Capítulo 17.

256 20 18
                                    

Entrar a la zona de la universidad era más fácil de lo que parecía ser. Todos los edificios estaban conectados, por lo que bajando al sótano de cualquiera de ellos era posible llegar a las habitaciones o al edificio donde daban clases, dato interesante que seguramente nadie más sabía, de otro modo habrían habido varios problemas.

No habían hermandades o fraternidades, ya que la cantidad de alumnos era mucho menor a la de una universidad normal, seguramente porque estaba en el medio del campo y el pueblo más cercano no tenía más entretenimiento juvenil que una pista de hielo y un bar orgánico. Era algo completamente entendible.

Las habitaciones de éste sector eran del mismo tamaño que las nuestras, solo que ellos no las compartían con algún compañero, lo que permitía aprovechar el espacio de una manera grandiosa. La habitación de Harry, específicamente, era genial, al igual que él. Una pared estaba ocupada completamente por una estantería llena de libros, lo que no debería haberme sorprendido ya que daba clases de Historia. Debí suponer que era alguna especie de ratón de biblioteca. Las paredes eran de madera, madera real y no solo papel tapiz, aunque la mayor parte de las paredes estaba cubierta por afiches de películas y fotografías. Su armario era mucho más grande que el mío, lo que me molestaba bastante, pero realmente adoraba su ropa así que me convencí de que era justo. Junto a la pared de la ventana había un altillo de madera, y allí arriba estaba su cama, de plaza y media, con suaves mantas blancas y gruesos resortes que crujían con cualquier movimiento.

Sí, yo estaba allí, en su cama, aunque vale aclarar que completamente vestida.

Su mano se deslizó por mi pierna hacia arriba, metiéndose apenas un poco debajo de mi falda mientras sus labios besaban mi mandíbula de vuelta a mis labios. Deseé que sus manos siguieran avanzando, lo que más quería en ese momento era poder sentir su piel sobre mi piel, contra mi piel.

Enredé mis dedos en su cabello, tirando suavemente de él. Hacía meses que quería saber cómo se sentía, y debo decir que fue mejor de lo que esperaba. No quería alejar mis manos de su cabeza.

-Deberíamos...- susurró sobre mis labios, sus manos viajando de mis piernas a mi cadera, nuevamente por encima de la tela de mi falda. -ir más...- me besó una vez más. -más despacio.

-¿Despacio?- pregunté antes de atraer sus labios otra vez a los míos. -Yo no soy quien me trajo aquí.- sonreí quitando el cabello de su frente, deslizándolo hacia atrás como él normalmente hacía.

-No me hagas arrepentirme.- sonrió también.

-Oh, no te preocupes...- dije tomando su camisa entre mis manos y acercándolo a mí otra vez hasta que su cuerpo chocó con el mío casi por completo. Sentirlo a mi lado era la mejor sensación del mundo, y realmente me encendía. -No vas a arrepentirte.- susurré besando su cuello. Él suspiró, casi riendo, y besó el costado de mi cabeza dulcemente.

Lo dejé ir y se sentó en la cama. Yo me quedé recostada sobre mi espalda con los brazos extendidos hacia arriba sobre sus tibias y suaves mantas.

-¿Qué?- preguntó al verme observándolo con una sonrisa.

-No puedo creer esto. Es algo... loco.- reí un poco. Él sonrió y se recostó sobre su costado con una mano sosteniendo su cabeza, mirándome. Podría haber permanecido allí junto a él por horas. -¿Cómo lo llevas?- pregunté casi susurrando.

-Bueno, solo han pasado dos horas, pero... ha estado bien, ¿no crees?- dijo suavemente poniendo una mano sobre mi estómago.

-Sí, han sido dos buenas horas.- sonreí. No podía no hacerlo. Todo esto sobrepasaba las fantasías que alguna vez me había hecho con él. Lo que había pasado esa mañana parecía tan lejano, y apenas iban a dar las ocho de la noche. No podía quejarme por cómo se habían dado las cosas ese día.

Best Mistake {h.s.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora