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La lluvia de verano azota Barcelona y la familia Ocaña Morales agradece estar acabando de cargar las maletas en el coche. Ansían que sus vacaciones empiecen en un lugar donde de verdad parezca que hace el tiempo que procede a la época del año. Aitana, la única hija de la pareja, ya está sentada en la parte trasera del vehículo desesperada por llegar de una vez al aeropuerto.

A su lado la mochila empieza a vibrar notificando la llegada de algunos mensajes.

"Más te vale llamarme todos los días, te voy a echar de menos" —Marta.

"Nos vemos en dos semanas, cosita" —Vicente.

Con un rápido tecleo responde a ambos con corazones y besos a partes iguales y, por quinta vez consecutiva en los últimos diez minutos, vuelve a entrar a Instagram. Con el mismo resultado que las últimas veces, nada.

"Quiero verte ¡YA!" —Ana.

El mensaje de su amiga le devuelve la sonrisa y aprovechando que por fin sus padres han arrancado el coche decide pulsar el contacto de la canaria para hablar directamente con ella.

—No me gusta que me llames —murmura apenada.

—Pues nada, que te den.

—Gilipollas, lo digo porque eso quiere decir que aún no están en el avión...

—Estamos yendo al aeropuerto, es que ha habido un contratiempo —el tono de su voz de su voz disminuye a medida que las palabras fluyen por su boca pero no consigue el efecto deseado.

— ¡El contratiempo es que tu amiga no quería salir de casa sin arreglarse otra vez el flequillo, que lo sepas! —grita Belén desde el asiento del conductor.

— ¡Chivata!

—Ella, que quiere estar perfecta —se cachondea su amiga al otro lado de la línea.

—Ana, me arreglo el flequillo a diario, no empieces.

—Yo te creo Aiti, no te preocupes.

—Eres insoportable —suspira— ¿Han llegado ya?

— ¿Quién? —pregunta riendo.

— ¡Ana, por favor!

—Amaia y Miriam han llegado hace como una hora.

— ¿Y los demás? —nota los ojos de su padre observándola por el retrovisor y siente como sus mejillas se sonrojan.

— ¿Amor, si lo que quieres es saber dónde está Luis por qué no se lo preguntas tu misma?

—Qué no, joder, que quiero saber dónde están Roi, Raoul y Luis, no solo él.

—Pues aún no han llegado, lo siento.

—Acabamos de llegar al aeropuerto Anita, nos vemos en un rato —baja del coche en un salto y corre al maletero aún con el móvil en el oído— dale un beso a tu madre.

Arrastran todas sus cosas por la amplia estancia, cargados hasta las cejas y preparados para pasar los tres meses de verano en el mismo sitio de siempre, con la misma gente de siempre. En Tenerife.

"Aitana, ¿y tu padre? No me coge el móvil" —Luis.

"Ha ido a dejar las maletas ¿Qué quieres?" —Aitana.

"¿Vas a seguir enfadada?" —Luis.

"No sé de qué me hablas, ¿qué ibas a decirle a mi padre?" —Aitana.

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