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Eamonn.

-¡Chicos, los felicito! Y lo digo en serio, porque esta noche cada mariquita se transformó en un ganador y como ganadores que son, hay de celebrarlo a la altura- el gran y malditamente emotivo discurso del entrenador comenzó de esa forma.

Al entrar el capitán eleva la copa, el gran premio y nos da un discurso en el que va tirando chistes para que no sea tan emocional. Unos pocos de los sensibles se colocan a llorar posiblemente por el ambiente, ya que somos casi los únicos del lugar, pero aún así no quieren demostrarlo, porque los hombres si lo son de verdad, no llorar frente a los demás.

-¿No son nervios los que sientes cuando me acerco a ti? ¿Piensas negarme que fue tentación y pasión lo que te hizo seguir el beso?

Alguien me empuja y me alejo de todos, un chico del equipo me mira sonriente y veo que los demás ya están celebrando, se va con el grupo; Comienzo a caminar con el mismo ánimo con el que tomo mi bolso.

-¡A celebrar!- vi como segundos antes del grito al cantinero le dieron dinero extra además de las bebidas para que no molestara. El mismo chico alza los brazos, todos lo siguen y yo sonrío un poco.

Menos mal que hoy tuve la maldita suerte de atajar los últimos dos benditos balones

Camino alrededor de todos los que se felicitan mientras que yo disfruto viéndolos festejar.

Por la mierda, no puedo negar que en serio quiero estar en medio y gritar, beber, disfrutar aunque sea un momento ese tipo de estúpidos vicios

Ajusto, apretando la tira, a mi hombro sin detenerme, sintiéndome atado a una soga que no me deja brincar a un vacío sin salida. Pero debo admitirlo, quiero tener una pequeña probada de ello. Volteo y la soga tiene una fuerza sobrenatural cuando recuerdo el beso y bajo la cabeza; Al parecer si ya he tenido una saboreada del mundo considerado en degradación del alma pura al que pretendo introducirme nuevamente. Donde ya he metido parte de mi cuerpo, pero aun así, sigo incitándome a seguir adelante.

-¿Vas a querer uno?- le dan un empujón cuando me pregunta.

¿Es necesario reprimirme, suprimirme, retenerme para mantener la bendita castidad ante el mundo, desconfiando de mis impulsos?

-¿Estás loco?

-Que idiota.

-¿Cómo se te ocurre preguntarle eso al hijo del pastor?

-Eso puede sonar raro si lo piensas fuera del tema religioso- uno de los del equipo aparece borracho, termino negando con la cabeza y apartando el vaso con la mano.

-No quiero, pero gracias.

-Oh vamos, ni tu Señor Jesús ha rechazado una copa de vino ¿me equivoco?- me volteo apartándome para largarme de ese ambiente.

Camino y ellos hacen una barrera con sus brazos, levanto los míos negándome a tocarlos y a usar la fuerza bruta para salir de la situación.

-Tienes que tomar aunque sea un sorbo por el equipo- me dice el capitán del equipo.

¿En serio están utilizando el maldito chantaje emocional? Qué ratas

-De acuerdo, lo haré- acepto.

Dubitativamente sostengo el vaso entre mis manos, pensando en las inmorales consecuencias que deben traerme después del primer trago, porque si no logro contenerme de los incitadores que son un completo demonio que comienzan a rondarme la cabeza, voy a caer.

Elevo el vaso.

-¡Salud!

Todos alzamos los vasos y en momentos antes de probar el primer trago, lo alejo de mi boca, derramando un poco en el piso. Las condenadas caras de impresión y odio que ponen algunos no me provoca sorpresa, ya que es probable, lógico que lo hayan probado antes y, que actualmente les sabe como el maldito néctar del Señor, aquel que creen, ha sido puesto en su camino para emborracharse sin consciencia y no recuerden una mierda de los actos que quedan impunes.

La estúpida corrosión de la población es tan común y pegajosa que puede incluso llegar a afectar a los menos esperados

-Que gran trago- volteo y le da un trago a su vaso con lentitud.

Trato de perderlo pasando por en medio de los demás, me persigue.

-¿Eso quiere decir que tu también tomas?

-Es solo agua, no tienes que preocuparte cariño- me detengo- Oops, se me escapó.

Cuando lo miro a la cara está sonriendo y se muerde el labio, me mira fijo y m giro acelerando el paso.

-¿Hacia dónde te diriges? ¿A qué sitio pretendes huir?

Miro una vez más hacia atrás y noto que ya no tiene su vaso, hay olor a cigarro y voy al baño apresurado, casi trotando.

-¿Por qué huyes?- alcanzo a cerrar la puerta antes de que entre, escucho su voz como un susurro al otro lado de la puerta.

-No huyo, no estoy corriendo de nada- miro la manilla, no puedo colocar pestillo. Tengo que estar afirmándola con mi propio peso y fuerza para que no abra, y para no ser acosado por el desviado.

¿Por qué mierda solamente no me deja en paz de una vez, en lugar de seguir instigándome de esta forma?

-¿Estás seguro de que no lo haces?- apego la oreja a la puerta, escucho un suspiro- Porque me parece que en realidad estás huyendo de algo más que de mí.

-¿Qué tratas de decirme?- estoy a punto de golpear la puerta cuando una mano me toca el hombro, choco contra ésta por el maldito susto.

-¿Me puedes dejar salir?- asiento abriendo la puerta con resentimiento y sintiéndome estúpido al no notar que había alguien estaba ahí. Además por el golpe que me di, la base de la cabeza me duele como un maldito demonio.

-Y ahora que estamos solos

No alcanzo a cerrar la entrada. Entra. Cuando entra trato de sacarlo intentando tocarlo lo menos posible.

-¿Pretendes echarme de esta forma?- ríe un poco- Sabes que eso no va a funcionar, sé que eres más listo que eso, pero de todos modos es adorable que lo trates.

Por el calor de los infiernos

Estoy por golpearlo cuando agarra mi mano en el aire y en segundos, soy impulsado al frente, pierdo el equilibrio.

-¿Está todo bien?

Lo estoy tocando, tenemos los estómagos pegados; Intento alejarme cuando me sostiene las muñecas.

Hago el intento de darle un rodillazo cuando se tira hacia atrás aún sosteniendo mis muñecas, me inclino hacia adelante.

-Sabía que harías eso- sonríe.

Vuelve a acercarse, esta vez me aseguro de estirar la pierna completa, logro golpearlo, me zafo mientras él cae al suelo. Paso por su lado y salgo del baño.

-¿Por qué estás tan agitado Pastorcillo?

-¿Qué? ¿Acaso ver tanto pecado a plena vista te hace querer darnos un exorcismo gratis?

No respondo a sus provocaciones y le quito a alguien el primer vaso que veo y le doy un largo trago hasta terminarlo.

¡Dios! ¡Esta mierda si que es fuerte!

-¡Necesito otro aquí! 

La Pausa de un Cariño IncontrolableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora