Capítulo 11.

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El fin de semana había pasado rápidamente. Fue menos insoportable de lo que había creído que sería; en realidad, hasta había sido lindo. El viernes por la noche me quedé hasta muy tarde hablando con Catt (había accedido a llamarla así, con la excusa de que Catherine era demasiado largo y difícil de recordar). Me contó mucho sobre ella, había llegado a Lightwater en primer año luego de que a su madre la ascendieran de puesto. Tendría que viajar mucho y no podían mudarse cada mes, así que fue la mejor idea. También le conté sobre mí, un poco. No hizo preguntas con respecto a mi madre, gracias al Cielo, aunque seguramente había escuchado los rumores ya. 

Cumplimos con el nuevo horario el fin de semana. No sería tan terrible acostumbrarnos a él. El resto del domingo lo pasé estudiando y haciendo deberes, hasta ayudé a Lucy y Karley con matemáticas. 

-¿Vas a comerte eso?- preguntó Catt señalando el resto de mi avena con leche. 

Alcé la vista de mi lectura. Era la primer clase de Literatura que tendría luego de mi desaparición la semana anterior, y realmente no quería que Dowers me odiara tanto como yo la odiaba a ella, así que estaba terminando el libro.

Sonreí y le asentí a Catt. No terminaba de comprender qué parte de su cuerpo almacenaba tanta comida, era una chica delgada.

Rachel se acercó a la mesa cargando una bandeja llena de comida. 

-Hey, Maddie...- susurró sentándose a mi lado. Aún se me hacía extraño que ella lo dijera, pero iba a acostumbrarme en algún momento. Mejor lo intentaba pronto. -La directora te mandó a llamar. 

-¿Por qué?- pregunté dejando el libro a un lado.

-Um, no lo sé. Te espera en su despacho, la profesora Monroe me lo dijo.- agregó enterrando una cuchara en su tazón de cereal. 

-Bien, supongo que es todo por ahora para ustedes, queridas.- dije levantándome de la mesa. -Las veré en clases.

Salí del comedor y, como todos los días, caminé bajo la débil lluvia hasta el edificio escuela. Fui hasta la oficina de Hooksenberg y toqué la puerta. La secretaria me hizo entrar al propio despacho. Había otro pequeño grupo de alumnos allí también sentados frente a la directora que me observaba casi sonriente, aunque no del todo. Ella no hacía eso, nunca.

-Siéntate, Maddisson. Estábamos esperándote.- dijo tranquilamente.

Iba a disculparme por hacerlos esperar, pero en realidad nadie me había dicho que debía estar ahí antes, por lo que solo me senté en el único lugar vacío en completo silencio.

A mi lado, Cora Black, la ganadora de la Feria de Ciencias de Londres los últimos dos años, me sonrió. También sonreí, en otra ocasión probablemente no lo habría hecho, pero esta nueva Maddison Alexander era distinta y sonreía a todos.

Mientras Hooksenberg hablaba, observé a mi alrededor cuidadosamente. No estaba allí con cualquier grupo de alumnos. Estaba rodeada por los mejores promedios y ganadores de toda clase de concursos intelectuales. Incluso la idiota de Margareth. Eran los mejores alumnos los que estaban allí, y yo estaba con ellos.

-Como sabrán, hemos comenzado a implementar un nuevo conjunto de normas y horarios. Es un cambio algo drástico, pero confiamos en que funcionará. Los reuní aquí esta mañana porque, luego de haber evaluado sus expedientes y calificaciones, creemos que son los más indicados para las clases de tutoría estudiantil.

Nadie parecía sorprendido por aquella noticia, pero yo lo estaba. Diablos, sí que estaba sorprendida. Nunca nadie me había considerado buena en algo específico lo suficiente como para ponerme a cargo de una clase de tutoría estudiantil.

Best Mistake {h.s.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora