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Eamonn.

De vuelta a los vestuarios me topo con los chicos del equipo.

-¡Pastorcito Junior! ¿A dónde vas?

No me llames así, que seamos del mismo equipo no quiere decir que te considere como alguien cercano pedazo de imbécil

-¿Acaso es tu novio que le preguntas?

-¿Celoso?- dice con exageración.

Yo no soy un maldito desviado como para tener novio

-Adiós.

Entro a los vestidores y camino por la parte de los casilleros buscando.

-¿Hay alguien?- espero un poco para seguir moviéndome, porque sinceramente no quiero encontrarme una escena luego del show de hace rato. Además de que siempre se queda uno que otro luego de las prácticas y no estoy de humor para ser el amigable.

Creo ver una sombra pasar, niego.

De haber sido alguien me habría contestado, así que es solo una ilusión mía, me pesan un poco los ojos. Doy unos pasos y al girar hay un casillero destruido, miro los demás pero solo hay uno así.

-¿Pero qué?

Me acerco para verlo mejor.

¿Quién fue el enfermo que hizo esto? ¿Cómo a alguien cuerdo se le puede ocurre hacer algo como esto?

-¿Hola, Alguien?

No encuentro a nadie y niego.

-Esta mierda no pudo haberla hecho ningún espíritu, ¿Quién habrá sido?

¿Qué habrá pasado por la mente de la persona que provocó como para hacerlo?

Salgo luego de guardar lo que se me había quedado. Me siento observado y me volteo, nadie; Vuelvo la vista al frente pasando por los pasillos ya dentro del edificio.

Escucho unos golpes y me acerco. Abro la puerta y alguien levanta la mirada, la garrapata.

¿Qué mierda aquí a esta hora?

-Hola- me sonríe sin mostrar los dientes.

-¿Qué haces aquí?- cierro la puerta tras de mí.

-¿Importa?- vuelve la vista a los libros que tiene en la mesa, el pelo le tapa casi toda la cara. Me siento en el sitio del profesor y la miro en silencio.

Que curiosa creación es

-¿Por qué me miras?- levanta la cabeza.

-¿Importa?- levanto una ceja.

-Creí que no te gusta, donde me apartaste

-No me gustas, y nunca me vas a poder gustar- me detengo en seco antes de llamarla por su sobrenombre.

-Y entonces ¿por qué estás aquí?- se levanta de la silla y viene en mi dirección.- ¿En vez de solo pasar de largo? ¿Por qué te estás quedando si dices que no te gusto?

-¿Qué pretendes hacer luego de acercarte lo suficiente?- me levanto y apoyo las manos en el escritorio, con el pie corriendo la silla a un costado- ¿Vas a volver a hacer el intento de besarme?

Ella se apoya en el primer puesto, queda frente a mí.

¿Cometer pecado de tacto? Ya ha habido varios por importancia, pero si cometo uno que no me interese, puede que no cuente

-¿Y por qué no?- se encoge de hombros, rodea el escritorio y me giro, vuelvo a sentarme.

-Porque te harás falsas ilusiones.- me quito el bolso y lo dejo en la mesa.

La Pausa de un Cariño IncontrolableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora