nueve

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IX: “ d e s i l u s i ó n ”

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IX: “ d e s i l u s i ó n ”

Mis días dejaron de pasar de desapercibido al parecer para él. Los dos siguientes días contando hoy Tagliafico no había disimulado mirarme seriamente y también algo raro.

Antes ni siquiera me miraba o sí lo hacía era como si nada, en cambio en estos días sentía que me quería decir algo con la mirada siempre y solo podía pensar en lo que me dijo que teníamos que hablar, pero yo no pensaba que podíamos hablar de algo.

Como no estuve en el turno mañana, me tocaba en el turno tarde. Saque algunas fotos pero no muchas no tenía muchas ganas además de que quería evitar mirar al capitán, aunque también no tomaba muchas fotos porque mis compañeros se estaban encargando de eso.

Al terminar de eso hicieron que nos reuniéramos en la sala de prensa para dar quién iba a cubrir el partido por los cuartos de la copa.

Para mi suerte me tocó a mi, el vice dijo que horarios teníamos y nos dios los pase especiales para noches de copas después de eso fue y los fotógrafos y algunos periodistas nos quedamos en la sala conversando yo fui unas de las ultimas en quedarme junto a una compañera quién era la encargada a veces de hacerle entrevistas al termino del partido a los jugadores.

Se hacía tarde por lo que debía irme, los últimos que quedaban se despidieron y fui en busca de mi mochila que dejé en unos de los asientos, lo tomé y caminé a la puerta para salir, pero algo se metió.

Me puse nerviosa de repente.

—Te estaba buscando. —dijo.

Quede recalculando y me giré a mirar detrás mío y lo volví a mirar.

—¿A mí? —me señale a mi misma.

El asintió. Sin sonreír obvio.

—Sí.

Tenía que seguir caminando pero me frené, no podía es decir, me gustaba esto, que él me busque la razón no sé, pero que éste acercandose a mí, me gustaba y me ponía nerviosa a la vez.

—¿Por? —murmure.

—¿Queres que te lleve? —soltó la pregunta.

—No. —contesté rápidamente nerviosa.

Lo miro y observó como una de sus cejas se arquea un poco.

—¿En serio? —me pregunta y me muerdo los labios.

Obvio que no, pero era lo correcto. Además ¿que quería ahora?

—¿Necesitas algo Nicolás? —preguntó y desvío mi mirada—. Porque se me hace tarde.

—Por eso, te dije, te puedo llevar. —insiste y por fin sonríe de lado.

—¿Que querés? ¿Me la podes hacer rápido? —suelto sin pensarlo, seguramente despues me iba arrepentir—. Nunca me hablaste desde que llegué acá y ahora de repente me venís a decir si quero que me lleves, no entiendo.

El asiente todavía tranquilo.

—Bueno, la otra noche nos besamos, ahí no me dijiste nada.

Trato de que mi cara no demuestre que estoy totalmente sorprendida y enojada a la vez.

Así que cuento hasta diez y tomó aire para mirarlo.

—¿De que querés hablar?

—De esa noche. —contesta y muero por saber que tanto vamos a hablar—. Pero acá no. No es seguro.

—¿Seguro?

—Si. —dice él—. Por eso sí queres te llevo y hablamos en el camino.

Siento que esa charla me iba a decepcionar y por más que me muera por pasar un rato con él no subiría a ese auto, suficiente tuve con mi consciencia todo el fin de semana sabiendo que besé a alguien que tiene novia, cosa que siempre odie meterme en el medio de una relación.

«Más adelante cambie de opinión claramente, solo por ser él.»

—Podes decirme acá, no es necesario. —digo y camino varios pasos hacía a el quedandome en frente—. Además, la mayoria ya se fue.

El duda observa al pasillo y vuelve a mirarme y asiente, no puedo evitar mirarlo, hasta el lunar de su nariz, sus ojos, pestañas y cabello, llegando a su boca que se moja con la lengua rápidamente.

—Bueno sí. —acepta y sonrío, al menos un poco—. Lo de ese día... Digo esa noche fue mi culpa Agostina.

Ahora soy yo la que arquea una ceja y me acomodo mejor la mochila en mi hombro cruzando mis brazos.

—Fue totalmente sacado de mí, estaba algo confundido y nada, eso.

—¿Eso? —frunzo mi ceño y el asiente.

—No quiero que se enteré nadie. —finalmente lo dice y sí, un poco duele.

Asiento y mi corazón empieza a latir fuerte y el nudo en mi garganta empieza a armarse.

—Esta bien... —digo como puedo.

—Es decir, estuvo mal, me equivoque no quise sobrepasarme con vos, ni nada. Solo quiero que lo sepas, no hago esas cosas. —remarca lo último y solo asiento—. Y me gustaría que quede entre nosotros, como algo...

—Insignificante. —término por él.

Tagliafico asiente y suspira como si le saliera un peso de encima.

—No sería bueno que lo digas, eso...

—No sos el centro de mi mundo. —contestó y el abre un poco los ojos sorprendido.

Sí, soné algo dura, pero quería sonar así y no como que me duela que lo diga así.

—No me interesa andar divulgando eso tampoco, no por vos, sino por mí y mi trabajo. —cierro.

Bueno capaz si fui un poco desubicada porque el se queda sin hablar pero era necesario no mostrar que estaba muerta por él, porque en el fondo sentía que él quería que yo me muestre así como si me importará, se que es así porque veo su malestar en la cara cuando solté recién eso.

—Bueno, me parece bien Agostina.

Asiento y le sonrió pero sin mostrar mi sonrisa.

—¿Eso nomas?

—Sí, sí. Solo eso. Gracias por entenderlo. —me dice y asiento.

—Sí, obvio. Bueno, me voy se me hace tarde. —interrumpo y el asiente sin nada que decir.

Caminó pasando por su lado y así y todo no dice ni siquiera un chau.

Al final me compré la imagen equivocada de él mucho tiempo porque tagliafico era un pibe estúpido más de los futbolistas. Era claro que le importaba más su imagen antes que la personas a su alrededor.

Totalmente desilusionada de él.

Segunda | Nicolás Tagliafico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora