Eamonn.
-¿Pero qué?- reacciono.
Arrugo las cejas abriendo la puerta, niego con la cabeza y me pongo a fisgonear, incomodo, todos los sitios donde hay vasos.
Termino sacando uno y luego voy a llenarlo lo dejo a un lado porque siento mis manos temblar.
-Cálmate, cálmate- me repito y sacudo las manos. Respiro hondo y comienzo a subir las escaleras en silencio.
-Eamonn- escucho que me llama pero me detengo antes de asomarme.
¿Estoy completamente seguro de que en serio me llamó o definitivamente ya escucho malditas voces a donde sea que vaya?
-¿Pero ahora que pasaría si te dijera que ya te quiero?
-¿Qué dijiste?
Da un salto y llevo el vaso con ambas manos rápidamente a la mesa de noche para acercarme a él.
-Mierda- murmuro.
-¿Y esa boquita Eamonn?
-Cállate- hago el intento de asomarme para ver la herida pero es incomodo, así que lo tomo del brazo- Colócate boca abajo- le digo y con lentitud lo hace y me voy corriendo al baño por mi bolso.
Cuando llego al marco me detengo un segundo y suspiro.
¿Cómo mierda puedo sentirme acalorado en una situación y día como este?
Tiene la frente apoyada en los antebrazos.
Me siento en la cama y dejo el bolso en mis piernas.
-Tienes que dejar de decir esas cosas
-¿Qué cosas?- me responde con la voz aplastada.
No le respondo, me fijo en la herida.
-Buenas noticias, es definitivo, no necesitas puntos.
-Gracias Doctor Thomas.- río un poco.
-No suena mal- levanto el parche y todo se ve bien.
-¿Eso te gustaría ser?- agrando los ojos al notar lo que intenta hacer este maldito, desgraciado invertido.
Niego con la cabeza levantándome de un tirón con mis cosas.
-Tu lesión está bien, solo mantente tranquilo y toma otra pastilla media hora antes de dormir. Me tengo que ir, gracias por todo.
-¡Eamonn!
Richard.
- Colócate boca abajo- Le hago caso moviéndome lentamente mientras escucho sus pasos apresurados, dejando la frente contra mis brazos.
Puedo sentir tu suspiro, pero no creo que puedas sentir la gran ilusión y deseo que me invadió desde el momento en el que me dijiste que me volteara
Al sentarte a mi lado puedo casi percibir como pasas tu mano por todo mi cuerpo, recorriendo con la punta de los dedos por mi columna, hasta detenerse en la orilla del pantalón. Y en ese momento estiraría la mano y tocaría su muslo, lo apretaría mientras él me dice que me quede quieto; Entonces escucharía el cierre y...
-Tienes que dejar de decir esas cosas
¿Por qué me lo dices? ¿No será que temes que todo lo que te digo haga que te acerques, sigas la línea y lleguemos a un final deseado?
-¿Qué cosas?
-Buenas noticias, es definitivo, no necesitas puntos.
Es lo que menos me preocupa
-Gracias Doctor Thomas.- Ríe.
-No suena mal-. Noto como el sitio donde tengo la lesión está tirante y trato de no respirar hondo para que no lo note
-¿Eso te gustaría ser?- Vuelve a pegar casi de golpe el parche contra la cabeza, aprieto los puños ya de repente ya no siento su peso apoyado a mi lado. Los hombros se me tensan.
¿Cuánto tiempo vas a seguir retrocediendo cuando sabes que sigo rompiendo el límite de territorio, sacando las barreras?
-Tu lesión está bien, solo mantente tranquilo y toma otra pastilla media hora antes de dormir. Me tengo que ir, gracias por todo.
-¡Eamonn!- trato de llamarlo.
Me apoyo en los codos, irguiendo la espalda.
Con los ojos cerrados me levanto y cuando llego al umbral de la puerta escucho un portazo en la puerta principal.
-¿Por qué?
Suspiro volviendo a cerrar los ojos y como si tuviera un peso extra en el cuerpo, voy a la cama recostándome nuevamente boca abajo.
Estiro el brazo y me tomo la pastilla con el agua que me trajo.
Giro la cabeza en dirección del vaso casi vacío junto al otro que tiene marcados, casi imperceptiblemente, sus labios. Aquellos labios que no terminan de ser el mayor imán de todo.
Gruesos.
Suaves.
Ambiciosos.
-Siempre tus acciones muestran más que tus palabras
Miradas.
Turbiedad en tus movimientos.
Preocupaciones.
-¿Richard?
-Volviste- no puedo aguantar la sonrisa y me levanto sin problemas para acercarme.
-Ten cuidado- también me sonríe y me acaricia el cabello cuando me acerco lo suficiente. Subo una mano hacia su pecho y afirmo los dedos en el bolsillo por el lado del corazón.
Un palpitar resuena con fuerza. El pulso llega a ser tan marcado que lo siento en la palma de mi mano, estiro los dedos.
Se acerca.
-No pares- baja su mano a mi nuca y de un momento a otro cuando siento su aliento, una gran brisa helada me atraviesa todo el cuerpo y mi respiración se entrecorta.
-Eamonn, no pienso detenerme.
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La Pausa de un Cariño Incontrolable
RomansaTú y yo. Tú me das un paraguas. Yo lo recibo. Tú te acercas. Yo no me muevo.