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Casi va a alcanzar la meta de una hora en completo silencio sin que los sollozos de ella irrumpan el automóvil y sea lo único en lo que pueda pensar, ha sido muy complicado conseguir calmarla y ni siquiera ha podido hacerlo por méritos propios, así que no está dispuesto a que el sonido de su teléfono le irrumpa el sueño.

—Dime Roi —descuelga agradeciendo llevar un auricular puesto de antes.

— ¿Cómo vais?

—Estoy por entrando a la Rivera alta, aun me queda bastante camino... —suspira mirándola de reojo— Aitana está durmiendo.

— ¿Os han dicho algo más?

—Nada nuevo, está desesperada y yo me siento súper impotente.

—Es suficiente con estar a su lado, eso es todo —Luis escucha al otro lado más voces que, supone, son del resto de sus amigos— Miriam dice que vayáis con cuidado y Rubén que pares de vez en cuando a tomar un café, es una locura haberos ido a estas horas —recrimina preocupado.

— ¿Qué más podía hacer?

Gracias a haber estado mirando tras el cristal Luis supo el momento exacto en el que el corazón de Aitana se partía en cientos de pedazos, se puso en pie y se apresuró a agarrarla por los codos antes siquiera de saber que ocurría. Nada bueno. Así se lo explicó Cosme, de la mejor manera que pudo, pues él también mostraba estar visiblemente destrozado.

Sergio, uno de los mellizos con los que el propio Luis había estado jugando dos semanas antes, estaba desaparecido desde hacía bastantes horas. Aquel sábado por la mañana sus padres tenían una reunión muy importante así que contrataron a una vecina del edificio para que se ocupase de los pequeños mientras ellos estaban ausentes, creyéndose capaz de poder con ambos y sabiendo a los niños hartos de estar encerrados les llevó al parque.

Pero si ya uno es complicado de controlar, dos trastos de 6 años correteando cada uno por una punta puede ser agotador. Y aun así la chica lo estaba haciendo lo mejor que sus capacidades le permitían, solo se distrajo un segundo atándole los cordones a la niña. Un segundo del que, perfectamente, podría haberse distraído el propio padre o madre de la pareja. Un segundo en el que Sergio parecía haberse evaporado de la zona.

La policía actuó con rapidez, solo era un caso de un niño que podría haberse perdido al ir vagando sin rumbo fijo, pero las horas iban pasando y cada vez la posibilidad de que su desaparición no fuera algo fortuito se hacía más tangible.

Cosme y Belén se prometieron no causar mayor alarma de la que ya había pero cuando la policía empezó a denominarlo claramente como un plausible secuestro no les quedó más alternativa. Se vieron obligados a llamar a su hija para que, en el caso que viera la noticia en algún tipo de medio, no le pillase por sorpresa.

—Necesito encontrar un tren, tengo que irme, tengo que estar con ellos.

Aitana entró en un bucle constante que ni con toda la fuerza y amor posible sería capaz de salir, no al menos si Luis no se ponía firme ante ella.

—Es media noche, no hay trenes a estas horas —le dijo agarrándola por los hombros para hacerla entrar en razón.

—Necesito...

—Lo que necesitas es sentarte un momento, ven conmigo —Luis se encargó de reconducirla al sofá, se puso de cuclillas y la contemplo dándose cuenta de que estaba completamente en shock— Espérame ¿vale?

Salió de nuevo a la terraza para pedirle algo de ayuda a Miriam, le explicó la situación y el primitivo plan que se le había ocurrido en escasos segundos. Plan que a la gallega le pareció una completa locura.

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