En cada uno de los encuentros, prácticamente diarios, que tuvieron las siguientes tres semanas parecía que el verano no había pasado por ellos y que las sabanas del chico no estuvieran hartas de verles explotar de placer cada vez que sus cuerpos se fundían en uno con proporciones de amor y pasión a partes iguales. Ahí continuaban las sonrisas enternecidas frente al otro, las miradas descaradas e incluso algún tonteo en exceso. Únicamente eso y para Aitana parecía ser suficiente.
O al menos eso era lo que mostraba la mayoría del tiempo.
La realidad era que necesitaba aprovechar cada momento con él, aferrarse a ir juntos a cenar o ver una película en su casa para calmar el desconsuelo de creer que ya nunca llegarían a más. Se prometieron antes de etiquetarse que de ir mal no perderían la relación y a medida que pasaba el tiempo ella estaba convencida de que era todo lo que le iba a quedar. Y era inevitable que la situación le pasara factura.
Le hizo prometer a Miriam y Amaia, las únicas personas con las que se permitía derrumbarse que pudieran hablar con él, que no le dirían absolutamente nada de esos pequeños bajones de los que Luis desconocía la existencia. Ellas estaban cumpliendo pero no por ello iban a permitir que se quedase metida en la cama días enteros.
—Por favor, hazlo por mí —suplicó Amaia esa misma tarde estirándole del brazo.
—No me apetece ir a ningún sitio.
—Aitana, me niego a que sigas así, le prometiste no hacerlo y no lo estas cumpliendo.
—Mira, llevo el trabajo al día, no he dejado de comer en ningún momento y durante toda la semana he tragado con una situación con la que sabes que no estoy cómoda, dame un respiro ¿no me lo puedo permitir? Joder, parece mentira que no sepas lo complicado que es esto.
—Precisamente porque se cómo es no quiero que te quedes encerrada comiéndote la cabeza, tienes que salir y despejarte, intentar superarlo.
—Gracias por los ánimos —escondió la cara en la almohada para reprimir las ganas de llorar, no quería superar nada, solo deseaba volver a estar como antes— Amaia, paso, diviértete.
—Si tú no vas yo tampoco, así de claro te lo digo.
—Pero si estás deseando conocer a los amigos de Rubén...
—Y ni loca voy a ir yo sola frente a un grupo de diez personas, por eso te estaba pidiendo como favor personal que me acompañases —La fulminó con la mirada. Si algo de malo tienen tantos años siendo amigas es que se conocen demasiado bien y no dudan en que decir para convencer a la otra—Tú me obligaste a salir de la cama cuando estaba en la mierda, es mi deber hacer lo mismo.
— ¿Sabes qué? Paso de ti, deja de insistir ya. Te acompañaré pero me iré en cuanto estés un poco integrada, que lo sepas.
—Eres la mejor.
Aitana se encerró en el baño cuando Amaia hubo marchado de regreso a la habitación del chico, frente al espejo observando sus ojeras se dio cuenta que lo que creía haber avanzado en Londres durante tres meses había retrocedido a pasos agigantados en esas semanas y le daba rabia no ser capaz de salir de ahí. Quizás debería hacer caso a Amaia y asumir que la había cagado y ya no existía vuelta atrás posible pero ¿cómo?
Al final tuvo que agradecer haber aceptado la propuesta de su amiga porque lo que la llamada que sonaba en su móvil en ese momento iba a proponer era tan tentador como doloroso y, con semejante bajón, no se veía capaz de hacerle frente.
—He pensado que igual te apetecía ver una peli y comer pizza, como me has dicho que no ibas a salir...
—Ya... —enmudeció, no sabía que contestar. Si por ella fuera acabarían con el catálogo de Netflix y las reservas de dicha comida mientras se abrazaba a él pero esos planes, sin haber tenido la conversación que Luis le prometió cuando volviera de Londres, era demasiado para ella. Y, a la vez, tampoco sabía cómo negarse.
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Arena
FanfictionNo os voy a contar nada, su historia no se cuenta, se vive. Nadie hace preguntas porque son ellos, con sus circunstancias y sus cosas. Historia Aiteda (Mundo paralelo)