Camina de puntillas hasta la gran terraza sujetando entre sus manos la taza de té frío que se ha preparado. Aún está flipando con lo preciosa y enorme que es la estancia que Luis ha reservado. No solo tiene una cama de dimensiones descomunales y un baño que únicamente la ducha ocupa la mitad del amplio espacio, también forma parte del lugar una pequeña cocina abierta a la sala de estar con dos cómodos sofás marrones presidiéndola. La parte exterior, con vistas directas al mar, no se queda atrás. Un jacuzzi y varias tumbonas son más que suficientes para poner la guinda al pastel que, si ya desde fuera parecía mágico, en su interior se asemeja casi imposible de superar.
—Espero que te hayas puesto crema —susurra a su espalda el chico con voz adormecida, se agacha frente a la tumbona y deja pequeños besos sobre los labios de Aitana haciéndola sonreír más si cabe—, no te has puesto.
— ¿Cómo lo sabes?
—Porque no hueles a crema y esa cosa se nota a kilómetros.
—Pues es que no la he encontrado, supongo que no la habrás metido en la maleta.
—Juraría que si... —asegura con el ceño fruncido volviendo a entrar a la habitación, menos de un minuto después regresa con ella en la mano y negando la cabeza— No es que seas precisamente experta en buscar cosas ¿eh?
—Idiota —masculla agarrándole de la muñeca para que se siente en el hueco que ella ha dejado y poder estirar las piernas encima de las de él—, estabas durmiendo y no quería hacer mucho ruido. De todas formas acabo de salir, tranquilo.
Luis asiente concediéndole, al menos esta vez, la razón. Pone un poco de crema solar en la palma de su mano y empieza a masajearle la parte de la piel de ella que tiene encima suya mientras Aitana hace lo mismo con la zona superior.
— ¿Qué has estado haciendo? Te has quedado muy poquito en la cama —pregunta el gallego aun medio dormido, en cuanto se han instalado en la habitación ha caído sobre el colchón asegurando solo querer descansar un poquito y, hasta lo que las yemas de sus dedos recorriendo la espalda de ella recuerda, Aitana estaba tumbada con él.
—No tenía sueño —explica encogiéndose de hombros—, cuando te has dormido me he dedicado a explorar un poco esto, he visto la tele y... —sonríe pícaramente con la barbilla alzada, apuntando hacia el pequeño cubículo ahora repleto de agua que hay frente a ellos.
— ¿Te has bañado sin mí?
—No, bobo, la he preparado para cuando tú quieras.
—Lo decía de broma —aclara Luis jugando con un mechón suelto que le cae a Aitana por el hombro—, no me hubiera importado.
—Ya lo sé —asiente ella conteniendo un poco la respiración—, pero es que quería probarla contigo.
—No se hable más entonces —Luis extiende la mano para que la catalana se aferre a ella y caminan juntos al agua que, hasta entonces, está en calma.
Una vez en su interior el cuerpo de la chica, casi por instinto, acaba sobre el suyo. A pesar de las burbujas que chocan con sus pieles sienten como si el resto del mundo se parase al juntar lentamente los labios, sin decirse nada pero volcando en ellos todo el amor que el corazón les permite bombear.
El único idioma que sus oídos conocen durante la siguiente media hora es el de los susurros incoherentes que emiten entre beso y beso.
—Ni se me ocurriría quejarme a mí de esto pero... Creo que tendríamos que empezar a ponernos en marcha, hay cosas que hacer y no hemos venido aquí para quedarnos encerrados en esta habitación.
— ¿No? Tampoco me importaría.
—Ya, eso lo dices ahora, no seré yo quien te aguante a la vuelta arrepintiéndote de no haberte bañado lo suficiente en esas piscinas.
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Arena
FanfictionNo os voy a contar nada, su historia no se cuenta, se vive. Nadie hace preguntas porque son ellos, con sus circunstancias y sus cosas. Historia Aiteda (Mundo paralelo)