Capítulo 30.

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-Entonces...- susurré jugando con la pajilla de mi malteada. -¿van a expulsarlo?- pregunté alzando la mirada. 

Andy se encogió de hombros.

-Es lo que todos están diciendo.- dijo apoyando los codos en la mesa.

-Wow...- murmuró Lucy. 

Todos en la mesa nos quedamos en silencio. 

No había visto a Catt desde que las clases habían terminado. Supuse que habría estado escondida en el sótano leyendo mangas con una linterna bajo una manta gruesa o encerrada en algún armario. Le gustaba hacer eso cuando estaba molesta o triste. No me había hablado en todo el día, aunque yo tampoco había intentado entablar una conversación con ella. Sabía que estaba molesta, y aunque Sean había recibido el castigo que se merecía siendo expulsado, y Margareth, Justine, Lissa, Genevieve y Christopher serían severamente castigados, no estaba de ánimo para rogarle que me hablara. Solo lo dejé pasar por el momento.

-Saben, yo... iré a ver qué tal está Ben.- dije levantándome de la mesa. Nadie me respondió, todo el comedor estaba demasiado tenso y silencioso. 

Caminé hasta la puerta bajo la mirada de algunas personas. Al principio creían que había sido yo quien había destruido el salón de Dowers ya que mi brazalete había sido hallado en la escena del crimen, pero gracias al Cielo eso ya se había aclarado, aunque yo seguía estando implicada de alguna manera. Avancé rápidamente hasta las puertas de vidrio que dejaban ver la tarde nublada afuera, el sol se había escondido tras oscuras nubes a lo largo del día, y los que conocían más el clima decían que se aproximaba una fuerte tormenta. Estaban en lo cierto en más de una manera.

-Maddison...- escuché una voz justo cuando tomaba el picaporte. Y no era cualquier voz. Era su voz. Me volteé para encontrarme con Harry parado frente a mí. -¿Podemos hablar?- preguntó en voz baja. Cualquier otro día, habría tenido que gritar para que pudiera oírlo por encima del normal bullicio del comedor. Todo era tan diferente este día...

-No fui yo, pregúntaselo a Hooksenberg si te queda alguna duda.- dije secamente volteándome otra vez para abrir la puerta. En ningún momento lo había dicho, pero no era necesario, yo lo sabía: él habría puesto las manos al fuego al asegurar que yo era la culpable de lo sucedido la noche anterior en ese salón. 

-Maddie...- susurró, su voz sonaba arrepentida. Sonreí sin gracia al comprobar que tenía razón. -Por favor.- suplicó.

-No ahora, Harry.- dije en voz baja. Lo que menos necesitaba en ese momento era a alguien escuchándome llamarlo por su nombre y levantar más sospechas en mi contra. Dicho esto salí del comedor y corrí a través del campo ya casi oscuro por completo hasta la enfermería. 

Al entrar le pregunté a la secretaria si podía entrar a ver a Ben, pero ella respondió que él había regresado a su habitación hacía unas horas. Me sorprendió que se hubiera sentido mejor en tan poco tiempo, pero no dije nada al respecto, solo agradecí la información y volví a salir. Hice lo que Andy me había enseñado para ir a su habitación cuando lo necesitara, trepar por las escaleras de incendio hasta el tercer piso y deslizarme por los bordes lo suficientemente sobresalientes hasta su ventana. Golpeé el cristal un par de veces y la ventana se abrió. Crucé una pierna primero y metí la mitad del cuerpo al interior de la habitación. Ben estaba junto a la ventana sentado en una silla de ruedas. Me sorprendí un poco al verlo pero su sonrisa me tranquilizó. Seguí sorprendiéndome al encontrarme con Catt dentro del cuarto. Estaba sentada en el borde de la cama de Ben, que estaba deshecha. A su lado sobre el colchón vacío había una maleta abierta y casi llena. Su pared estaba vacía, al igual que los estantes de su lado de la habitación y su mesa de noche. Su armario tenía una puerta abierta que me permitía ver que también estaba vacío. 

Best Mistake {h.s.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora