treinta y nueve

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XXXIX: " ¿c o m e n z a r   d e   c e r o? "

Después de buscar nuestras valijas, salimos del aeropuerto.

Nuestros cinco lindos días de vacaciones habían terminado y volvíamos a nuestras vidas normales, es decir en un día y medio, volver al club, ya que por lo que tenía entendido los chicos mañana empezaban la pretemporada para prepararse con el primer objetivo del año, la super copa contra Gremio.

Al salir del aeropuerto, solo pude sentir el calor terrible en mi cara, bienvenido a argentina de nuevo.

—Dios, nunca me paso de no dormir bien en el avión. —se quejó Ana mientras yo miraba para alcanzar algún taxi.

Me reí después de mirar su cara.

—¡No te rías! —se queja rápidamente—. ¡Claro! Como vos no tuviste a ese pendejito de mierda empujándote el asiento...

—Pero si fue solo un rato Ana, no exageres. —le dije sonriendo.

Ella no dijo nada. Y alce mi mano para parar un taxi, cuando en frente se paro un auto con una cara conocida.

—¿No es Bustos? —preguntó mirándolo.

Asentí, fue donde él salió del auto, para gritarnos de ahí que subamos.

Rápidamente arrastramos nuestras valijas a medida que Fabricio abría su baúl, lo saludamos rápidamente y subimos al auto.

—¿Para eso me preguntaste cuando volvía? —le pregunte con una sonrisa.

Fabricio sonrió.

—Ya te extrañaba... —dice y sonrió grande.

—Estoy aca atrás eh. —comenta Ana, me giro a mirarla con su ceño fruncido, tenía terrible ojeras.

—¿Que es tu cara? —pregunta Bustos con una sonrisa mirándola rápidamente por el espejo retrovisor.

—Un nene no me dejo dormir en todo el viaje. —chilla molesta, y se queja cuando Fabricio se rie.

—¿Quieren ir a comer? —pregunta Bustito a medida que maneja.

Lo pienso, mi primera respuesta era no, estaba muerta. Solo quería llegar a mi departamento y tirarme en mi cama.

—Yo te agradezco pero no, solo quiero ir a dormir. —dice Ana, Fabricio asiente y luego me mira.

—¿Vos?

—Yo preferiría estar en mi departamento, arreglar y lavar mi ropa... ¿Comemos algo ahí? Pedimos. —sugiero.

No iba a rechazar a Fabri, no después de que estuvo preguntándome cuando volvía solo para caer de sorpresa y buscarnos.

—Dale... Entonces ¿Donde te dejó Ana?


Lo único que puedo decir en mi mente cuando abro la puerta de mi departamento es "por fin en casa".

Como Fabricio arrastraba mi valija me ocupo rápidamente de sacarme mis zapatillas y hacerme una cola alta.

—¿Te llevo en tu pieza? —pregunta Fabricio, asiento.

—Por favor, Bustos.

Él se aleja y yo aproveche para sacar mi celular y buscar él número del delivery, pido algo y le mando un mensaje a mi mamá avisándole que ya llegue.

Me ocupo de prender el aire primero que todo porque casi muero del calor al salir del auto de Fabricio. Cuando él vuelve.

—¿Como la pasaste?

Segunda | Nicolás Tagliafico.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora