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Eamonn.

¿Qué mierda es lo que estaría haciendo él en una iglesia? No es como si viniera a escuchar la palabra predicadora que mi padre está esparciendo

Juraría haberlo visto justo frente a mí cuando entraba y se colocaba a un costado, lo vi.

-¿Hijo, te sientes bien? Te ves algo pálido- acerca su mano y trato de apartarme con disimulo.

-Estoy bien, no tienes de qué preocuparte.

Niega con la cabeza.

-¿Acaso no sabes que una buena madre siempre tiene algo de qué preocuparse?- pasa su mano por mi pelo y me mira con ternura- Sabes que si hay algo que te moleste puedes decírmelo- Le doy una pequeña sonrisa y me acomodo en el asiento dejando la guitarra apoyada a un lado del respaldo.

¿Ahora puedo decir que me volví un maldito demente, uniéndome a la locura de todos en el pueblo o es que realmente está aquí?

Muevo la cabeza suavemente, mirando a mi padre para darle toda mi atención a sus fervientes y felices palabras que nos da a nosotros, sus feligreses. Baja los escalones y camina con lentitud por el pasillo, yendo de lado a lado logrando que cada uno de los presentes tenga la oportunidad de escucharlo con una mayor claridad; Justo como una vez me comentó que quería que pasase, y al parecer la oportunidad le salió y está dando su espectáculo soñado ante la multitud.

Vuelvo a levantarme con la guitarra a mi lado para colocarme al lado de mi padre que da unas indicaciones, recomendaciones y tan deprisa como empezó todo es como termina, quedando la iglesia sin nadie más que nosotros por lo que veo.

-¿Tienes hambre? ¿Quieres algo de comer? ¿Merienda?- niego con la cabeza y guardo la guitara en su escuche con cuidado.

-Estoy bien, no tengo apetito, gracias.

-¿Estás seguro?

-¿A qué viene la pregunta?

-Es que, hijo, durante estos últimos días te he notado aislado y, sabes que si alguien te molesta puedes hablar con nosotros, también si es que Si es que alguien ha intentado tocarte o hacerte sentir incomodo de cualquier modo Bueno, ya sabes hijo.

¿Acaso alguna mierda cambiaría si hablo en este punto de la historia?

-¿Tu también vas a ir con ese tema?

Vuelvo a negar en silencio, al igual que todo hasta que lo quiebro con mis pasos.

-¿Problemas con mamá?

-¿Estabas durante la misa?

-Al igual que cada domingo.

Asiento apretando los labios dándole una última mirada antes de continuar por la luz verde.

-Adiós- subo las cejas yéndome.

-¿Tanto me desprecias? ¿Es en serio?

Voy cruzando en medio de la calle cuando le respondo.

-Yo no te desprecio- le hablo fuerte sin gritar.

Parece alegrarse, cambia su expresión.

-La verdad es que nunca me agradaste- me encojo de hombros y subo la acera.

Y la verdad saldrá a la luz

-¡¿Tenías que decirlo de esa forma?!- grita.

Me giro un momento y veo que el semáforo volvió a cambias.

-¡¿Acaso prefieres que te mienta y te diga las cosas bonito?!

Escondo las manos en los bolsillos y al entrar en casa voy de inmediato a la cocina, después de asegurare de que estoy solo, para comer algo.

La Pausa de un Cariño IncontrolableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora