Entre un poder y miles hay cierta diferencia.

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Ahora era yo la que tenía poderes. Y miles de poderes. Me iban a servir de mucho, pero debía controlar mi ansiedad de poder usarlos. Mis clases del liceo iban bien, pero mis clases de poderes no muy bien. Cada vez que usaba el poder de los cuatro elementos, que consistía en hacer lo que quieras o con el agua, o con el viento o con la tierra, poder de  diablo, puesto que los ángeles caídos no tenían ningún poder excepto algunos paranormales, me salía, en vez de un pequeño remolino, una enorme tormenta que duraba hasta que José me corregía y me hacía disolver la tormenta. Mis prácticas en general eran en la playa que estaba al lado del puerto del Buceo, por lo tanto, entre tantas tormentas, la playa quedaba inundada, por lo tanto José, que tenía entre sus poderes paranormales el controlar el tiempo, hacía que hubiera una sequía de quince minutos de puro sol para que se secara la playa. También, cada noche me dormía más ansiosa por la clase siguiente de poderes, por lo que mi abuela bromeaba sobre que mis notas en gimnasia eran muy bajas a pesar de mi alta autoestima. Con Mercedes y Rosarkka salía muy pocas veces, apenas una o dos por semana, y, aunque a muchos les parecería que eso era mucho tiempo, a mí me parecía poco respecto al tiempo que pasábamos antes juntas.

-¿En qué estás pensando?-me preguntó Mercedes apenas entró a clase de gimnasia y me vio.

-En nada.-suspiré.

-Muchas veces me decís eso desde hace tres semanas, además que hace dos meses que salgo contigo y Rosarkka a divertirnos y me parece que esa no es la María Sandra que yo conozco, o conocía, por lo menos.-me arrebató Mercedes.

-Soy muy nueva en esta ciudad tan grande como para conocerla tanto, ¿no te parece?

-No es tan grande, hay ciudades más grandes aún, como Nueva York, por ejemplo, Boston, Maldonado, Buenos Aires, y hay muchas más aún.

-No estamos en Estados Unidos, estamos en un país más chico y más subdesarrollado que ése.-suspiré.

-¿Y eso qué tiene que ver?

-No sé, pero creo que te fuiste de las ramas.-dije.

-A vos te pasa algo raro… ¿es con José?-me preguntó.

-No, bueno, sí, pero antes tengo que mostrarte algo a la salida de la escuela.-murmuré.

-Te espero en el recreo del almuerzo.-me dijo.

-Bueno.-acepté.

Enseguida la profesora Fernández nos mandó a dar vueltas por la pista de atletismo que había dentro del gimnasio, la cual, increíblemente habían logrado hacerla en un espacio cerrado, y, para peor, con cemento. Luego comenzó a hacernos una prueba de segundo trimestre, por lo que me dijo que había mejorado mucho desde que entré al colegio. Yo le sonreí y seguí haciendo lo que me pedía de hacer. Cuando terminé la prueba, bajé al vestuario, donde me desnudé, guardé la ropa en el casillero en el que había puesto mis cosas, tomé mi bolsa con el shampoo, el acondicionador, el jabón y el peine, y, envuelta en una toalla me fui a las duchas del vestuario a ducharme. Luego de ducharme, volví a mi casillero y me vestí nuevamente con el uniforme del colegio. Guardé toda la ropa deportiva en una bolsa que guardé en mi mochila de gimnasia junto a todo el resto de mis cosas y salí hacia los casilleros del pasillo. Abrí mi casillero con la llave de mi candado y guardé mis dos mochilas allí. Luego cerré mi casillero y me puse la llave de mi casillero en el bolsillo del buzo del Bulevó. Me fui a la cafetería del colegio, donde comencé a hacer la fila para la comida del colegio. Elegí ensalada, una botella de agua y una naranja.

Me senté con Rosarkka, Mercedes y Lucca, el cual desde hacía tres semanas que se sentaba con nosotras porque era el novio de Mercedes. Hacía dos meses y medio que estaban juntos y les gustaba estar juntos casi todo el tiempo así que le permitíamos a Lucca de sentarse con nosotras. Rosarkka había llevado comida desde su casa, la cual consistía en un sándwich de jamón y queso con mayonesa y tomate. Rosarkka era vegetariana, por lo tanto le sacó el jamón al sándwich y lo dejó a un lado en su plato.

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