Capitulo Treinta Y Tres.

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Ha pasado una semana, mi padre me vigilan peor que a un delincuente.

—Hola.—No respondí al subir a la camioneta.—¿Seguimos con la ley del hielo?—Sigo sin responder.—Muy bien, a casa.—Me ha llevado a su casa, la misma donde vive con mi madre. Según ellos tenemos que resolver las cosas en familia, me han sacado de la casa de la abuela, me lleva y me trae de la escuela, no puedo salir ni a la esquina sola hasta saber quien puso eso en mi casillero. Mi vida cada vez más se vuelve un infierno.

Al llegar a la casa baje de inmediato y ni siquiera lo espere, entre a mi habitación lo más rápido posible. No se en que momento mi vida se volvio un caos, en la escuela soy la loca drogadicta que ve a su abuelo muerto, para mi padre soy su más grande vergüenza y bueno mi madre esta tan ocupada tratando sus malestares que poco me habla, solo se acuesta en el sillón y me abraza.

Video llamada con Louis Steven.

—¿Te han molestado?

—No aunque cambie de escuela no se detendrán, salí en todos los noticieros, periodicos y el lunes pasaron el reportaje en al escuela. Todo mundo me cree una loca Lou.

—Ey no todo el mundo, además que importa los demás. Mientras lo que te queremos creamos en ti que el mundo ruede bonita.

—¿Puedes venir? Necesito un amigo.

—No puedo tengo demasiada tarea y es para mañana. ¿Es mi último año lo olvidas?

—Claro que no, en unos meses te vas tu también.

—Animo bonita, aún nos quedan cinco meses para divertirnos.

—Claro.

—Bueno te dejo que los libros me llaman. Te quiero.

—También te quiero.

Fin de videollamada.

Mi vida apesta.

—No quiero hablar con nadie.—Han llamado a mi puerta y seguro es mi padre, ha intentado hablar conmigo en más de una ocasión pero no puedo olvidar tan fácil. Volvió a llamar.
Me levantl frustrada de la cama y abrió, no hay nadie. Mire al suelo y esta el diario de mamá.

Todo el fin de semana me la pase leyendolo, página tras página me revelaba quien era mi abuelo, quien era mi madre y por supuesto quien era mi padre. Pasaron los mejores años de su vida siento un desastre total, disfrutando cada día de su vida.

Llamada saliente a Osean.

¿Quieres que te perdone? Me tendrás que ayudar.

Ay dios. ¿Más líos Ari?

Más líos.

Fin de llamada.

Llame a Luis, estoy segura de que el me podrá ayudar, bueno además que no puedo salir sin alguien que me acompañe.

—¿Pretendes cambiar tu guarda ropa en un día?—Asentí.—¿Y tenías que llamarme a mi? ¿Un chico? Que odia ir se compras. Henderson necesitas amigas.—Me quede meditando un momento ya que es verdad, me junto con puro hombre.

—Las conseguiré lo prometo, primero necesito un cambio de imagen.

Recorte mi cabello hasta los hombros, cambie mi maquillaje a un poco más intenso y negro. Pienso ser toda una Sommer.
En el diario de mamá encontré unas fotos de la abuela en sus tiempos de juventud, era una rebelde sin causa que todo el mundo amaba, siempre con sus chaquetas de cuero y botas altas, mamá al llegar su turno hizo suyo el momento poniendo su estilo y ahora va mi turno.

—¿Pink Dark? ¿Encerio?—Le regale una sonrisa y entre, tome de todo, blusas, pantalones, mallas, botas todo lo necesario para la nueva Arianna.—Me van a linchar por ayudarte con esto.

...

Tengo la mirada de Scott sobre mi. ¿Acaso tengo monos en la cara?

—¿Porque Arianna?

—No se de que me hablas.—Yo no inicie esto, solo me defendí.
De entre mi cabello tome un fideo y comí.

Estoy seguro de que sabes perfectamente de que hablo, pero esta bien, a mi no me digas nada, pero a tu madre si se lo dirás.—La puerta se abrió dejando ver a mis padres quienes al verme se les cayo la boca al suelo.

—¿Eso es sopa, Arianna?—Mi padre esta a punto de enloquecer.

—Está buena ¿Quieres?—De mi cabello saque otro fideo y se lo tendi.

—Suficiente Henderson, tomen asiento porfavor.

5 horas antes.

Es lunes por la mañana y estoy lista.
Me he puesto unas mallas negras rasgadas, una playera blanca con la leyenda de Zombie que deja al descubierto lo abdomen y una chaqueta negra de piel, botas de soldado y lista. Tome mi mochila y baje encontrándome con mi madre quien solo dejó caer el plato con tostadas francesas al suelo, tome una y seguí mi camino.

—Andando.—De igual manera papá se quedó sorprendió, todo el camino se fue en silencio y sólo miraba al frente, sonrisa de vez en cuando pero lo ocultaba con su mano libre.

Inmediatamente al llegar llame la atención de todos, comenzaron a hablar en voz baja entre las bolitas.

—No preguntaré, solo ignorarse y lo aceptaré.—Ross me mira con desapruebo, A Owen parce gustarle y a Osean, bueno el esta distraído como siempre.

En las clases hasta los profesores me veían raro, pase de ser la tierna niña a ser una demente total y ellos lo saben.

Sono el timbre para el descanso, lo único que quiero es comer algo ya que esa tostada no fue suficiente.

—¿Que va a ordenar?—Me pregunta la señora de la cafetería.

—Quiero fideos, papá y un perro caliente.—Pague. Al girarme de nuevo tengo la vista de todos ensima mio, busque con la vista una banca vacía y la encontré, no estuve sola mucho tiempo ya que dos chicas vestidas parecido a mi se sentaron frente a mi.
Una es pelirroja, tiene la mirada más profunda que he visto y la otra es rubia, lleva mechones color rosas en su cabello y mucho lápiz en sus ojos.

—Entonces tu cambio es ¿Porque?—Hablo la rubia.

—Quiero y puedo. ¿Algún problema?

—¿Se enteraron? Encontraron drogas en su casillero y ve muertos. Debería estar en el psiquiátrico.—Cuatro chicas pasaron por detrás de mi hablando, pude escucharlas perfectamente aunque creo suponer que esa era la idea.—Como la loca que es.

—Castaña, Lindo vestido.—Se giro a verme.

—Gracias.—Me miro confundida.

—Le falta un poco de fideos a ese vestido.—Tome un puño con mi mano y se lo lance, el vestido color rosa pastel quedó manchado de salsa de tomate. Ahora si merezco la vista de todos.—Si vas a hablar mal de mi que sea en mi cara y no a mis espaldas.—Jamás en la vida hubiera hecho esto, no se que me pasó, actúe sin pensar.

Ambas chicas que estaban conmigo hace unos momentos se pusieron detrás de mi, tomaron unos batidos de unas mesas y lo vaciaron sobre las otras chicas frente a mi.  Creo que ahora si estoy en problemas.

—Será mejor que aprendan a respetar plásticas sin neuronas o las haremos respetar a la mala.

—¡Eres una perra!—Una de ellas me lanzó su plato lleno de sopa a la cara.

—Gran error idiota.—Entre la rubia y la rojiza tomaron a esta tipa y sin pensarlo estampe mi puré de papá sobre su cara.—¡Guerra de comida!—Grito la rubia. La cafetería se volvió un campo de batalla, de la nada ya estaba bañada en salsa de tomate, mostaza y demás.

—Henderson, Strong, Marchall a mi oficina ahora.—Y llego Scott.

¿El regreso del demonio Collins? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora