—Te podrías quedar —le susurra en el oído haciendo que de los labios de Aitana se escape una risa tímida, se acomoda más entre sus brazos y besa lo que más cerca del rostro de él le queda, la mandíbula. Un cojín estampa contra la espalda de la catalana sobresaltándola, Luis lo atrapa y se lo devuelve con más fuerza al que lo ha lanzado fulminándolo con la mirada— ¿Qué haces? Pesado estás, macho.
— ¿Pesado, yo? No soy yo quien lleva cinco días insoportablemente empalagoso —Aitana esboza una sonrisa comprensiva, el pobre se ha tenido que tragar muchos de los mimos en exceso para suplir los cinco días futuros que les esperan separados. Se separa de los brazos del gallego mayor a regañadientes de este y se deja caer en el sofá al lado de su amigo.
—Pobrecito Roi que no se puede mover y se aburre ¿verdad? —dice con voz melosa haciendo que el chico crea que ha conseguido un poquito de atención. Asiente con una mueca plagada de lastima, Aitana acaricia su cabeza y de pronto en su rostro aparece una sonrisa maléfica— Pues te jodes, si no hubieras hecho el gilipollas cogiendo la moto ahora no nos tendrías que aguantar, quejica.
Luis estalla en carcajadas estirando los brazos para reclamar la presencia de su novia de nuevo entre estos, ella accede encantada y se tira encima de él aun burlándose por la cara que ha puesto Roi. Vuelve a darle play a la peli que ha insistido en ver antes de ducharse y se acurruca en el hombro del chico sintiendo aquel como el mejor sitio del mundo.
Y es que ya han podido hacer cosas durante esos días en la ciudad capital, entre musicales, cine, restaurantes y paseos interminables Aitana podría jurar conocer gran parte de Madrid pero, ni aun así, ha encontrado sitio mejor que los brazos de Luis.
—Voy a empezar a arreglarme —informa cuando en la pantalla de la televisión aparecen los créditos finales. Él aprieta el agarre y suplica con la mirada que espere un poquito más, solo un par de besos más— Va, cariño, solo es una noche.
— ¿Pero ya te vas? —interviene Roi extrañado.
—Llegará en media hora a por mí, tengo que comprar cosas para la universidad aún —Los gallegos se miran de forma extraña pero Aitana está muy ocupada comprobando el reloj para prestarles atención. Suspira, se lanza de nuevo a los labios de su novio recostándole un poco en el sofá y cuando más desprevenido le pilla aprovecha para deshacerse de su agarre y ponerse de pie—. Voy a la ducha —Luis alza las cejas y ella se sonroja por hacer eso frente a su amigo—, sola.
— ¡Que harto estoy de vosotros! —se queja haciéndola reír de nuevo en la lejanía. Cuando se quedan solos se para a observar a su amigo y pregunta— ¿Estás seguro de que vais a poder con esto, Luis?
— ¿De qué hablas?
—Tres meses juntos a diario, ahora una semana sin separaros y, te creerás que no, pero te he visto como un alma en pena estos días ¿cómo piensas llevar esto sin estirar demasiado la cuerda?
—No estamos estirando ninguna cuerda.
—Me has entendido tío.
—Yo que sé, Roi, arruinándonos para vernos siempre que podamos —dice con sinceridad, cierra los ojos y suspira— pero merecerá la pena, quiero intentarlo.
—Y yo espero que os salga bien, de verdad —asegura con la vista clavada en la tele.
Pero no las tiene todas consigo. Roi nunca ha sido muy partidario de las relaciones a distancia, aunque a decir verdad nunca ha sido de relaciones. Lo más parecido que ha tenido similar a ella es el rollo que se llevaba con Cris y ya para nadie es un secreto el cómo ha acabado aquello. Confía y quiere creer que sus amigos serán cautelosos y, sobre todo, no se perderán en el caso de que salga mal. Hay muchas cosas y personas en juego.
ESTÁS LEYENDO
Arena
FanfictionNo os voy a contar nada, su historia no se cuenta, se vive. Nadie hace preguntas porque son ellos, con sus circunstancias y sus cosas. Historia Aiteda (Mundo paralelo)