Niebla

Conociendo brujas

Me fijé en el mapa que me dio Mercedes con esa rara dirección. Decidí ir. Debía encontrar una manera más fácil de hacerlo. Decidí usar el poder de la tele transportación. Me levanté de mi cama, envolví mi puño izquierdo con mi mano derecha, cerré mis ojos y deseé tele transportarme a esa dirección tan rara. Comencé a irme por un agujero azul, y comencé a ver rayos azules que me hacían tele transportarme tan rápido. Llegué en dos segundos hasta la dirección indicada. Era un edificio viejo, con una escalera que te llevaba dejaba frente a la puerta de entrada, en una calle muy cerca del Big Ben. Subí los cuatro escalones de la escalera y abrí la puerta. Enseguida me sorprendí. Su interior era muy moderno. Tenía las paredes multicolores, pintadas de colores flúor en rayas horizontales.  Varios cuadros de bandas famosas colgaban de las paredes, algunos tubos de ensayo con líquidos naranjas, verdes, azules, o de todos los colores se apoyaban en una mesa.  De pronto, un hombre de color se paró enfrente de mí, con una libreta en una mano y un lápiz en la otra.

-Can I help you?

Me preguntó el hombre en inglés. Me quedé en blanco.

-¿Hablas en español?- le pregunté.

-Claro.- me respondió con acento.

-¿Puedo hablar con alguien en especial?-pregunté.

-Con Celeste puede hablar, pero necesito consultarle. Espere un momento aquí por favor.- pidió el hombre y desapareció. Volvió al minuto.

-Pase, es en la puerta del fondo.- me indicó.

Caminé derecho hasta la puerta indicada por el hombre, la cual en letras mayúsculas decía:

Celeste, la bruja.

La abrí y entré. Ese salón estaba vacío y oscuro. Apareció de pronto la puerta de un ascensor que se abrió.  Entré. La puerta se cerró y el ascensor comenzó a subir. Paró en el piso doce y la puerta se abrió. Salí del ascensor. En ese salón había una mujer con un vestido largo con serpientes dibujadas en un fondo violeta dada vuelta mientras hacía una extraña mezcla con un olor extraño.

Se dio vuelta y me sonrió. Levaba el pelo negro con reflejos azules todo despeinado, los labios pintados de un rojo pasión, y su piel con una tez morena.

-¿Te conozco? Espera, ni me respondas, me voy a fijar una cosa en uno de mis largos cuadernos. Espera aquí.- me saludó Celeste, dejando la mezcla que había hecho sobre la mesa. Me dio tiempo de mirar la habitación mientras Celeste daba vuelta las páginas de un cuaderno viejo con muchas hojas. Las paredes tenían  escritos enigmas en un idioma muy raro, ecuaciones resueltas sobre papeles colgados, eran todo un desorden las paredes. El piso estaba lleno de papeles, líquidos que se habían caído y un montón de pilas de papeles, una biblioteca con muchos libros desordenados, otra biblioteca con animales en cajas, una manada de perros que se peleaban por un hueso, todo eso sumando el ruido de la calle y el olor feo que salía de una hoya que hervía en una cocina eléctrica que estaba en una pequeña habitación al lado de todo ese desorden que tenía Celeste como oficina. Celeste me invitó a sentarme en un taburete enfrente a su respectivo escritorio, el cual estaba ubicado al lado de la biblioteca con los libros desordenados.

-Así que…. ¿tu nombre, por favor?- me pidió Celeste.

-María Sandra.- dije.

Celeste me miró y sonrió.

-No me digas más… ¿Oxighe? ¿Bisnieta de Gerardo Ismael Yugatoski, nombre que heredó tu padre? ¿Nacida en Montevideo, el 15 de Julio de 1996, hermana  gemela de Franca Yugatoski? ¿Vives con tu abuela? Te estaba esperando, sabía que algún día vendrías a consultarme algo.

Me quedé petrificada. ¿Cómo sabía todos esos datos? ¿Cómo conocía a mi bisabuelo y a mi padre?  ¿Cómo sabía mi fecha de nacimiento? Al ver mi cara, Celeste me dio un vaso con un líquido verde.

-Es para los nervios.-explicó.- Conozco a toda tu familia, y es muy larga para que sepas.

Bebí el líquido que me ofreció y enseguida me calmé.

-¿Qué te parece si vamos a tomar un café mientras charlamos?- me ofreció.

-Claro.- acepté.