Capítulo 6.

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Los días en Lightwater pasaban tan lentamente que me hacían bostezar.

El fin de semana había estado bastante bien. Ben me había invitado a almorzar con él y conocí a sus amigos. No eran como mis amigos de Nueva York, pero era mejor que estar con el grupo de marginados, quienes por cierto se habían sentido muy ofendidos cuando rechacé reiteradamente sus invitaciones durante toda la semana. Bueno, ofendidas en realidad. Anderson me detestaba, y aunque no entendía sus motivos, realmente no me importaba.

Había logrado tener una conversación decente con una de las chicas, Gene (quien en realidad se llamaba Genevieve, pero como realmente me agradaba iba a darle un apodo), sobre moda; había logrado comer algo que no estuviera frito o empanado o recalentado, ya que otra chica, Ray, le pagaba a la cocinera para que hiciera comida especial para ella; había reído hasta que me dolió el estómago escuchando las estupideces de los chicos. En la noche me quedé hasta tarde hablando con Gene y Ray en su habitación. El domingo al desayuno me senté con ellos otra vez. Me acompañaron a inscribirme en la lista de trabajo y me tocó limpieza de los salones al terminar el día. Supongo que no era tan malo. El resto del día lo pasé leyendo y haciendo tareas, no quería tener problemas con mi padre a la hora de recoger mis calificaciones.

Catherine me acompañó un rato en la habitación, gracias al Cielo en silencio, ya que estaba muy molesta por haber tratado mal a ella y a sus amigos. No me importaba. En realidad, estaba feliz de finalmente haberme liberado de ella. Todo volvía a ser normal para mí; era popular entre los populares e intimidante entre los raros.

El lunes me desperté feliz y desayuné zumo de naranja recién exprimido, cortesía de Ray otra vez. Mi primer clase fue Historia Universal, y fue incómodo estar frente a Harry, pero seguramente fue más incómodo para él pararse frente a la clase y lidiar con mi mirada fija sobre él durante dos horas teniendo que disimular. Luego seguía Literatura, con la maldita perra amiga de Harry, la señorita Dowers. También me encargué de hacerla sentir muy incómoda y fue divertido. La semana pasó así, de clase en clase, de tarea en tarea. No pasaba gran cosa por allí, lo que era completamente aburrido.

El viernes por la tarde pedí un pase para las computadoras y finalmente pude hablar con Chester. Le envié una invitación a video-chat y él estaba cerca para contestar.

-Hola, preciosa.- dijo con una amplia sonrisa luciendo sus perfectos dientes luego de que su rostro apareciera en mi pantalla. -¿Cómo has estado?

-Te aseguro que he pasado mejores semanas, pero estoy bien.- sonreí y él rió. -Te he extrañado tanto... a ti, a mis amigos... Este lugar es aburridísimo.- dije frustrada.

-Yo también te he extrañado. Es raro pensar que estás tan lejos de mí.- murmuró haciendo una mueca. -Espero que no hayas olvidado lo mucho que te amo.- dijo.

Las computadoras con internet disponibles estaban separadas en cabinas cerradas, por lo que podía hablar tranquila sin preocuparme porque alguien escuchara mi conversación. Aún nadie sabía sobre Chester, y estaba cómoda con eso.

-También te amo, Ches.- susurré. -Pero... no nos pongamos sentimentales. Puedo recibir visitas, deberías venir y sacarme de este lugar algún fin de semana.- sonreí.

-Eso suena divertido, y, hey, tú suenas mejor que hace una semana. Al parecer ya te hiciste a la idea del cambio temporal de aires, eh.- rió. -Cuéntame, ¿has hecho amigos?

-Sí, algo así... Mi compañera de cuarto quería ser mi amiga pero es una friki, realmente me incomoda bastante estar tan cerca de ella. Encontré a un par de chicos geniales, me invitaron a una fiesta este fin de semana.

-¿Pueden hacer fiestas?

-No.- reí. Él se puso serio. -Todo estará bien...

-No te metas en más problemas, Mad. Vales demasiado para eso.

Best Mistake {h.s.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora