando acabas de conocer el paraíso, todo lo demás parece menos interesante. Busqué a Jughead con la mirada varias veces, pero no lo encontré. Vi a mi hermano, vi a Ryan, vi a todos sus amigos, pero él  no estaba. Era la segunda vez que le besaba y esta vez había sido tan intenso que aún me temblaban las piernas. 

-¿En qué piensas? -dijo mi amiga sacándome de mis pensamientos de nuevo.

-Nada.- dije sonriente.

-¿Qué has bebido? - me preguntó Verónica riendo.

-¿Por?

-Se te ve distinta, como relajada, feliz.

-Estoy como siempre.- dije mintiendo, de hecho, estaba muy feliz.

-Oh dios mio. Dime que no has tomado drogas.- preguntó mi amiga preocupada.

-Verónica, relájate, no he probado ninguna droga.- dije mirando al suelo, porque si que había probado lo que a partir de ahora sería una droga para mi. 

-¿Entonces esto se debe a otra cosa? ¿Quizás a una persona que lleva sin quitarte el ojo de encima toda la noche? -me tensé. ¿Se había dado cuenta? 

-¡No!- dije algo sobreactuada.- Nadie me esta mirando.- dije mirando para todos los lados.

-¡Disimula!- me dijo Verónica riendo.- A tu derecha, Andrews. -giré un poco mi cabeza y le vi, Archie Andrews me miraba mientras hablaba con sus amigos del equipo, sentí un poco de decepción al saber que no era la mirada que yo esperaba. 


Había pasado una hora y media, pero parecía mucho más. Después de hablar un rato con chicos del equipo, y distraerme un poco, aún así quería saber porqué Jughead había desaparecido. Los demás seguían allí, pasándoselo bien, bebiendo y riendo. Me dirigí a la cocina, pero un escalofrío me recorrió todo el cuerpo al pasar por el baño. Reviví esa escena una vez más en mi cabeza. 

-¿Vas a entrar o te vas a quedar mucho más rato ahí parada? -dijo una voz detrás de mi. Era él.

-No, yo, en realidad, iba a la cocina. -dije sonriendo sin que él me viera, aun estaba de espaldas.

-Bueno, entonces entro yo.- me dijo y no me dio tiempo a quitarme cuando rozó de nuevo mi cuerpo, esta vez por accidente, pero me hizo paralizarme de nuevo.

-Espera.- dije antes de que cerrara la puerta.- Creo que deberíamos, ya sabes, hablar. -dije sin mirarle mientras colocaba mi pelo detrás de mi oreja con vergüenza. 

-¿Hablar de qué? - me dijo mirándome a los ojos por primera vez después de nuestro momento, pero algo hizo que me congelara, sus ojos ya no tenían fuego, sino que parecían un océano de hielo.

-Bueno, quería pedirte perdón, estos días, yo...- me faltaban las palabras, me tropezaba con ellas, estaba tan nerviosa que apenas sabía que quería decir.- Además, lo de antes...

-Tranquila.- me dijo sonriendo irónico, con algo de dolor en aquella sonrisa.- No tienes que darme las gracias.

-¿Darte las gracias? -dije sin comprender.

-Si, de nada. Ahora seguro que te sientes mucho mejor. -no tenía palabras, estaba totalmente perdida. 

-¿Puedes explicarme de que mierdas hablas? -dije bastante nerviosa.

-Las chicas como tú- dijo cagandola nada más empezar la frase.- Siempre tenéis la fantasía del chico malo, ¿no? Bueno, pues ya está, realizada. 

-¿Eres idiota? -dije rota, sintiendo como casi me ahogaba al hablar. 

-¿Crees que no se por qué lo has hecho? Debes de sentirme mucho mejor contigo misma, ¿verdad? -dijo sin mirarme mientras se apoyaba contra la pared y su pelo caía tapándole la cara.- Tú, la niña perfecta. Yo, el chico malo, rebelde sin causa, que solo atrae problemas. Seguro que tu cuento de hadas vuelve a tener sentido ahora.

-¿Cómo puedes ser tan cruel? -le dije encontrando el valor para poder enfrentarme a él, aunque no sabía cómo, porque me estaba destrozando con cada palabra. 

-¿Yo soy cruel? -dijo sin poder mirarme.- Eres tú la que me has utilizado para sentirme mejor, regodeandote sabiendo que puedes tener todo lo que quieres. Ahora, yo sigo siendo una causa perdida y tu la reina de tu castillo. Todo vuelve a la normalidad. 

-Mírame.- le grité, colocándome en frente de él. Quería ver si era capaz de decirme todo aquello a la cara y tuve que repetirle que me mirara ya que vi como lo evitaba, suspiró e intentó mirar en otro dirección, cuando por fin lo hizo, sus ojos estaban llenos de dolor, igual que los míos. 

-Eres un gilipollas. -le dije rota, intentando soportar toda aquella presión que sentía en el pecho. Le miré durante unos segundos más, esperando algo, una señal, una respuesta que me hiciera entender porqué se estaba comportando así. Pero no pude esperar más y salí de allí corriendo, ni siquiera me detuve cuando escuche el ruido de algo haciéndose añicos a mis espaldas.

  

Yo le había herido, pero no podía compararse con el daño que él acababa de hacerme. Había dejado por primera vez que Jughead Jones traspasara los límites, que me conociera, le había dejado tocar mi piel y que una parte de él dejara marca en todos aquellos lugares que había recorrido y ahora, toda mi piel ardía, había confiado en él y me sentía traicionada. Dolida. Engañada. 

Puede que todo tuviera una explicación, pero ahora mismo no la encontraba, intenté pensar en todos los motivos que Jughead tenía para pensar de esa manera, para pensar así de mi, pero la verdad es que yo no conocía a Jughead Jones, así que no podía esperar que él a mi si. Tenía muchas preguntas en mi cabeza, piezas del puzzle que no encajaban, ¿pero realmente quería buscar una explicación? En este momento habían roto algo dentro de mi y sólo quería recomponerme. 


Entre luces y sombras  |  BUGHEAD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora