Capítulo 24.

232 16 5
                                    

Todo parecía estar congelado a mi alrededor. El ambiente, el aire, las nubes en el cielo, sus palabras. Me sentía dentro de una burbuja, pero no era como esperaba que fuera. No me sentía bien. 

Culpa era lo que más sentía. Era lo único en lo que podía pensar. Le estaba mintiendo a Harry tan descaradamente, y la necesidad de estar cerca de él crecía cada día más. Temía a aquellos sentimientos que se volvían cada vez más fuertes. Nunca lo había considerado un juego, para nada. Desde el primer día me había atraído, y solo quería conocerlo, que me conociera, pero nunca pensé en que nuestra extraña relación pudiera convertirse en algo serio.

Nunca pensé que pudiera convertirse en algo.

Nunca pensé antes de lanzarme sobre él. Esa era la verdad. No había razonado nada, solo actué según mis instintos; terrible idea. Me era inevitable no enamorarme de él, pero lo que más temía era que él lo hiciera. Irónico: hacía solo unas semanas habría dado cualquier cosa en el mundo por asegurar que él estuviera enamorado de mí, pero ahora, luego de esa tarde maravillosa, solo quería que me odiara tanto como yo me odiaba. Eso habría hecho las cosas mucho más fáciles. Habría sido doloroso, por supuesto, pero mucho más sencillo. Me merecía aquel dolor. Él no.

Un rato más tarde volvimos al campo, esa era nuestra realidad por el momento.

¿Qué pasaría con nosotros cuando yo volviera a América? O mejor; ¿qué pasaría cuando volviera a América? El solo pensar al respecto me causaba vértigo.

Todos estaban cenando cuando llegamos, así que pude despedirme de él como lo hubiera hecho si todo fuera distinto, besándolo y repitiéndole lo mucho que lo extrañaría. Subí a mi habitación directamente luego de que se fuera. Sabía que Catt no se perdería la noche de sobras en la que servían sus platos favoritos, que eran todos, así que no me preocupé por ocultar las marcas en mi cuello y hombros que dejaba ver mi amplio sweater.

Tomé una larga ducha, la primera realmente larga y relajante en mucho tiempo. Normalmente el sistema de cañerías estaba saturado siempre y las duchas no podían ser más largas que cinco minutos, de otro modo debías quedarte con el cuerpo lleno de jabón y el shampoo en el cabello.

Realmente no quería enjuagar el perfume de Harry que ahora estaba impregnado en mi piel, pero no quería que Catt preguntara tampoco. Eso nos llevaría a una conversación incómoda, y aún no encontraba la manera correcta de decirle que Harry y yo estábamos... juntos.

Me puse el pijama y me recosté sobre las mantas de mi cama observando el techo. Solo la luz de mi mesa de noche estaba encendida, iluminando la habitación ténuemente.

Respiré profundamente. Por primera vez desde que me había levantado de aquella manta para vestirme, me sentía relajada. Por primera vez respiraba tranquila, y hacerlo se sentía genial. Hice mi mayor esfuerzo por hacer que aquellos sentimientos de culpa desaparecieran de mi mente, o al menos dejaran de atormentarme por un momento, y lo hice bastante bien. Fue entonces cuando pude sonreír.

Me sentía como otra persona, una sensación nueva y más satisfactoria de lo que pensé. Era Harry, por supuesto que él era el principal responsable, pero había algo más. 

Escuché la estruendosa risa de Catt por el corredor, seguida por comentarios que no llegué a entender de Lucy y de fondo la voz Rachel. Rápidamente me metí debajo de las mantas y tomé el libro que estaba en mi mesa de noche, abriéndolo en una página del medio al azar.

Catt abrió la puerta y entró a la habitación sola.

-Hey, ¿dónde estuviste? Te perdiste la noche de sobras.- dijo caminando a mi cama para sentarse en el borde. -¿Te sientes mal? ¿Estás enferma?

Best Mistake {h.s.}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora