Eamonn.
-¡Oye! – Abro la puerta- ¿Quieres algo?- me apoyo un poco en el marco pero luego me separo de este.
¿Pero qué mierda me pasa? Porque no es como si fuera una chica tonta enamorada que intenta actuar normal frente al estúpido chico por el que perdió un tornillo
-Voy por jugo, por si quieres ¿algo?- le ofrezco siguiendo al pie de la letra los condenados modales que tanto costaron que siguiera.
-Claro, lo mismo- me giro y salgo al pasillo.
¿Había dejado la puerta casi cerrada?
Niego con la cabeza en medio del camino en el pasillo.
-Hola hijo- sonrío sin mostrar los dientes- ¿Cómo va todo con tu invitado?
-Bien- abro el refrigerador y saco dos vasos un el envase de jugo, los dejo todos sobre la mesa y cierro la puerta. Sirvo- Como ves estoy sirviendo jugo para ambos.
-Eso veo- me mira fijamente.
-¿Papá?- pestañea y me presta atención- ¿Dijiste en serio lo de hace rato?
-¿La charla de las confesiones?- asiento- Por supuesto.
Claro, que tonto soy al dudarlo, es papá, y a papá no le gusta para nada jugar ni que jueguen con la religión
Vuelvo a asentir.
-Gracias- guardo el envase de jugo y tomo los dos vasos para volver al cuarto. Los sostengo con firmeza y trato de que no se caigan, ni el contenido ni la superficie. Los miro más a ellos que por donde camino, si alguien aparece de la nada en este momento lo arruinaría todo.
¿A quién mierda se le ocurre llenar los vasos básicamente al límite además de mi?
Me relajo cuando estoy frente a la puerta y le doy la espalda a esta y la empujo con mi parte trasera, me asusto cuando revoto contra esta, no cede y casi se me cae el jugo. Golpeo la puerta con el pie y espero.
¿Qué es lo que estará haciendo con la puerta cerrada?
-¡Ya voy, momento!- dice desde adentro de mi pieza.
Me impaciento y bajo un poco un brazo y el vaso inclina, trato de tomar ambos con una mano, el otro también se inclina se derraman, en parto, en el piso.
¡Santo Dios!
-Si tenías tantas ganas de ir al baño te hubiera dejado pasar de inmediato- se burla y toma los vasos como si nada y los deja sobre el mueble.
Miro hacia abajo y suspiro, acabo de salpicar gloriosamente la ropa.
Dios, necesito una malditamente magnifica recarga de paciencia si no te molesta, con envío rápido de preferencia
-¿Por qué tenías la puerta cerrada?- le pregunto entrando en mi cuarto.
-Me estaba cambiando de ropa- da un giro y noto que trae uno de los pijamas horribles que me regalaron para la navidad pasada. Abro la boca para preguntar de donde lo sacó y me hace una seña y habla- Ah, fue tu madre la que vino, me lo pasó y me dijo que lo usara para dormir, asegurándome que no había ningún problema con ello.
Ignoro la insinuación a pregunta y contraataco con otra cosa que me parece sospechosa en su actitud.
-¿Y por qué no te cambiaste en el baño?- alza las manos como si lo estuviera apuntando con algo.
Noto a través de él que las cortinas están abiertas y voy casi corriendo a cerrarlas.
-¿Acaso no sientes vergüenza?
-¿Vergüenza de qué?
Le explico, probablemente no lo notó porque estaba demasiado ocupado desvistiéndose sin más.
-Las cortinas estaban abiertas y es de noche- me mira como si fuera obvio, y lo es, pero continúo- Y sabes que donde la luz interna es más fuerte que la exterior, todo se trasluce, es decir, se ve todo lo de adentro, claramente- resalto la última palabra.
-Sinceramente no me había dado cuenta de que estaban abiertas- las señala con la barbilla- De todos modos- da unos pasos hacia mí y retrocedo.
¿Qué pretende este chico?...Y repito y no me arrepiento de lo que dije, mamá, he aquí un exhibicionista, él lo es, no yo ¡¿Al fin puedes comprenderlo?!
-No tengo nada que no tenga otro chico, tú por ejemplo.
¿Qué rayos trata de insinuar con eso?
Me sonríe y no sé mierda pensar cuando se vuelve a acercar.
Richard.
-Las cortinas estaban abiertas y es de noche Y sabes que donde la luz interna es más fuerte que la exterior, todo se trasluce, es decir, se ve todo lo de adentro, claramente.
No importa lo que digas, si quieres, podrías verme con la mejor calidad y con aumento incluido sin costo adicional
Hago un pequeño rodeo, caminando cercano a los vasos, ganando tiempo.
-Sinceramente no me había dado cuenta de que estaban abiertas De todos modos-avanzo y él retrocede.-No tengo nada que no tenga otro chico, tú por ejemplo.
-¿Qué estás haciendo?
-Estoy solo tratando de demostrarte algo
Quedo de pie frente a él, casi pegados con el otro y por unos momentos me mira con enfado, por haberlo dejado afuera seguramente; y con confusión, que ha sido la mirada con la que más me he familiarizado desde la primera vez que nos vimos.
No puedo apartar la mirada de él cuando mira a otros lados, como si buscara algo en su mente pero necesitando ayuda del mundo terrenal.
-Por favor, te pido que me dejes pasar, nada de juegos.
-¿Acaso no te gustan los juegos?- inclino la cabeza.
¿No te gustan los juegos? ¿Entonces porque te siento tan travieso cuando viajas en mi cabeza? Porque de seguro he acertado a ciertas cosas
-Solo no me gustan cuando sé que puede pasar
¿Tratas de decir que soy predecible o me conoces lo suficiente como para conocer mis acciones y nunca lo noté?
-¿Y crees tener idea de lo que voy a hacer a continuación?
-Eso supongo- lo veo entre indeciso y seguro, duda pero piensa que tiene una buena base.
No sabes nada, Eamonn
-Tengo que pasar al baño
Va a su cama y saca algo de debajo de la almohada y camina hacia el baño, dándome la espalda nuevamente. Ahora puedo casi verlo cuando le levanto la camiseta luego de mojarla con el dulce jugo, mojada por completo. Se la levantaría primero hasta la altura de la barbilla y la detendría ahí unos momentos, luego sin hacer el menor ruido me arrodillaría y levantaría la mirada para ver lo delicioso que se ve incluso desde esa posición; me levantaría y me inclinaría para besarlo, le quitaría la camiseta mientras pasa sus manos por mi cuerpo. Luego lo tiraría sobre la cama y yo haría lo mismo, él se iría sobre mí y yo quedaría contra las sábanas, se frotaría conmigo luego de inclinarse por la gravedad, entonces me tocaría y todo se volvería borroso
-¡Te lo dije! Somos iguales- con una gran sonrisa me apoyo en la puerta del baño.
Me volteo y apoyo mi frente sobre la madera, respiro incesantemente y escucho la cadena. Me despego.
Voy hacia los vasos, tomo uno al azar y le doy un largo trago, lo dejo en su sitio luego.
Me dirijo hacia la estantería con curiosidad y paso los dedos por cada libro que hay al leer los títulos, todos religiosos.
Lo miro cuando la puerta se abre, tiene las puntas de su cabello caídas, mojadas y con un pijama puesto.
-Te equivocas, no somos iguales
Puedes sé que no sea exactamente en el ahora, pero algún día estaremos tan unidos como si lo fuéramos
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La Pausa de un Cariño Incontrolable
RomanceTú y yo. Tú me das un paraguas. Yo lo recibo. Tú te acercas. Yo no me muevo.