Abrí los ojos exaltada, por un momento perdida en el tiempo y el espacio, creyendo que aún estaba en mi cama ortopédica especialmente diseñada para mí en mi habitación en mi piso en mi ciudad, pero solo me tomó un segundo recordar que no era así. Estaba en el medio de la nada en una horrible escuela en Inglaterra durmiendo al lado de una chica que roncaba terriblemente fuerte y despertando a las cinco de la madrugada por el canto de un gallo. Obviamente esa especie tenía algo contra mí.
Me levanté de la cama. El suelo en mis pies descalzos se sintió como puntiagudos trozos de vidrio sobre mi piel y me hizo estremecer, podía ver el aliento que salía de mi boca como una pequeña nube de vapor blanca frente a mis ojos. Seguía sin comprender cómo podían vivir así en ese lugar.
Caminé a la ventana y abrí las cortinas un poco. El sol recién comenzaba a colorear el cielo, apenas iluminando los campos de maíz que se extendían casi infinitamente a los lados del campo del colegio. El maldito gallo estaba parado sobre un gran y grueso tronco a unos metros del edificio, dando un concierto de ópera de lo más sentimental. Abrí la ventana.
-¡Hey, cállate!- dije firme, aunque aún susurrando para no despertar a nadie. Él me respondió lanzando un fuerte cacareo. -¡Hey, ya para! ¡Es sábado y son las cinco!- dije nuevamente. El gallo volteó la cabeza hacia mí bruscamente y me observó. -¿Podrías callarte? Tengo que asistir a un castigo en dos horas y si no duermo lo suficiente me veré horrible.- supliqué. El gallo movió la cabeza a un lado graciosamente, de la manera en que lo hacen los cachorros cuando escuchan un sonido desconocido. -¿Por favor?- pregunté juntando las manos frente a mí. Él me observó un momento más y bajó del tronco, caminando con un contoneo de gallo hacia el gallinero. Sonreí, sintiéndome un poco estúpida por hablarle a un gallo, pero aliviada de haber llegado a un acuerdo.
Cerré la ventana y las cortinas y volví a la cama, cubriéndome con las pesadas mantas de lana. Acomodé mi cabeza en la almohada y cerré los ojos, dispuesta a seguir durmiendo, pero entonces escuché un sonido fuerte y seco, repetidamente, haciendo eco en el fondo de mi cabeza.
Alguien estaba cortando el maldito tronco con un maldito hacha afuera.
¡Un hacha! ¿Quién siquiera tiene un hacha en pleno siglo veintiuno? Ese lugar cada vez me daba más la impresión de estar congelado en el tiempo. Muy atrás en el tiempo.
Maldije en silencio mientras ponía la almohada sobre mi cabeza, pero nada cambió; seguía escuchando el sonido de la madera siendo cortada, incluso más fuerte que antes. No paró hasta dos horas después, y cuando creí que podría finalmente dormir al menos unos minutos más, mi despertador sonó.
Molesta y cansada pero resignada a vivir en el infierno me levanté de la cama y fui al baño para ducharme. Me sequé el cabello, ya que con ese clima iba a enfermarme de neumonía si no lo hacía, y me vestí. Como era sábado, no tendría que usar ese asqueroso uniforme, así que tomé un vestido de cashmere y medias de lana opacas, botas y un grueso abrigo. Tomé mi bolso y metí un par de revistas, mi celular (que había estado muerto en señal desde que había llegado), mi agenda, un cuaderno y un par de bolígrafos, todo eso para combatir las dos horas de aburrimiento que tendría de castigo por lucir bien.
Caminé al edificio escuela y busqué el salón de detención, que estaba en el tercer piso al final. Sí, mis botas tenían tacón, y no, en ese edificio tampoco había ascensor. Mi castigo comenzó desde entonces.
Entré al salón justo a las 7 am. Había una chica sentada sola al fondo con un par de headphones puestos, y dos chicos en el medio. Caminé a la primera fila y ocupé el lugar que me gustaba, justo en el centro, donde todos podían verme. Saqué mi agenda electrónica e hice una pequeña lista de cosas que debía hacer ese fin de semana.
ESTÁS LEYENDO
Best Mistake {h.s.}
FanfictionLa perfecta vida de Maddison es interrumpida cuando su mal comportamiento y rebeldía la envían al otro lado del océano a un internado en Inglaterra, donde junto a su sexy nuevo profesor de Historia, descubre que no todo se consigue con dinero y que...