Tomando un café con una bruja extremadamente loca.

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Estábamos enfrente a un café con leche que pedí y un capuccino que pidió Celeste.

Celeste tomaba tranquilamente de su capuchino mientras me hacía todo tipo de preguntas:

-Se te ve flaca, ¿seguro que no estás enferma? ¿Quieres comer algo? Siento no poder preguntarte más cosas, es que apenas te conozco y te asusté tanto que no sé qué más preguntarte por miedo a que te desmayes aquí mismo.

-No. Sí.- eran mis primeras respuestas.

Enseguida Celeste pidió unas galletas con chispas de chocolate que ofrecían en el menú.

Cinco minutos después, yo estaba masticando el último pedazo de galleta que quedaba en el plato.

-Tenías mucha hambre por tu apariencia. ¿Sufres de anorexia?- me preguntó.

-No.- respondí.

-¿Tienes novio o te gusta alguien? ¿Quizás ese guapetón de José? Se te nota que estás un poco liada con él. ¿Habéis salido juntos?

-Me gusta José y, sí, salimos juntos, pero él es un hombre lobo y no puede estar conmigo, sino me podría matar por accidente.

-Claro. ¿Sabes que nosotras las brujas somos inmortales? En eso no mienten los cuentos de hadas.

-Claro.

-¿Estás deprimida por algo?

-Sí.

-Soy todo oído.- dijo.

-Tengo una amiga, Rosarkka, está enojada conmigo porque no le dije que me iba a Londres mientras que una amiga, Mercedes, lo sabe y como es amiga de Rosarkka también, Rosarkka se enteró. Mientras tanto, me preocupa mi abuela. La metí en problemas.- expliqué.

-Bueno, pero todo tiene una solución cariño.- me dijo Celeste.- Yo nací en España y era la mejor amiga de Elvira, una chica vampira que forma parte de ese gobierno de los “Srow”. Me tuve que separar de mi familia porque una vez me peleé con ella y amenazó con matar a toda mi familia si no iba a Uruguay. Me mudé a Uruguay en el año 1873, a la edad de quince años.-suspiró.- Viví allí por más de cincuenta años hasta que me mudé aquí.

-¿Tenés ciento cincuenta y cuatro años?-ahora era yo la que preguntaba.

-Claro. Y lo mejor aún: Voy a tener  mi  tercer hijo.- respondió.

-¿Podés tener hijos todavía?- continué preguntando.

-Por supuesto. Las brujas tenemos muchos hijos por toda nuestra vida y nos casamos cuantas veces queramos.-respondió.- Yo estoy casada con el mismo hombre hace ciento treinta y cuatro años. ¿Mucho, no? Compartimos tantos momentos juntos…- se puso nostálgica Celeste.

-Necesito ayuda para encontrar a mi hermana.

-Te puede ayudar David, no sabes cómo ayuda a la gente.- ofreció Celeste.

-¿Quién es David?

-Mi asistente. El que te preguntó si te podía ayudar en algo.  Es muy servicial y te servirá. También es un oxighe.- me informó.

-Parece simpático.-dije.

-Sí, y lo es.-me arrebató.

 Bebí un sorbo de mi café con leche. Miré por la ventana. Estaba lloviendo aunque hacía calor. Recibí un mensaje de texto en mi celular.

“¿Dónde estás?” era un mensaje de mi madre.

Pensé unos segundos cando al fin respondí.

“En Montevideo comiendo con una amiga.” No soportaba mentirle a mi madre, pero era una media mentira.

“No es lo que me dijo tu abuela. Debes volver a Montevideo, ¿sabes en el lío que te estás metiendo? Te llamaré dentro de diez minutos. Ahora estoy yo en Montevideo y tú te vas. Tu padre y yo pensamos en comprar una nueva casa. Será en Montevideo.” Fue lo que recibí como respuesta.

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