Parte 12: Fuera de control

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RICK



           

A la mañana siguiente, me deslizo en el asiento junto a Eliot, mientras King despliega su enorme y peludo culo en el suelo a mi lado. Le hago un gesto al prospecto detrás de la barra para que me haga un café irlandés.

Me fui a dormir anoche con una polla dura. No importa cuántas veces me sacudí esa mierda, siguió apareciendo de nuevo. Una de las prostitutas del club hubiera estado encantada y dispuesta a ayudarme, y hubiera sido mejor que mi maldita mano. Pero mi polla no se hubiera conformado con otra que no era Dian y solo quiere una maldita cosa: el dulce coño de Dian.

Soy muy consciente de que la hija de un presidente rival no es alguien que debería querer solo para una cogida rápida. Demonios, hace unos años, habría considerado eso. Ella estaba destinada a ser más que un coño para mí. Ahora, sin embargo, creo que nunca va a suceder.

Yo no quiero que Dian sea otra mujer en mi cama. Si Javi descubriera que solo la jodí como una cualquiera, eso traería aún más problemas a mi puerta. Ella es una mujer adulta, así que no espero que quiera tener algo conmigo de todos modos. Yo la quiero. Demonios, mi polla quiere lo que quiere. No hay nada que pueda hacer al respecto.

Pero yo sé que Ella me quiere tener en sus piernas, y no pasará mucho tiempo antes de que me ruegue que la folle.

Antes de que el prospecto me traiga mi café, Sam se sienta frente a nosotros y dice: —Tienes que hacer algo con el estúpido hijo de puta.

Ni Eliot ni yo preguntamos de quién está hablando. —Todos en la mesa, todos en el club, saben que Oliver está pisando hielo delgado. La palabra no toma tiempo para moverse, y todo el mundo ha oído hablar de las armas y cómo él no ha estado siguiendo órdenes.

—Sé que lo hago, y lo haré,— respondo, agarrando mi café de la mano del prospecto. —Solo tengo que averiguar qué diablos voy a hacer, —le digo, tomando un sorbo. Yo tengo que obtener algunas respuestas y llegar al final de este envío faltante. También tengo de encargarme de Samanta y Oliver. No necesitamos a nadie en quien no podamos confiar como parte del club.

Sabiendo que no voy a decir más, Eliot cambia de tema. —¿Qué pasó con tu labio?

Una sonrisa se extiende por mi rostro mientras me encojo de hombros. —Dian decidió ponerse un poco luchadora.

Ni siquiera me di cuenta de que la pequeña bola de fuego había hundido sus dientes en mí hasta que me mire en el espejo. Demonios, se sentía demasiado malditamente bueno para notar que ella estaba clavando sus dientes en mis labios. Nada en mi vida se ha sentido mejor que ese beso. Demonios, su boca era mejor que cualquier coño en el que haya estado alguna vez.

—Yo diría que eso no fue una lucha de la que te hayas arrepentido, —dice, mirando a Sam.

—Apuesto a que te divertiste intentando tener a dos perras bajo control.

—Tuve que tener una lucha con la pelirroja, —dice Sam, su rostro cada vez más duro. —Pero Dian nunca tuvo la oportunidad de pelear.

Un escalofrío me recorre la espina cuando pregunto: —¿Qué quieres decir con eso? —Ella lo intento un poco, y luchó para escapar. —Antes de que ella pudiera lanza el primer golpe, Oliver la golpeo con el puño en su cabeza, y ella se desmallo en ese instante.

Salto de mi asiento, haciendo que mi silla se caiga al suelo. —¿Qué Mierdas, me estás diciendo? —Te dije que no le hicieran daño. —King salta desde su lugar en el piso y deja escapar un gruñido, buscando alrededor, tratando de descubrir qué me tiene tan alterado. Cuando él no ve nada amenazante, se recuesta, sin perder de vista la habitación.

Dian no era una perra a la que agarrábamos. Su padre es un motero, diablos él es un maldito Presidente MC, y ella merece todo el respeto que le podamos dar. Me doy cuenta de que la mierda hubiera sido peor si la hubieran matado, solo por no seguir mis órdenes. Por qué no solo la tomaron y la amordazaron.

—¿Cómo no me di cuenta que ella había sido lastimada? —Él debe haberla golpeado donde nadie sería capaz de ver. —Sin embargo, tenía que haber sido un golpe muy fuerte para haberla noqueado. —Tú no sabes por qué ella no dijo nada al respecto.

—Sé lo que nos dijiste, y también Oliver lo sabía, pero a él no le importo nada. —Sam dice encogiéndose de hombros. —Tengo que ser honesto contigo, hermano. —Él tenía una reacción que no sabría explicarte por ella, en el momento en que la vimos entrar al centro comercial. —Él no estaba dispuesto a dejar pasar esa oportunidad y dejarla ir. —Si no haces algo con él, siempre estará desobedeciendo tus órdenes y esa mierda te va a traer problemas de nuevo.

La ira me atraviesa como una ola larga, tocando cada parte de mi cuerpo. Estoy a punto de hacerle una visita a Oliver, pero mi teléfono suena y me detiene.

Lo saco de mi bolsillo y veo el nombre de Javi parpadear en la pantalla. —Levantando mi dedo y les hago seña para que todos guarden silencio y escuchar, coloco el teléfono contra mi oreja.

— Sí. —Contesto.

—¿Qué clase de juego estás jugando ? —grita, forzándome a retira el teléfono un poco.

—Tomaste algo mío, así que te devolví el favor. —le digo, aunque todavía no puedo entender por qué haría algo tan malditamente estúpido.

—Escuché todo sobre la mierda que tienes con los Asesinos. No tomé tus malditas armas, ni siquiera sabía que estaban recibiendo otro envío. —Y puedo escucharlo tomar una respiración profunda, antes de continuar. —Quiero que mi hija vuelva a estar libre, sino en este momento voy air por tu maldito tu trasero.

—Uno de mis hombres vio a tus chicos allí. Los vio alejarse con el envío. —Le cuento la historia que Oliver me contó. —Si no lo autorizaste tú, debes hablar con tus hombres.

—¿Crees que soy tan estúpido como para llamarte antes de saber dónde estaban mis hombres?, —Pregunta, pero no me da tiempo para responder. — Ninguno de mis hombres estuvo ni siquiera en el camino esa noche. —Tuvimos una fiesta para uno de los veteranos, que va hacerse nómada.

Mi estómago se retuerce al pensar en lo que acaba de decir. Esperaba una mentira, pero esta no. La historia que contó no estaba ni en mi lista de mierda de la que diría él. Es demasiado fácil de verificar. Las fiestas como esa atraen a una gran multitud, y las perras de todos los lugares vienen a obtener pagos extras.

—Dame un segundo, —murmuro, haciendo clic y silenciando el teléfono. Miro alrededor de la habitación, hasta que veo uno de las putas del club.

—Oye, Celeste. —¿Estuviste trabajando en una fiesta de los Satans hace unos días? —Sí,— responde con una sonrisa en la cara. —Cesar va a ser nómada, por lo que Javi y sus chicos contrataron chicas de todas partes para decirle adiós.

—¡Joder! Esto no se ve bien.  —Aun así, podrían haber estado unos pocos como dijo Oliver. —Desconectándolo, devuelvo el teléfono a mi oído.

—Puedo admitir que es posible que no hayas sabido que la mierda estaba pasando, pero también no sabías si todos tus chicos estaban en la fiesta.  

—Hablé con todos mis hombres. Interrogué a cada uno de ellos, —gruñe. —Te lo digo, y vuelvo a repetirlo no tenemos nada que ver con eso.

—Bueno, tienes que demostrarme eso, si quieres recuperar a tu hija, —le digo, haciéndole saber que ella no está yendo a cualquier parte hasta que él haga lo que se le dice.

—Está en silencio por un minuto, antes de decir finalmente: —Déjame hablar con ella.

CAMINO A TU DESTINO ©️® (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora