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—Aiti... —Un suave susurro que esboza su nombre la despierta evitando que su mente crea ni por un solo segundo que lo de anoche fue un sueño. La dulce sonrisa de Luis le da los buenos días y ella siente que podría acostumbrarse a vivirlo toda la vida sin problema alguno— Buenos días, dormilona.

—Buenos días —murmura vergonzosa escondiéndose tras la almohada—. ¿Qué hora es?

—Muy pronto aún. Sigue lloviendo mucho, me parece que no vamos a poder alquilar el barco...

— ¿En serio? —Aitana levanta la cabeza comprobando por si misma que la ventana de enfrente está completamente bañada por las gotas y la diferencia de temperatura ha conseguido empañar el cristal— Jope, que mal.

—Lo podemos hacer otro día, no te preocupes—Le anima sentándose a los pies de su cama, quizás no lo muestre pero está un poco nervioso—. ¿Te apetece hacer algo hoy?

Lo cierto es que teme agobiarla. Sabe y se ha repetido muchas veces durante la noche que ha sido ella la que ha dado el paso, más seguridad no podría darle, pero le sigue pareciendo tan sorprendente que al fin haya salido bien que prefiere ir con pies de plomo y barajar todas las posibilidades. Quizás todo fue consecuencia del alcohol, precisamente ese fue motivo por el cual él dio un paso hacia atrás cuando estaba a punto de besarla, si pasaba no quería que a la mañana siguiente hubiera un arrepentimiento que habría sido mucho más doloroso que el simple vacío.

—Pues... —Aitana se muerde el labio inferior, muere de ganas por decirle que si pero ¿y él?

—No pasa nada, si no puedes o no tienes ganas lo entiendo, de verdad —asegura haciendo amago de levantarse pero ella le coge del brazo justo a tiempo.

—No me has dado tiempo a contestar. Claro que me apetece ¿y a ti, Luis?

—Hombre, si no quisiera no te habría dicho nada ¿no crees?

—Pues por compromiso —sugiere aventurándose a mirarle a los ojos—. O igual te has arrepentido de decirlo... —Luis ladea la cabeza y ambos se dedican una sonrisa, han dejado de hablar de lo que pueden hacer ese día.

— ¿Cómo me voy a arrepentir? Llevo muchos años queriendo decírtelo —se sonroja y baja un poco la cabeza para ocultarlo— Lo de hacer algo hoy, claro.

— ¿Vienes conmigo? —Pregunta Aitana haciendo un hueco junto a ella en la cama y abrazándose a su cintura cuanto se tumba—. Así que lo de hoy, ¿eh?

—Sí.

—Curioso... —Luis alza las cejas esperando que prosiga. Las yemas de los dedos de la catalana acarician su brazo consiguiendo que los pelitos de la zona se ericen. Bajo la colcha sus pies se enlazan casi pareciendo lo más usual del mundo— Yo también quería comentarte algo desde hace tiempo

— ¿De verdad? Comenta, que me interesa.

—Eres más tonto... —masculla esquivando su mirada.

—Si quieres lo comento yo primero...

—Es lo justo —asegura Aitana incorporándose un poco para que él pueda meter el brazo bajo su cuerpo. Luis la acurruca aún más a su lado antes de hablar. O de intentarlo.

—Pues, a ver... —prueba a decirlo mirándola a los ojos pero descubre que el cupo de su timidez no es apto para tanta intensidad así que desvía la mirada a la su mano y la de ella que reposan juntas pero con unos pocos centímetros de separación. Es Aitana la que, divertida por el rubor de su cara, las entrelaza recuperando la conexión visual— Joder, es que es complicado... —suspira al oír su risa— ¿te lo estás pasando bomba, eh?

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