Capítulo 26.

256 20 4
                                    

-No sabía que odiabas a Margareth tanto como yo. Creo que cada día me gustas un poco más.- dije tomando mi vaso para beber un sorbo de soda.

Él rió cruzando un brazo por encima de mis hombros.

-No la odio, ni siquiera la conozco.

-No debes conocerla para odiarla. Vamos, dí que la odias.- supliqué apoyando mi cabeza sobre su hombro.

Él besó mi cabeza dulcemente.

-Realmente creo que es odiosa. Y creo que no le hará mal pasar un mal rato.- dijo suavemente, a lo que sonreí. -Y... también creo que las palomitas ya deben estar listas.- dijo levantándose de la cama. -Enseguida vuelvo.- sonrió saliendo de la habitación.

Me senté en el borde del colchón y observé su cuarto. Realmente me encantaba ese lugar, era genial. Me levanté y caminé junto a la estantería que albergaba todos esos libros que seguramente había leído en menos de una noche. Una de las estanterías tenía un espacio libre. Habían un par de cuadernos apilados, y sobre ellos, una fotografía.

Estiré el brazo para alcanzar la fotografía. En ese momento noté que mi muñeca derecha estaba vacía; normalmente en esa usaba ese brazalete de plata que mi padre me había regalado tres años atrás para mi cumpleaños número catorce. Tenía mi nombre, y varios dijes que le había agregado después. Nunca olvidaba ponérmela por la mañana, la usaba todos los días y era extraño no tenerla. Me hacía extrañarlo en cierto sentido. Apenas regesara a mi habitación me la podría otra vez.

Me concentré en la fotografía otra vez. En ella, podía ver a Harry junto a una mujer; por lo mucho que se parecían entre sí, era fácil deducir que era su madre: Jane, según me había dicho. No habían más fotos de su familia, lo que dejaba ver el tipo de relación que tenía con su padre y hermana: muy lejana. Harry no había hablado mucho de ellos, en cambio de Jane... Él la adoraba. Era lindo escucharlo, aunque, por él, me habría gustado que pudiera hacerlo del mismo modo con todos los miembros de su familia.

Seguí caminando hasta el escritorio. La madera de la superficie estaba completamente cubierta por papeles, libros abiertos, lápices, plumas y frascos de tinta. Ese chico tenía una seria obsesión con lo vintage, lo que realmente me encantaba, pero debía aprender a organizarse. Solo debía pedirme que lo ayudara a ordenar y lo habría hecho encantada. Habría tomado cualquier oportunidad de acercarme más y conocer una nueva parte de él.

Frente al escritorio había una pizarra que sostenía cientos de papeles y notas de colores con alfileres. No entendía la mayoría de las referencias, incluso en algunas notas ni siquiera comprendía su letra.

A un lado, cerca del borde, había un trozo de cartón que desentonaba con todo lo demás. Era un boleto de avión con destino a California para ese verano, a fines de junio. No puedo decir que mi corazón no se aceleró al verlo. ¿Él iba a estar en América? Eso era lo más grandioso que había sucedido, y en serio habían pasado montones de cosas grandiosas. Tal vez podríamos encontrarnos alguna vez, tal vez podría pasar por Nueva York y quedarse conmigo. Podría llevarlo a conocer la ciudad, podríamos ir al teatro y pasear por el Central Park. Podríamos ir a Soho, donde decían que estaban los mejores artistas del tatuaje de la ciudad. Tal vez podría acompañarlo a hacerse uno. La sola idea me hizo estremecer y sentir muy feliz. Tomé la tarjeta y corrí a la cama.

Salté sobre ella abrazando su almohada. Hundí mi rostro en ella, adoraba su perfume, nunca me cansaría de él. Pasar una noche allí habría sido un sueño. Pasar una noche junto a él solamente habría sido un sueño. Si todo salía bien, tal vez en el verano podría. Sólo debía arreglar las cosas con Chester. Debía terminar con él, cuanto antes mejor. Decidí que le enviaría un mail. No era muy delicado de mi parte, pero no tenía otro medio para hacerlo. Haberlo hecho por Skype habría sido incómodo, y por mensaje de texto habría sido infantil. Al siguiente día pediría mi pase semanal para la computadora y lo escribiría. No, esa misma noche cuando regresara a mi cuarto lo escribiría. Luego sólo lo enviaría. Sería más fácil.

Best Mistake {h.s.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora