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Eamonn.

Respiro tratando de tomar todo el aire posible cuando me dejo caer contra el pasto de la cancha luego de haberme hidratado.

Creo que debí de haber hecho un maldito plan más que solo aparecer como si fuera un condenado dios en medio de mortales, copiando a las películas prohibidas

Apego los brazos contra el pecho, apoyándome contra estos, para recuperar la respiración.

Dios Santo

-Novato- miro hacia arriba y me apresuro a levantarme, entre tanto me balanceo, cuando escucho que me llama.

-Dígame.

Le ruego que diga que me quedo, que estoy dentro, por favor, dígalo

Extiende su mano y me siento aliviado.

-Bienvenido al equipo- estrecho su mano- Espero no decepcionarme- aprieta un poco y yo le devuelvo el furtivo apretón, sonríe un poco.

Cuando me volteo no me contengo más y sonrío.

¡Alabado señor! ¡Eso es maldición! ¡Lo logré!

Me acerco a una de las murallas, por la parte exterior dejo mis cosas y comienzo los estiramientos antes de ir a las duchas.

Con el bolso colgando de mi mano entro deteniéndome en seco cuando escucho unos gemidos.

Ni una condenada idea de quien mantiene relaciones en la ducha, pero no tengo ánimos para saber de quienes se trata

A pesar de no saber quien está en medio de una procreación, me gana la curiosidad por un pelo y trato de asomarme hacia las duchas con cautela, justamente cuando escucho un leve golpe, casi como algo se estampara contra la pared.

¿Qué rayos es lo que está sucediendo este día con estas personas?

Niego con la cabeza mientras me volteo, resuena otro gemido.

Ya afuera me apoyo contra la muralla y me asomo a una esquina que no esté pavimentada e inclino la cabeza con la botella de agua en mano sin tapa y la dejo caer de a poco, mi cuello se tensa.

Suspiro.

Cierro los ojos unos segundos mientras enderezo la botella y la dejo a un lado, casi detrás de mí. Y abriendo los ojos saco una pequeña toalla y la mojo pasándola por todas las partes de mi cuerpo que se encuentran al descubierto.

Veo la hora y me encamino a casa nuevamente.

Al menos haber venido no ha sido un completo desperdicio

Richard.

Me termino de secar solo cuando creo que él ya se fue.

Me sentí bien, fue buena la sensación de saber que puedo ser comprendido, aceptado o por lo menos correspondido, pudiendo desahogar, relajando mis instintos, aun en secreto

Hasta la altura de las caderas es en donde dejo los pantalones y me los abrocho lentamente, disfrutando cada roce, manteniendo los ojos cerrados. Y estos solo los abro cuando me coloco una prenda delgada sobre mi pecho desnudo.

Algún beneficio debe tener el haber olvidado traer una camiseta extra

Coloco la mochila en mis hombros y camino fuera.

-¡Fue un buen entrenamiento!- alzo el brazo en forma de saludo cuando el entrenador me habla a varios metros de distancia.

Al entrar en el edificio me doy la vuelta larga caminando y asomándome por cada pasillo y salón que se encuentre abierto.

-¿Se te perdió algo?- aparece Eva.

-¡Hola! Y no, no se me perdió nada, es solo que no tengo prisa en llegar a casa.

Mira su teléfono.

-Pero ya es tarde ¿No lo crees?- Frunzo el ceño.

-¿Qué hora es?- no había vuelto a ponerme ni ver la hora desde que me saqué el reloj antes de entrar en las duchas.

Chasquea la lengua y sube las cejas levemente.

-Tarde

Pero para llegar a ese lugar nunca parece llegar a ser lo suficientemente tarde para variar

-¿Y tú qué estás haciendo aquí a estas horas?- da un salto y palidece en medio segundo.

Ahora como lo veo no somos tan distintos, por como lo veo también me ocultas cosas ¿Cuál es tu secreto?

-Nada- se queda en silencio mirando sus uñas.

-¿No será que estás tomando clases priva?- me interrumpe alzando su mano y retrocedo unos pasos, escucho unos pasos a lo lejos- Es mejor que te deje a solas.

Lo hago y termino yéndome a trote suave.

Casualmente paso por ese paradero donde me detengo unos minutos, repito los mismos movimientos de aquel día, queriendo repetir las mismas sensaciones Hasta que la bocina de un autobús me distrae. Niego con la cabeza molesto de que me arruinaran el momento.

Desvío la mirada y acelero el paso. Siento como además se apresura el palpitar de mi corazón.

¿Seríamos interrumpidos si este instante se volviese a repetir?

La Pausa de un Cariño IncontrolableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora