CAMINO A TU DESTINO ©️® (TERMINADA)

Parte 27: "Mamá de Rick".

DIAN

Me dirijo al patio, todavía vistiendo mi misma ropa sucia, con King detrás de mí. El olor de la parrilla golpea mi nariz, y mi estómago deja escapar un gran gruñido. 

—Según Rick, él es el maestro de la parrilla, así que estoy deseando comer bien esta noche. Aparte de un sándwich ya que desde que llegue a la casa club solo como eso y ya deseo cambiar a algo diferente. En realidad, no es culpa de Rick. —Algo siempre parece interponerse cuando es hora de comer.

King deja escapar un gruñido y corre hacia la parrilla. —Bajando para acariciar su cabeza, Rick deja caer un trozo de carne en el suelo y le dice algo a su perro.

Al acercarme, veo que solo quedan dos bistecs en la parrilla. Después de ponerse de pie, Rick los voltea y coloca uno en un plato. Tan pronto como me ve, me lanza un guiño y toma el último bistec.

Después de dejarlo en un plato, él me lo da y dice: —Este es para ti. —Pensé que ya que estaba cocinando, podríamos obtener los dos últimos, así que estarán calientes.

—Eso fue amable de tu parte, cariño, siempre cuidándome, —le digo con una sonrisa. —Sabes, que me gusta mi carne caliente.

Su mano aterriza en mi culo con una bofetada. —Tengo algo de carne caliente para ti, cariño.

Agarrándome de la mano, me lleva a las tres mesas de picnic llenas de comida. Algunas mujeres están de pie, cada una usando un chaleco honorario, etiquetando al grupo como las esposas. —Les sonrío antes de mirar hacia abajo de todo lo que tienen para ofrecer. Las mujeres, obviamente, arreglaron todo tipo de guarniciones que se les ocurrió y todo se ve delicioso.

Suelto la mano de Rick y comienzo a amontonar en mi plato la ensalada de papas y ensalada de col y luego tomo un huevo con relleno, sin mencionar dos panecillos caseros. —Para terminar, deslizo un pedazo de pastel de nuez en mi plato. Mis ojos aterrizan en los espárragos horneados y los cremosos macarrones y queso, y me hacen saber que haré un segundo viaje. Finalmente, tomo una cerveza y me acerco a las mujeres.

Al mirar a la mujer más vieja del grupo, hago mi mejor esfuerzo para mostrarle el respeto que merece.

—Todo esto se ve increíble. Usted señora hizo algo maravilloso y bueno.

—Gracias, —dice, y una sonrisa se extiende por su rostro. 

Eres Dian, —¿verdad? —Mi hijo me ha contado todo sobre ti.

—¿Quién es su hijo? —Pregunto mientras Rick pone una mano en mi espalda.

La mujer se ríe, un tintineo que hace que mi sonrisa crezca. 

Luego, ella se acerca y parpadea sus ojos, llamando mi atención en los brillantes ojos verdes.

—¡La madre de tu Ricky!—Me gusta llamarlo Ricky, pero se pone un poco raro y enojado cuando lo hago, —dice, cuando Rick me suelta y le da un beso en la mejilla.

—Oye, mamá, —dice, retrocediendo hacia mi lado. —Todo está muy bueno.

Ella me mira y dice: —Asegúrate de volver por algunos pie de manzana. —Mi amiga Luz los hizo, y están increíbles.

Le sonrío, entonces mis ojos se cierran sobre su chaleco. —La mayoría de las mujeres entierran su chaleco con su hombre después de que mueren. Al menos así es como se hace en el club de papá. —Pueden quedarse con el parche, pero el chaleco del esposo siempre está en el ataúd, justo al lado de su hombre. —Entonces, considerando que él esta muerto, me sorprende verla que lo esta usando.