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XXXIII: “ e l d i a d e s p u e s ”
Me desperezo y siento algo, giro mi cabeza y por un momento me asustó.
Pero veo que era Maxi durmiendo a espalda mía. Bostezo llevando mi mano a mi cabeza, recordando lo de esta mañana.
Maxi me besó.
Y yo me dejé.
Porque me gustó.
En el momento.
Y solo pude pensar en nuestra amistad, en que el fue el primero en hablarle, después Fabricio y de nuevo pensé en Fabricio, que casi me había besado con él también en Brasil.
Cerré mis ojos, lo que menos quería era perder la amistad de estos dos tarados.
De un susto me gire a ver mi puerta, que estaba semi abierta.
—¿Durmieron bien? —preguntó Martin con una sonrisa, a lo que rode los ojos.
—¿No te cansas de estar metido en todo? —pregunté y me gire para seguir durmiendo.
—Que humor Agostinita. Solo vine a molestar una vez más porque me tengo que ir y Maxi tiene que ir conmigo. —explicó y paso rodeando la cama hasta el lado donde estaba Maxi, mientras yo solo quería morirme—. Hey, Meza, levantate gil, se hace tarde y ya me tengo que ir, vamos.
Cerré mis ojos y trate de dormir un poco y pensar que anoche no paso nada.
Después de besarnos simplemente nos miramos un rato, creo que fue él único momento donde podía pensar de otra forma de un chico que no fuera Tagliafico, la primera en hablar fui yo, diciendo que quería dormir ya y cuando Maxi se iba a ir me salió decirle que se quede a dormir conmigo si quería en esta cama, él con una media sonrisa, se acostó y no dijo nada.
