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He subido en el capitulo anterior sin querer dos juntos, si lo habeis leido entero aqui no hay nada nuevo ¡Lo siento!

Las chicas proponen ir junto al resto de sus amigos a tomar algo y, después, comer todos juntos en la pizzería. Llevan una semana sin hacer nada todos juntos y añoran esos momentos.

—Anda que avisáis —regaña Ana a todo el grupo nada más llegar veinte minutos después a la terraza donde los tres chicos toman una cerveza.

—Os estabais bañando...—se excusa Pablo sonriendo a su novia de tal forma que sabe a la gallega se le hará irresistible no perdonarle— Sentaos.

—Falta una silla... —murmura Amaia buscando con la mirada en las mesas de al lado sin resultado— ¿Vamos a estar mucho aquí? Si eso entro a pedir otra.

—Nos acabamos la caña y vamos a comer —concede Luis haciéndole un gesto a Aitana para que se acerque a él, rodea la cintura de la catalana con un brazo y la sienta sobre sus piernas— No hacen falta más sillas.

—Madre mía, como estamos... —murmura Roi sonriendo divertido.

Pero, por lo demás, el gesto pasa bastante desapercibido para el grupo. Al final, tras algo de conversación que parece querer alargarse más de la cuenta, deciden pedir otra ronda para todos. A mitad discusión entre Miriam y Roi sobre el lavado de los platos comunes a Luis alguien le toca la espalda consiguiendo que este se gire para mirarle.

— ¡Agoney! —Exclama sorprendido de verle por la zona, Aitana se levanta para que los chicos puedan saludarse con tranquilidad— ¿Cómo estás?

—Muy bien —asegura tras darle dos besos también a la catalana que permanece de pie junto a ellos— Acabo de salir de trabajar. Hola, chicos —saluda con la mano al resto de la mesa pues con quien más confianza tiene es con ellos dos— ¿Qué, os lo pasasteis bien?

—Esto... sí —Luis enrojece y Aitana asiente alzando las cejas para que no diga más delante del resto. El canario se da cuenta del fallo y se pone algo nervioso pero ella sonríe apaciguadamente para asegurarle que no pasa nada.

— ¿Hacéis algo esta noche? Hay una fiesta en el puerto... —informa a todo el grupo intentando desviar la atención.

—Ah, pues podríamos ir —asegura Roi mirando a sus amigos en busca de un consenso que tardará un poco en llegar.

—Si al final venís avisadme y nos tomamos una copa —concluye el canario con una sonrisa antes de girarse hacia Luis y Aitana— Voy a por una cerveza, ¿me acompañáis?

La pareja le sigue dentro del bar y el gallego se sienta en un taburete a la espera del verdadero motivo por el que les ha hecho entrar. A Aitana, apoyada en la barra, parece hacerle mucha gracia la situación.

—Espero que a mí me lo cuenten, me lo merezco por haberme hecho madrugar en mi único día de vacaciones —ambos ríen y ella acaba entre las piernas de Luis con él abrazado a su cintura.

—Muchas gracias por la furgo, Ago, de verdad —Aitana asiente de acuerdo con sus palabras, se miran buscando el consentimiento del otro en la mirada y acaba siendo él quien lo dice— Pues... si, estamos juntos.

— ¡Ya era hora! —exclama eufórico— Se os ve felices.

—Lo estamos —admite ella entrelazando sus dedos con los de Luis— Bueno, Ago, no creo que hayamos entrado aquí para hablar de algo que sabes desde el primer día ni que vayas a beberte una cerveza después de llevar toda la noche limpiando.

—Que lista es mi niña —murmura el gallego besando su hombro—. Suéltalo, Agoney.

— ¿No ha venido este año?

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