Entré al hogar de los Srow. Parecía el lugar más moderno de la isla, con mucha iluminación, con muchas lámparas, estantes y repisas llenas de objetos, no parecía en absoluto terrorífico. El plan era que yo me presentara frente a los Srow, “intentara” apuñalar (no servía de nada, igual se iban a recuperar) a uno de ellos, y ahí comenzaba la guerra. “Que sea lo que Dios quiera” pensé, aunque pedirle ayuda a Dios podría molestar al diablo, mi jefe de algún modo. Traspasé una pared usando el poder de traspasar cosas y me enfrenté a los Srow. Me ataron a una silla al ver lo que quería hacer, “pensé que estaba prohibido leer mentes”, y me taparon la boca con un trapo. Ahí apareció mi hermana e intentó atar a Elvira contra una columna con el poder de atar cualquier cosa, pero ésta reaccionó a tiempo y la congeló. Entró mi bisabuelo con sus hijos varones y el novio de mi tía abuela, los cuales intentaron distraerlos con diferentes poderes, pero fue en vano. Entraron mis tías abuelas que lograron distraer a los Srow el tiempo suficiente en el que entraba David y Celeste, prontos para el ataque. Celeste bebió de una cantimplora y se transformó en una gaviota; David ató a Elvira contra una pared lanzándole serpientes que había en la extraña ropa de Celeste (siempre tenía animales vivientes de estampado para sus camisetas, lo que la hacía aún más rara). Celeste logró picarle el ojo a Morvo, haciendo que éste empujara a Taylor, haciéndola caer en el piso, dejando que mi hermana se descongelara al lanzar fuego hacia mi hermana mientras caía, por lo que mi bisabuelo aprovechó y la ató con una soga marinera contra uno de los estantes. Deuce era el único que quedaba en pie. Mi hermana, para vengarse de todo lo que le habían hecho los Srow a ella, le tiró un veneno que lo paralizó unos minutos, tiempo que le dio para reemplazarme a mí por él, dejando a Deuce atado a la silla. Por último, José y los chicos aparecieron transformados en lobos, en compañía también de la hermana de José, también transformada en loba. José avanzó hacia mí y me desató las cuerdas con las que me habían atado, luego se transformó de vuelta en humano y me dio un beso en los labios.
-Perdón.-me dijo.- Creo que ahora podríamos intentarlo.- dijo y me sonrió. Le devolví la sonrisa. Ese era, definitivamente, el mejor día de mi vida.
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Niebla
General FictionMaría Sandra Yugatoski es una chica uruguaya de dieciséis años que no parece tener una vida del todo normal: su hermana gemela fue secuestrada de niña, sus padres tienen problemas económicos por lo que ella se tiene que mudar a Montevideo con su abu...