Llegamos a la isla; bajamos las maletas y nos despedimos de David. Observamos a nuestro alrededor. La isla era una típica isla, con arena por todas partes y desechos plásticos; sólo que esta vez la isla era el doble de grande que las islas normales de naufragio, quizás hasta el triple de grande. A eso había que agregarle un montón de casas hechas con barro y piedras, con techos puntiagudos llenos de pasto, cemento, madera y piedra por debajo. Por supuesto, ninguna casa estaba pintada, la única decoración que tenían eran las piedras que habían sido puestas para más soporte y más seguridad en caso de robo. Micaela ya conocía ese mundo. Es más, se alegró de haber vuelto a su segunda ciudad, que estaba en el segundo puesto después de Lima. Sonreía y sonreía, en cambio, yo estaba espantada. ¿Cómo íbamos a encontrar la casa de mi bisabuelo?
-Muy simple, hay una carpa que dice “domicilios” en todos los idiomas posibles, y esa carpa está ubicada en el centro de la isla, que está a diez kilómetros de aquí. A caballo, son como una hora, porque aquí no hay auto.- explicó Micaela.
Qué bien. Ni taxi ni remise, ni ómnibus ni nada. Sólo caballos. Genial………….. Buscamos un caballo y encontramos a una yegua blanca, muy blanca, que me hizo recordar a Lina, mi yegua blanca. La Yegua se puso a relinchar de alegría apenas nos vio, y ahí la reconocí: esa mancha azulada que tenía Lina, esa cola bien larga con algunos pelos negros, cola “teñida” como diría mi madre. Esa era Lina. Mis padres se la habían vendido a los Srow. ¿Cómo era posible? ¡A los Srow! Era increíble. Lina estaba lastimada, se le notaban cicatrices del látigo y quizás de algún intento de matarla. Sin embargo, se notaba feliz de verme.
-¡Oye, niña! Que esa yegua no es tu… -dijo un hombre con canas pero con facciones jóvenes.- María, ¡Nieta!- exclamó el hombre, salió corriendo y me abrazó.
Ese era mi bisabuelo, el bisabuelo Fernando. ¡Era increíble cuántas cosas pasarían en una isla!
-¡Has llegado! Necesitamos hablar.- me dijo.- Y conocernos, aunque yo te vi nacer.
Sonreí. Micaela no entendía nada. Mi bisabuelo nos ayudó a subir sobre Lina; él en cambio se subió a otro caballo con nuestras maletas. Nos guió hasta su casa, que estaba relativamente cerca.
Su casa era grande, muy grande, pero era como las demás: barro piedra pasto y madera. Pero lo diferente de la casa de mi bisabuelo es que no estaba deshabitada: habían por lo menos diecisiete personas que vivían allí, además la casa estaba en la playa, la cual estaba en la parte trasera, y delante tenía mucho pasto y mucho jardín donde pastaban los caballos (tenía cinco), además que tenía un lago en el jardín delantero, lo que permitía que los caballos bebieran agua y se alimentaran sin tener que recurrir al agua de la playa.
Había diez mujeres y siete hombres en total. Más nosotras, doce mujeres y siete hombres. Mi bisabuelo nos presentó a toda la familia: las mujeres eran Deborah (la esposa de mi bisabuelo), Francisca (una de las cuatro hijas de mi bisabuelo), Julieta, Daniela, Úrsula, Sabrina (la tía de las cuatro hijas de mi bisabuelo), Franca (mi hermana, apenas la vi le di un gran abrazo), Blanca (la abuela de mis cuatro tías abuelas), Clara (la mejor amiga de Francisca), y Rita (la empleada). Los hombres eran: mi bisabuelo, Alberto (uno de los cinco hijos de mi bisabuelo), Clementino (uno de mis tíos abuelos), Sebastián (el novio de Francisca), Fernando (mi otro tío abuelo), Roberto y Daniel.
Mi bisabuelo nos dio una habitación que tenía una ventana que daba a la playa, en la segunda planta. La casa de mi abuelo tenía seis habitaciones, cuatro baños, una cocina, un salón, un escritorio, un sótano, un establo, un jardín, dos terrazas (las dos en la segunda planta) y una habitación de huéspedes en suite (que era la que estábamos ocupando ahora yo, Franca y Micaela). ¿De cuánto me había perdido en estos diez años? De mucho, por lo que se veía.
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Niebla
General FictionMaría Sandra Yugatoski es una chica uruguaya de dieciséis años que no parece tener una vida del todo normal: su hermana gemela fue secuestrada de niña, sus padres tienen problemas económicos por lo que ella se tiene que mudar a Montevideo con su abu...