Había pasado tres días llorando y buscando a José. ¿Dónde se había metido? ¿Estaría en Uruguay? Lo único que sabía era que debía irme. Luego de empacar todo en mi maleta incluida la ropa de Micaela, nos subimos en la noche al barco de David, una canoa muy grande que tenía en la parte de atrás mantas y comida guardadas en una caja. La canoa estaba mojada, pero igual debíamos dormir durante el viaje. Eran las diez y media de la noche cuando Micaela se acostó debajo del banco donde estábamos sentadas ella y yo, se tapó con una manta y se durmió. Yo me acosté a su lado y me tapé con parte de la manta, pero no me pude dormir hasta una hora y media después. David no durmió n toda la noche, puesto que era él el que remaba. El viaje parecía eterno. Esa noche soñé con la chica encerrada en la jaula de hierro, que era mi hermana. Soñé que la salvaba y los Srow se morían al sacarle las alas. Pero no, me tenía que despertar sabiendo que todo era mentira, con la luz del sol que aún no había aparecido, con Micaela a mi lado, ¡noooo! ¡No me iba a amargar! Pero, ¿cómo no amargarse? Mi hermana estaba secuestrada, los lobos que me debían cuidar habían vuelto a Uruguay, estaba a cargo de una niña de seis años que no entendía mi historia aún… ¿qué más me podía pasar? Mi vida era espantosa, horrible, terrorífica, y para nada envidiosa… eso de “qué bueno tener todos los poderes” era mentira, porque, los oxighes, según saqué conclusiones, nunca eran felices, siempre les pasaba algo, y eso había que detenerlo… pero, ¿cómo? ¿Llorando y pataleando? No, había que luchar… ¿Cómo? Luchando, sin pensar.
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Niebla
General FictionMaría Sandra Yugatoski es una chica uruguaya de dieciséis años que no parece tener una vida del todo normal: su hermana gemela fue secuestrada de niña, sus padres tienen problemas económicos por lo que ella se tiene que mudar a Montevideo con su abu...