veintiséis

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XXVI: “ s e c r e t o ”

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XXVI: “ s e c r e t o ”

Mi primera reacción y la más boluda es dejar escapar el aire que mantenía y reírme.

—¡No! Obvio que no. —digo y levantó mis manos negando con la cabeza—. ¿De dónde sacas eso?

Maxi que hasta ese momento no me había sacado la mirada con la media sonrisa en sus labios, deja de sonreir y se pone serio.

—Bue, sos muy mala mintiendo. —murmura, se gira para ignorarme y sube el volumen de la tele prestándole atención.

—Para, no te estoy mintiendo, es verdad. —le digo, pero la cara de Meza no cambia, así que lo toco en el brazo, pero ni ahí—. Maxi.

Entonces vuelve a girarse para mirarme.

—¿Te estás viendo o no con él? —pregunta serio y me pone muy nerviosa que me mire a los ojos—. Te lo estoy preguntando bien, somos amigos, creo, no te gustaría que lo sepa por otros, ¿me imagino?

Dejo de sonreir y me rindo, inhalo y exhalo hasta que bajo mi mirada, pensando. ¿Que podía pasar de malo? Que piense mal de mí, de última.

Cuando levanto mi cabeza Maxi sigue mirándome atento, muerdo mis labios.

Ya fue.

—Sí. —respondí sin más.

El correntino pone sus ojos en blancos y después sonríe a medias, aunque la sonrisa no llega a sus ojos y niega con la cabeza, cosa que me confunde.

—¿En serio te diste cuenta solo porque me llamo? —le preguntó sin poder evitarlo.

Él se rie de nuevo y no entiendo, niega y me mira esta vez él mordiéndose los labios.

—Un poco. —ladea la cabeza.

Silenció, espero que siga pero no lo hace.

—¡Maxi! —lo presionó.

Él suelta un suspiro.

—Bueno, lo terminé de confirmar con eso y esto... —toca de nuevo mi cuello y yo me alejó—. En realidad caí ese día que almorzamos con vos, Tagliafico era muy obvio, le vi varias veces mirarte, además.... Los vi antes hablando y él un poco más estaba abajo de la mesa para que no lo vean.

Dios.

Si Maxi se dio cuenta, ¿había otro más?

—Perdón. —es lo que me sale decir, bajo mi mirada mirando mis uñas.

Siento como Maxi se gira a mirarme, lo veo y tiene el ceño fruncido, ni parecía sorprendido, es más se le veía re tranquilo.

—¿Por que me pedís perdón a mí?

Me encogí de hombros, dejo el termo y el mate en la mesita y me tiro en él sofá y tapó con mis manos mi cara.

—No sé... —suspiro y busco las palabras, aunque no sabia que decir—. Capaz pensas cualquier y no sé, la verdad no sé...

Segunda | Nicolás Tagliafico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora