Capítulo 33.

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Lo observé dormir del otro lado de la cama. Se veía tan tranquilo al estar sumido en sus sueños. Deseé poder estar de la misma manera.

Miré el reloj. 4:38 am se leían los números verdes en el reloj digital de la mesa de luz. Casi tres horas atrás una pesadilla me había despertado. Solo había logrado dormir una hora antes de eso, y aunque estaba realmente cansada, no podía dormirme otra vez. Probablemente no lo haría en el resto de la noche, lo que era molesto. Lo único que quería era poder apagar mi mente por un rato, descansar de mis propios pensamientos.

Sequé mis mejillas de las lágrimas que las humedecían otra vez, aunque rápidamente más lágrimas recorrieron mi piel hasta mi barbilla. Otra vez mis ojos se fijaron en Harry. Me gustaría haber sabido más de su familia. ¿Sería tan embarullada como la mía? No. Seguramente no había otra familia como la mía. Seguramente él tenía un hogar al que llegar cuando las clases terminaran que no sería como un viaje a la locura, con un padre que le ha ocultado su verdadera identidad toda su vida, una hermana psicótica y una habitación llena de cosas que ya no significaban nada.

Una vez más sequé mis lágrimas. Reprimí un sollozo hundiendo el rostro en la almohada y esperé a calmarme. Cuando sentí que ya no podía respirar, dejé la almohada en su lugar y me acosté más cerca de Harry. Sus brazos me envolvieron otra vez, y lo agradecí tanto. Él nibsiquiera estaba despierto, consciente de lo mucho que me ayudaba con algo tan pequeño. Cerré los ojos abrazando su brazo, acariciándolo y aferrándome a él como si fuera lo único que me quedaba en el mundo. En ese momento, se sentía así.

Por la mañana me desperté sintiendo que un camión había pasado sobre mí repetidas veces. Me dolía la cabeza y sentía los ojos hinchados. Tuve que conformarme con lo que había en los bolsillos de mi ropa: nada. Sería un domingo de rostro al natural, lo que no me encantaba. Era el día que más necesitaba algo de maquillaje para cubrir mis ojeras.

Tomé dos tazas de café en el desayuno y Harry me obligó a tomar algo para comer, por lo que pedí una galleta de avena. Cuando terminamos, la tormenta decidió parar por unos minutos, dándonos el tiempo justo para regresar al campo de la escuela sin empaparnos.

-Mi padre ya debe estar aquí.- dije luego de bajarme de la motocicleta.

-Deberías ir con él cuanto antes.- dijo tomando mi mano.

Yo asentí.

-Sí, solo... iré a ducharme y cambiarme antes.- murmuré acariciando la pequeña cruz tatuada en el costado de su mano. Alcé la mirada a sus ojos. -Gracias por acompañarme. No tienes idea lo mucho que agradezco el haber estado contigo.

En lugar de responder algo, él se acercó a mí y me besó cortamente.

-¿Aún quieres que vaya contigo a hablar con tu padre?

-Sí, claro que sí.- asentí rápidamente.

-Está bien. Te veré allá entonces. También tengo que cambiarme a algo... que me haga lucir responsable y cuidadoso.- dijo observando su atuendo con las manos en los bolsillos de sus jeans.

Yo sonreí.

-Te ves bien así.- dije apoyando las manos en sus caderas y acercándome a él para besarlo una vez más. Me alejé rápidamente hacia el edificio de las habitaciones luego.

Al acercarme a mi cuarto por el corredor, lo primero que noté fue que la puerta estaba cerrada, lo que me sorprendió bastante. La abrí y entré. Catt, que estaba sentada en el borde de la cama, se paró y se acercó a mí rápidamente.

-Oh, Maddie...- susurró frente a mí.

Yo me encogí de hombros. Realmente hubiera preferido que nadie más se enterara, al menos no por el momento, hasta que terminara de asimilar lo que estaba sucediendo o al menos pudiera hablar con mi padre. Sus brazos me rodearon fuertemente, pero a la vez de una manera cálida. Supongo que realmente necesitaba muchos abrazos. La abracé también sin poder evitar que algunas lágrimas se asomaran por mis ojos.

Best Mistake {h.s.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora