Mi hermana y yo jugábamos libremente en un arroyo que había a unos metros de mi casa de Treinta y Tres, en donde se bañaba la mayoría de nuestros vecinos, en especial Tatiana y otras amigas de nuestro “barrio” que no era un barrio, puesto que todas las casas estaban separadas unas de otras por varios kilómetros. La casa de Tatiana quedaba a treinta metros de la mía, y era la casa que quedaba más cerca de mi casa. En cambio, el arroyo quedaba como por cien metros, o ciento cincuenta, ya no recuerdo a cuántos metros se separaba de mi casa. Mi hermana y yo teníamos seis años, y ninguna de las dos sabía cuánto peligro se acercaba al arroyo, en especial por las víboras, serpientes, o simplemente reptiles que te daban una muerte de máximo cuarenta y largas horas para poder salvarte. Pero mi hermana y yo no sabíamos que la mayoría de nuestros amigos habían perdido padres, abuelos o hasta hermanos o primos, por los delitos que se hacían en esa zona del arroyo. Mi hermana Franca y yo éramos hermanas gemelas y todo el barrio lo sabía. Éramos idénticas, y, a pesar de que algunos del barrio nos confundían, siempre nuestros amigos y familiares nos diferenciaban por algunas diferentes características que teníamos. Por ejemplo, las marcas de nacimiento en nuestros brazos, que eran totalmente distintas, o nuestra altura, puesto que Franca era cuatro centímetros más alta que yo. O también era por la manera de divertirnos, o por los grupos de amigos, tanto nenas como varones, a los que pertenecíamos. La cuestión era que nuestros padres estaban haciendo las tareas diarias que ocupaban todos los días, como cocinar en el caso de mamá, y trabajar con las vacas, toros, gallinas y caballos que teníamos, en el caso de papá, por lo que nos escapamos por la ventana de nuestro cuarto con los trajes de baño ya puestos rumbo al arroyo. Cuando llegamos decidimos ver quién nadaba mejor, por lo que comenzamos a hacer carreras de nado, luego se nos dio por jugar una guerra de agua, por lo que nos estábamos mojando y, la que mojaba más a la otra, ganaba. En eso estábamos cuando de pronto sentimos un ruido raro detrás de nosotras.
-¿Qué fue eso?- me preguntó mi hermana Franca.
-No sé.-respondí- Debe ser Tatiana y Lucas que nos intentan asustar como la otra vez.- supuse.
-Mejor continuamos jugando así no nos asustan y se arrepienten de haberlo intentado.- propuso Franca.
-Está bien.- acepté.
-Dale, hazte la disimulada así no nos asustan.- me animó Franca.
Me hice lo más disimulada posible, pero los pasos de las personas que avanzaban detrás nuestro, eran pasos muy fuertes, que no eran los de un niño de seis años, si no de un adulto de veinte o treinta años de edad.
-Me parece que deberías correr.- le susurré a Franca al ver que una mujer de alrededor de veinte años avanzaba lentamente detrás de ella.
-Y vos también.-me respondió Franca abriendo bien grandes los ojos.
Me di vuelta como una estúpida que no sabía disimular y vi a un hombre alto, rubio, pálido, con ojos verdes, con lentes de sol y un pañuelo negro que le tapaba la boca a punto de agarrarme fuertemente con las manos. Por unos segundos mantuvo los puños cerrados, pero un instante después abrió las manos y me atrapó sujetándome con las dos manos bien fuerte. Miré a mi hermana. La chica que estaba detrás de ella hacía ya unos minutos también la sostenía fuerte.
-¿A cuál nos llevamos?- preguntó el hombre que me tenía atrapada con un acento extraño.
Era tal el terror que teníamos mi hermana y yo, que nos pusimos a llorar.
-¡Calla, niña imbécil!- la calló la mujer que tenía a mi hermana atrapada a mi hermana. Ella tenía canto de española.- Creo que nos quedaremos con esta.
-¿Estás segura? Mira que debemos saber bien a cuál nos conviene secuestrar.- le dijo el hombre.
-Claro, Deuce, recuerda que Morvo no esperará más.- se quejó la mujer.
-Ya lo sé.-suspiró el hombre.
-Niña.-me dijo la mujer dirigiéndome la palabra a mí.- Tú no has visto nada de este secuestro ¿Me entiendes? Tú no eres testigo de esto. Si te preguntan, tú no sabes nada. No has visto nada. Espero que no lo cuentes si es que valoras un poco tu vida.
Recuerdo que ahí el miedo me invadió hasta lo más profundo de mi alma. Tenía tanta furia, que me daban ganas de gritarles en la cara a esos chicos que me dejaran en paz a mí y a mi hermana, pero nunca se sabe lo que te pueden llegar a hacer ese tipo de gente. Me daba tanto terror y angustia, que me puse a llorar a gritos, mientras insultaba a los dos chicos. El chico rubio y la chica se miraron y se rieron a carcajadas.
-She is a stupid.-le dijo el chico a la chica.
-I’m agree whit you.- le respondió la chica al chico.
Mis cursos de inglés habían comenzado exactamente a los seis años, por lo tanto sabía más bien poco y nada de inglés como para descifrar lo que querían decir esos chicos. Por lo que supe más tarde, esos chicos querían decir que yo era una estúpida. La chica, que había escuchado el comentario del chico el cual ella lo llamaba Deuce, le dijo que estaba de acuerdo con él sobre que yo era una estúpida. Luego los chicos me dejaron caer al suelo y marcaron con tinta china en mi derecho un tatuaje con mi nombre y una cruz al lado. Ese tatuaje aún lo sigo teniendo y me duele cada vez más el recordar cómo se llevaron a mi hermana y la preocupación que tuvieron mis padres, cuando, a las horas de no haber vuelto, llamaron a la policía por pérdida de sus dos hijas. Mis padres y la policía me encontraron sólo a mí, y me interrogaron, pero, a pesar que lo intentara, cada vez que iba a confesar lo que sabía, el tatuaje me hacía doler tanto que ninguna palabra lograba salir de mi boca. Pasaron dos meses, cuatro meses sin encontrar a mi hermana, ocho meses, un año, dos, tres, cuatro, cinco, seis y no la encontrábamos. Lo que yo en ese momento no sabía, era que mi abuela sabía dónde estaba mi hermana pero no podía contarlo porque, a pesar de haberlo intentado, mis padres no le creían. Tampoco sospeché en un principio lo que debía estar pasando mi hermana......
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Niebla
General FictionMaría Sandra Yugatoski es una chica uruguaya de dieciséis años que no parece tener una vida del todo normal: su hermana gemela fue secuestrada de niña, sus padres tienen problemas económicos por lo que ella se tiene que mudar a Montevideo con su abu...