Coraje.

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Debo admitir que eres realmente guapo, pero necesito algo más profundo que eso. Porque no quiero esto si es falso, porque este amor superficial me está volviendo loca y si me quieres, será mejor que también me necesites. Y si quieres conservarme será mejor que me trates como a una maldita princesa porque estoy cansada de no ser la primera, en esa relación superficial.


Contuve la respiración, escuché como mis dientes rechinaban y me limpié aquella lágrima que caía por mi mejilla. Había levantado tanto polvo con aquellos acelerones que había perdido la mirada de Jughead entre nubes de arena, me dolía el pecho, me dolía el alma. Otra vez, pensé, otra vez me iba sin respuestas y con muchas decepciones. Otra vez huía con el corazón roto.

Y frené en seco.

Esta vez no quería irme a casa a llorar, no quería ignorar sus llamadas, no quería tener que reconstruirme de nuevo. Esta vez, Jughead Jones iba a tener que escucharme.

Cuando conseguí calmar mi pulso y aquel polvo comenzó a disiparse, le vi de nuevo. Sorprendido e inmóvil, intentaba buscar algo en mi mirada, quizás ahora era él quien estaba perdido y quería respuestas.

-Escucha, Betty. No se que has oído pero... -dijo tropezándose con cada palabra, nervioso.

-Sabes lo que he escuchado y esta vez te voy a dejar que me expliques porqué pese a que sigo dándote oportunidades sigues siendo un capullo. -intentó contestar pero seguí con mi monologo enfadado- Llevo semanas aguantando a Marcus, incluso a Verónica, escuchando que me ibas a hacer daño y que porqué te dejaba jugar conmigo, pero no, yo quise demostrarme que serías diferente, que por mi serías otro, cuando en realidad, sabía que haría esto.

-Yo... -balbuceó, pero continué.

-Sigues siendo el mismo niño de siempre Jughead, esperando la mínima oportunidad para fardar y para seguir siendo el chico guay que tus amigos piensan que eres, pero estas solo y es porque tú quieres estar solo.

Ahora se limitaba a mirarme fijamente, incapaz de decir nada.

-Y si sigues así perderás a todos los que se preocupan por ti y eso me incluye a mi. Se que no tenemos un título y que jamás me has dicho que somos, pero no lo necesito, sin embargo, si necesito que me demuestres que no te importa lo que digan los demás, que te arriesgarías por mi.

Me miró con dolor, y es que, escuchar la verdad tiene sus inconvenientes. Pero también me miró con pena, sin poder ocultar a aquel Jughead de seis años lleno de miedo que quería dejar de tenerlo.

-No voy a dejar que juegues conmigo, no me importa lo que piensen tus amigos pero si me importa lo que tu les digas sobre mi.

Y me alejé unos pasos de él, con intención de marcharme, pero las palabras seguian escapándose de mi boca.

-No intentes llamarme ni perseguirme a escondidas cuando salgo del entrenamiento, demuéstrame que significo algo para ti. Así que, si te intereso, avísame cuando estés preparado para ser un adulto.

Y le di la espalda, incapaz de seguir mirando aquellos ojos azul océano en los que me había hundido tantas veces, pero hoy no podía, no iba a dejar que el mundo de Jughead me arrastrara con él. No iba a llorar por los rincones perdonando cada una de sus cagadas. No iba a dejarme arrastrar hasta una relación toxica. Él tenía que madurar, y no solo para conservar lo que teníamos, sino por su propio futuro.

Mientras caminaba hacia mi coche, tan solo el silencio me seguía, una calma invadía aquel lugar y también mi alma. Volví a mirarle a través de aquel espejo retrovisor, inmóvil y con una expresión difícil de descifrar. Jughead Jones había conocido una parte nueva de mi que ni yo conocía. Me temblaban las manos mientras agarraba de nuevo el volante camino a casa y me preguntaba una y otra vez de donde había sacado el coraje para hacer aquello.





-Será mejor que abráis ahora las piernas y no por las noches -dijo Cheryl derribando a una de nuestras voladoras mientras golpeaba nuestra torre de posición- Dentro de una semana nos presentamos delante de más de trescientas personas en el partido más importante de la temporada y vosotras seguís gastando vuestras energías.

Respiré hondo intentando tragarme mis palabras, Cheryl era insoportable pero el fin de curso la hacía convertirse en la malvada bruja del Oeste.

-No quiero más distracciones, ¿entendido? -dijo mientras colocaba su cabellera rojiza detrás de sus hombros.

Y bebí un sorbo de agua intentando no tener que volver a contestar.

-Betty -susurró Verónica intentando no ser vista por nuestra capitana.

-¿Donde está Jughead? -y dirigí mi mirada al sitio donde solía aparcar su moto cuando venía a distraerme sutilmente en mis entrenamientos.

-No lo se -respondí fría al no encontrar a nadie.

-¿Ha pasado algo?

-No.

Y volví a suspirar mientras retomábamos posiciones porque el coraje parecía haberme abandonado de repente. Quizás era miedo a escuchar un "te lo dije", quizás porque aun no quería reconocer que había pasado. Pero contarle a Verónica, la cual tampoco veía con buenos ojos a Jughead, lo que había pasado, no iba a traer más que reproches.

-¿Estas segura? Estas rara -y de nuevo, mi amiga leía mis pensamientos como si estuvieran escrito en mi frente.

-Acabo de recordar que hoy tenía que ir con los serpientes a... -y mi imaginación parecía colapsar por momentos mientras andábamos hacía la cafetería.

Pero debo aclarar que esta vez mi falta de picardía a la hora de mentir se debía a otra cosa, algo distrajo mi atención, parecía como si al cruzar aquellas grandes puertas de madera del instituto alguien hubiera puesto una diana en mi cara. Todo lo que solían ser gritos escandalosos y risas adolescentes se convirtieron en murmullos y todas las miradas distraídas ahora se concentraban en un mismo objetivo, en mi.

Miré extrañada pero seguí mi camino, yo no solía ser el centro de atención por lo seguí absorta en mi problema principal.

-Betty -escuché en un nuevo susurro, esta vez de mi amiga Verónica, la cual me paraba con el brazo, mirando fijamente algo que parecía ser un papel.

Contuve la respiración una vez más, no era un simple papel, eran cientos de papeles que  recubrían las paredes de todo aquel lugar, solo había cuatro palabras en color verde llamativo, acompañando a una fotografía y varios dibujos de serpientes. Me llevé las manos a la cara, horrorizada.

Y releí aquellas cuatro palabras una y otra vez: LA ZORRA DEL SUR y aquella foto mía, tumbada en una cama con toda mi ropa revuelta, dejando poco a la imaginación.

Levanté la vista justo en el momento oportuno para admirar como aquellas miradas me juzgaban mientras mi amiga Verónica me arrastraba hacía el baño de las chicas salvándome de un ataque de ansiedad. Parecía que las agallas habían desaparecido del todo y abracé a mi amiga descargando todo en ella, transformando el dolor en lágrimas.


No voy a negar que al principio era divertido, pero quiero más de lo que se ve a primera vista. Quiero saber si cuando me miras, ves todo lo que hay en mi, porque yo busco algo auténtico y si este amor es de plástico, se romperá. Porque puedo sentirte en mis labios todo el tiempo, pero yo realmente quiero sentirte en mi corazón y en mi cabeza.

Superficial love - Ruth B

Entre luces y sombras  |  BUGHEAD.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora