treinta y siete

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XXXVII: “ d e j a r s e  l l e v a r ”

Los labios de Maxi en este momento me parece los mas suaves y por alguna razón no quiero dejar de besarlo, suelto una mano de su mejilla para cerrar la puerta.

Sus manos descansan en mi cintura con cuidado, entonces cortó el beso y lo miro es como si siguiera impresionado por el momento.

—¿Me queres en serio? —pregunte tímida mordiendo mis labios.

Maxi sonríe y pega su frente a la mía cerrando sus ojos.

—Mucho. —responde.

Me hace sentir cositas, pero no puedo evitar pensar en el después.

—No quiero arruinar nuestra amistad. —pienso en voz alta, cierro mis ojos y bajo mis manos a su pecho.

Maxi besa mi frente y piensa segundos largos.

—No va a pasar nada. —me calma—. No quiero alejarme de vos, así que si llega a pasar algo o una distancia voy a ser el primero en arreglarlo.

Alejo mi cara de su pecho para mirarlo, es donde me doy cuenta de lo lindo que es Maxi, de lo tierno y bueno también.

—¿Por que me miras así? —pregunta él con una media sonrisa—. ¿Ya te arrepentiste de este beso?

Me da gracia su carita así qué lo beso de nuevo, sintiendo esa cosita que no sabía bien describirlas. Las manos de Meza deja mi cintura y acuna mis mejillas.

Intensificó el beso trayéndolo conmigo hacía la cama, empiezo a acariciar su pectorales por arriba de su remera, entonces Maxi vuelve a dejar mi mejillas para llevar sus manos a mi cintura.

Sin mucho que pensar, meto mis manos por debajo de su remera para acariciar su piel, lo siento tenso bajo mi tacto pero aún así no para de besarme ni yo de tocarlo, hasta que levanto su remera.  Él se termina de sacar por su cabeza y me da una sonrisa que expresa que le avergüenza, y me da mucha ternura.

—Sos muy lindo Maxi. —me sale decirle, el se pone serio y me besa, esta vez con mas pasión.

Él beso es más rápido y no paro de tocar su hombros o incluso bajar mis manos y subir por su espalda. Pero así y todo, él no se anima a bajar sus manos o tocar más que mi cintura o espalda baja.

—Agostina... —dice con la respiración agitada entre besos, pero no le hago caso.

—No tengas miedo de tocarme Meza.

Se que le provoca cosas porque su mano baja por mi espalda, llegando a mis nalgas, después muslo, metiendo sus manos de bajo de mi vestido.

Una corriente pasa por mi cuerpo al sentir su mano caliente tocándome con delicadeza.

¿Todo lo iba a ser con delicadeza? Al parecer sí.

En un momento, toma valor y me levanta el vestido, tirando encima de la cama.

Me siento en la cama subiendo más en el medio y agarro su mano, el apoya su rodilla en el colchón y aprovecho para mirar como alguno de sus músculos se marcaban, se acuesta sobre mi sin aplastarme y antes de besarme me mira dándome una media sonrisa.

Pero mi celular empieza a vibrar, en la cama cerca.

Quiero parar el beso, pero Maxi no.

—Maxi.... —gruño al ver que mi celular seguía vibrando.

—No, Agos, ahora no. —roga mientras besa mi mentón.

—Puede ser mi mamá... —jadeo.

Y sin más deja de besarme y él toma mi celular atendiendo. Me sorprende, pero más me sorprende como contesta.

Segunda | Nicolás Tagliafico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora